Son tantos los seres que sufren. Hoy es el terremoto en Japón, ayer es la familia del joven de San Diego ahogado en Madrid, hace unos días es la mujer desvanecida que cae a la vía y es arrollada por el metro.

Esta mañana es una familia asesinada en Cisjordania, y también la leucemia de un niñito y el dolor infinito de sus padres, y así caso tras caso tanto dolor que desgarra a la humanidad.

La humanidad sufre y solo contamos con nuestro pensamiento para poder ayudar. Nuestros brazos no pueden llegar a Japón ni tampoco podemos devolver la vida al joven ahogado o a la familia asesinada. Solo contamos con nuestro pensamiento: dirigido a los que se quedan, que son los que sufren, pues el que parte se reencuentra con su Ser y con el Uno.

Por eso de vez en cuando recordamos estas palabras de la antigua sabiduría, que quizás fueron captadas en Mongolia hace muchos años. Dicen así: 

“A cada instante, alguien en algún lugar está pasando por un infortunio terrible. No olvidemos a los que están pereciendo; enviémosles pensamientos de ayuda. Quizá la gente no sea consciente de que siempre están produciéndose aflicciones, sin fin. En la Fraternidad éstas son conocidas, y flechas benévolas son enviadas. Incluso si no puedes determinar con exactitud el lugar de su destino, aún así proyecta tu pensamiento benéfico al espacio. Encontrará el rumbo correcto y Nuestra Ayuda se le unirá magnéticamente….”

Podemos enviar flechas benévolas. Sustituir pensamientos ociosos por pensamientos de amor y de solidaridad. Sustituir pensamientos de odio y de conflicto por otros de hermandad y de comunión. Tender la mano a todos los seres. Mirar al alma de las cosas.

No es mucho, podemos pensar, pero esas flechas, se nos sugiere, pueden llegar muy lejos. “Nuestra Ayuda se le unirá magnéticamente”, leemos.

Cada día podemos recogernos unos instantes y enviar nuestras flechas benévolas a los que sufren. Todos los días del año. 365 instantes de recogimiento, de comunión, de buscar amar.

Solo hay una medicina que lo cura todo. En el frasco se lee: “ama con todas tus fuerzas”. 

Foto: entierro de un niño víctima de la hambruna de Afganistán de finales de los noventa (Time magazine)