
La luz a la que me refiero es la de nuestra esencia; la que transmite la energía poderosa y creativa de nuestro ser, y que la mayoría solo la mostramos, en el mejor de los casos, “a media luz”.
Quiero recordar y tomar conciencia de que somos hijos del Amor; chispas de la Energía Creadora de Vida, a imagen y semejanza de la Divinidad amorosa y perfecta. Tenemos un potencial ilimitado de cualidades y talentos para crearnos experiencias de vida llenas de amor, belleza, alegría, salud, abundancia, paz y felicidad. Se nos regala la libertad de elegir y los poderes para hacer nuestros sueños realidad. Y unas Leyes que aseguran el orden y la justicia en todo el Universo.
Pero nos da miedo hacer brillar nuestra luz a plenitud. Nos conformamos con ser rayitos de mediocridad, con pensamientos limitados, conversaciones negativas y de quejas y comportamientos y actitudes sin fuerza, ni compromiso, ni valentía, a fin de no destacar, para ser aceptados, para que nos aprueben y nos dejen estar en sus filas abarrotadas de personas frustradas, apáticas, irresponsables e infelices. Creemos en la oscuridad cuando solo se trata de falta de luz.
La buena noticia es que la Luz está viva y plena en cada ser humano, enterrada bajo capas de creencias, emociones, hábitos y actitudes egoístas y erróneos y que podemos atrevernos a ir escarbando, retirando y cambiando, pensamiento a pensamiento, momento a momento; haciendo hueco para que el ser maravilloso, poderoso y pleno que somos brille en todo su esplendor, e ilumine, de alegría y desarrolle nuestras vidas; y contribuya al bienestar y felicidad de todo cuanto nos rodea.
Como recomienda el viejo proverbio, dejemos de maldecir la oscuridad y dejemos brillar nuestra Luz, a plenitud y poder así restaurar la excelencia en nuestras vidas.
Ana Novo, 24 febrero 2013
La Comadrona Espiritual ®
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