Entrevista a Jaime Rierola, presidente en España de la Fraternidad Blanca Universal
La FBU se ha estado preparando durante años para formar un núcleo sólido y estable de personas dedicadas a la profundización teórica y práctica de las enseñanzas del Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov. Llegamos hasta ellos en la línea de salida, en el momento en que quieren potenciar las vías de comunicación social para compartir con todas aquellas personas que se sientan motivadas por esta enseñanza profunda. Este conocimiento adapta a nuestros días las verdades eternas, la sabiduría inmemorial de todos los tiempos.
Jaime Rierola es el presidente de esta Asociación, y es también uno de los pocos españoles que tuvo la oportunidad de conocer al Maestro Omraam. Acudió junto con su esposa, en el año 1979, al gran centro que tenía el Maestro búlgaro cerca de la Costa Azul francesa, concretamente en Bonfin, localidad de Frèjus. Aquel encuentro fue determinante en la vida de este economista que ya con anterioridad había devorado a todos los clásicos del esoterismo.
A partir de aquel verano, hace ya casi treinta años, Jaime se esfuerza en vivir y también en difundir las enseñanzas de Aïvanhov. Desde Fundación Ananta coincidimos en la riqueza de esta enseñanza que vivifica e inspira a muchos, y sobre la que a continuación profundizamos en esta entrevista.
¿Cómo fue su primer encuentro con este Maestro?
Él nos recibió en tres ocasiones a lo largo de su vida. La primera vez que le vimos en público fue en una conferencia en Bonfin en la que había más de mil personas.
Antes de entrar en la sala, su secretaria le pasaba un pensamiento, ya de él mismo, ya del Maestro Peter Deunov. Una vez en la sala, tras unos cantos espirituales de una gran belleza, seguidos de silencios intensos y vibrantes, el Maestro improvisaba, a partir del pensamiento, una conferencia que bien podía durar varias horas seguidas.
¿Cómo le recuerda?
Transmitía un gran amor y una sabiduría verdadera. Era, a la vez, majestuoso y accesible. Tenía el talento de expresar con sencillez y claridad las ideas más profundas. Lo más importante es que era la viva encarnación de una enseñanza verídica y superior, la enseñanza puesta en aplicación.
¿Cómo fue el comienzo de su labor?
Llegó a Francia a los 37 años y allí se desarrolló la mayor parte de su obra. Tuvo que soportar muchos ataques, mucha incomprensión. Vivió una auténtica crucifixión moral. Sin embargo él siempre estuvo por encima de todas las circunstancias adversas.
En un comienzo, en su círculo de París, no quería que le llamaran Maestro, sino hermano Mikaël. Más tarde empezaron a hacer Congresos en Bonfin. En un principio se instalaban en tiendas de campaña, pero fueron construyendo hasta llegar a lo que hoy es este gran centro. Poco a poco fue aumentando el grupo. Se fueron creado asociaciones en Suiza y Canadá…
¿Cuáles fueron sus metas?
Transmitir a la Humanidad una Enseñanza que está destinada a ser un faro de luz, un ancla de estabilidad y un manantial de agua viva para los tiempos venideros. Lo hizo con su palabra, con el testimonio verídico de su propia vida, y fundando centros de luz y formando discípulos.
No le interesaban las grandes alocuciones. En un comienzo sí que hizo en los teatros de París algunas conferencias multitudinarias. Pero no quería gente curiosa, sino personas que realmente trabajaran para la luz. Personas que pican por aquí y por allí hay muchas, pero él quería
compromisos más profundos.
Su partida le marcó especialmente…
Así es. Él había anunciado que en las Navidades del 86 iba a hacer un viaje, pero en un comienzo no captamos la naturaleza de ese viaje. Partió y hasta el tercer día no se notificó su muerte física a nadie cumpliendo su voluntad expresa. Si bien es verdad que el cuerpo físico se extingue, los grandes Maestros trabajan, sobre todo, con el cuerpo de gloria, en el plano etérico.
Algún aviso suyo ya anunciaba esa partida, como este mensaje final: “Siento el amor de todos los hermanos y hermanas. Estaré siempre con vosotros. Mantened la unidad y la armonía y propagad la Enseñanza por todo el mundo”. También recordaba la necesidad de difundir los libros.
Las enseñanzas prácticas en las que más insistía…
El ejercicio fundamental de toda la enseñanza es el de la salida de sol, el “surya yoga” o yoga solar. Representa la conexión con el río de vida, que llega a nosotros desde el mundo divino. Es un ejercicio de una riqueza extraordinaria, de meditación, de contemplación y de identificación con nuestro Yo Superior que está en el Sol. Hay un libro de las obras completas: “Los Esplendores de Tiphereth”, que muy pronto saldrá en español, dedicado enteramente a esta temática.
¿Qué representa el sol?
El sol es la ventana a través de la cual nos mira el mundo divino, un punto a través del cual nos llega el río de vida que viene desde los mundos superiores. Conectarnos con este río de vida es nuestro trabajo fundamental. Así vamos despertando también el río de vida dentro de nosotros, en nuestro microcosmos, en nuestra columna vertebral y los “chakras” (puntos energéticos sutiles) se ponen en funcionamiento…
Tras el ejercicio con el sol…
Después vienen los ejercicios de respiración y la gimnasia matutina. Los ejercicios de respiración juegan un papel fundamental en la purificación del organismo y en el desarrollo de la voluntad. La gimnasia es especial, poderosa, destinada, más que al desarrollo de los músculos, a la armonización y fortalecimiento del cuerpo etérico y del sistema nervioso. También desarrolla la voluntad. Sus gestos son pura magia, porque detrás de ellos hay unas palabras, unos sentimientos, unos pensamientos y unos designios. Son gestos musicales, que transmiten la paz del mundo del silencio luminoso.
Una vez hecho el saludo al sol…
En días especiales se baila la paneurritmia. La danza consiste en una serie de movimientos armoniosos indicados por el Maestro Peter Deunov a partir de una música que él compuso. Esta ronda sagrada, ejecutada conscientemente, pone al hombre en relación con las fuerzas regeneradoras del universo.
Todo es ritmo en el universo, dice el Maestro Omraam, y el ser humano también pertenece a este gran ritmo cósmico. De manera perceptible o no, todas las funciones biológicas o psíquicas obedecen a las leyes del ritmo. La música, la danza son tentativas para entrar de nuevo en este ritmo universal o para mantenerse en él. Por eso en todas las culturas se atribuye un origen divino a la música y a la danza.
Tras la danza…
Después viene el karma yoga, o yoga del trabajo voluntario, siempre libre. Después el yoga de la nutrición. No es tan esencial saber qué o cuánto comer, sino cómo comer, cómo considerar el alimento, cómo hacer que el acto cotidiano de comer deje de ser banal y devolverle el significado místico que pudo alcanzar en la Santa Cena. “El alimento, dice el Maestro, es una carta de amor que nos manda el Creador”. Incluso aquél que no valora este aspecto espiritual comprenderá que, con su forma de considerar el alimento, puede penetrar más profundamente el misterio de las relaciones entre el hombre y la naturaleza. La naturaleza da el alimento al hombre, pero el hombre puede, por su pensamiento y sus sentimientos, extraer de este alimento elementos más sutiles que contribuirán al desarrollo de todo su ser.
¿Cómo se completa la jornada…?
A menudo realizamos también audiciones de música. La música guía el pensamiento. Después de cenar viene la meditación con la luz.
El Maestro Omraam hacía mucho énfasis en el trabajo con los pensamientos…
El afirmaba: el pensamiento es puro cuando es claro y luminoso. El sentimiento es puro cuando
es desinteresado. El acto es puro cuando tiene detrás un pensamiento luminoso y un sentimiento desinteresado. Si el “padre” y la “madre” del acto son puros, el pensamiento y el sentimiento, el acto también será puro… En la armonía está la fuerza.
La pureza es también una constante en toda su enseñanza…
“Que nadie entre en el mundo espiritual si no ha trabajado previamente la pureza” declaraba el Maestro. Sin trabajar la pureza podemos llegar a resultados absolutamente desviados. La primera pureza es la de la intención, el desear hacer siempre la voluntad de Dios. No buscar nunca poderes personales, sino siempre la gloria de Dios y que su Reino se instaure en la tierra.
Debemos trabajar con lo más auténtico de nosotros mismos, libres de impurezas que nos lastran y que no forman parte realmente de nuestro auténtico ser, y con nuestra personalidad sometida a nuestra ser superior, puesta a su servicio. Tras la purificación y la armonización, podemos “pasar la puerta estrecha”, con humildad, y acceder al mental superior, el plano causal donde reina la Paz y trabajar en el mundo de las causas, en el mundo del silencio luminoso.
¿Permitir que la chispa de luz irradie?
La chispa la tenemos todos, pero la chispa ha de formar un cuerpo de gloria y este cuerpo es inmortal y con este cuerpo resucitamos y lo que le añadimos a este cuerpo, mientras se forma, queda para la vida siguiente.
¿Batalla firme por lo tanto frente a los egos…?
A los enemigos que tenemos dentro de nosotros hay que tratarlos con firmeza. A los de fuera, con amor.
La enseñanza es extraordinariamente positiva. “¡Alegraos, decía el Maestro, todos sois ricos, puesto que todos tenéis debilidades! Pero es indispensable saber utilizarlas para ponerlas a trabajar!”. Éste es el arte de la alquimia espiritual, un arte verdaderamente extraordinario, cuyas armas son la sabiduría y el amor, sabiduría para separar lo sutil de lo grosero y amor por el alto ideal, para dirigir hacia él la savia bruta que nutre nuestros defectos.
¿Qué futuro le depara a la humanidad?
Estamos en un tiempo apasionante y crucial. La actual situación mundial no tiene futuro. Incluso en las apariciones marianas se habla en lenguaje simbólico de tres días de oscuridad. Se acerca una crisis de parto. Tiene que morir un mundo y nacer otro nuevo.
Ha de ocurrir un cambio radical, pero es preferible que ese cambio se dé a partir de una toma mayoritaria de conciencia positiva.
¿Días difíciles por delante?
El Maestro afirma que había orado e incluso ofrecido sacrificios al Cielo para que el “mal cuarto de hora”, la crisis de purificación planetaria que nos aguarda, no ocurra en realidad; pero, sin embargo, éste debe suceder.
Aún y con todo, el Maestro apuntaba que no debíamos tener miedo, si trabajábamos para la Luz, si teníamos la conciencia despierta y respetábamos las leyes divinas. Insistía que lo que está por venir nunca ha tenido lugar en la historia de la humanidad, que es una luz tan extraordinaria la que viene que tendremos que estar preparados para resistir esa alegría, porque es más difícil resistir la alegría que la pena.
Decía también: “Una noche larga y oscura se acaba… Un tiempo nuevo empieza para el mundo. El nuevo sol del amor, la sabiduría y la verdad brillará como nunca…”
Prima por lo tanto universalizar esta enseñanza…
La ideas tienen que estar al alcance de la gente y la gente vendrá a los centros masivamente, pero esto ocurrirá después de los acontecimientos que comportará la crisis planetaria. “La gente vendrá en masa y tenéis que estar preparados”, recordaba el Maestro.
Insistía en que eran necesarios núcleos fuertes capaces de transmitir una enseñanza vasta y rica, que aplica las ciencias sagradas en la vida cotidiana. Las ciencias sagradas son la Alquimia, la Astrología, la Cábala y la Magia. La Alquimia está relacionada con el proceso de nutrición, la Astrología está relacionada con la respiración y la circulación, la Cábala con el pensamiento, y la Magia con los gestos.
Hay mucho canto en sus comunidades…
Los cantos fueron compuestos por el Maestro Peter Deunov, que era músico e iniciado, y se mantienen las palabras en búlgaro, porque cada sonido cumple una función especial. Son muy buenos para desarrollar y purificar los chakras. Armonizan los corazones y preparan buenas condiciones para la meditación.
El canto es por lo común una manifestación del corazón que predispone a la armonía. La armonía es a su vez una condición imprescindible para poder trabajar en el mundo de la paz donde el pensamiento es fuerte.
Nos consta que le dais mucha importancia al ejercicio del “láser espiritual”, ¿nos puedes decir en qué consiste éste?
Un “láser” bien hecho es un gran bien para la humanidad. Es preciso hacerlo con toda convicción. Es una respiración de luz. Primero inspiramos, subimos, hasta el mundo del silencio luminoso, y allí trabajamos con la luz, desencadenamos las fuerzas luminosas. Luego, espiramos, y, con la palabra, les damos a estas fuerzas un cuerpo y una dirección para que puedan actuar hasta lo más profundo de la materia para purificar, armonizar, vivificar y resucitar el mundo.
Un “láser” bien hecho vale toda una vida. Cuanto más arriba actuemos, más poderosa es la acción, más repercusión tendrá nuestra acción.
Es un trabajo muy sutil…
En efecto, está basado en la intensificación de la vibración, que depende del grado de consciencia y de amor, y también del factor colectivo. Es un ejercicio de grupo, de un grupo de personas que, con su mejor voluntad, han hecho un trabajo de purificación y de armonización, con los ejercicios y los métodos preconizados por la enseñanza, que tienen un objetivo común, que es dar gloria a Dios y acelerar el trabajo de preparación de las condiciones para la venida a la tierra del Reino de Dios y su justicia, y que unifican sus energías y se ponen en la misma longitud de onda, concentrándose en la luz.
La concentración se vuelve contemplación y después identificación, y la vibración se amplifica exponencialmente, análogamente a como sucede en el rayo láser con la luz física. Entra entonces en juego el efecto resonancia, miríadas de entidades luminosas que vibran en esta longitud de onda se ponen también a vibrar. Entonces se produce un desencadenamiento impresionante de fuerzas en el mundo luminoso. Nosotros sólo hemos sido el punto de arranque. Luego a estas fuerzas, como dijimos antes, les damos con la palabra un cuerpo y una dirección para que actúen también en el mundo físico. Para que la humanidad se transforme y venga pronto la edad de oro, el reino de la luz y del amor.
El Maestro decía que gracias al “láser espiritual” se transformarán las mentalidades y vendrá la edad de oro.
Hay que tener fe para hacerlo con convicción…
Participar conscientemente y con amor en este trabajo, aunque sólo sea aportando un “granito de arena”, es algo digno y glorioso, capaz de despertar nuestras fuerzas dormidas, de inflamar nuestros corazones y de iluminar definitivamente todo nuestro futuro. ¡Todo es posible con la ayuda del Cielo!
En base a toda esta reflexión, el trabajo espiritual, puede llegar a ser más importante que el desarrollado en el plano físico…
Hay que mover sillas y mesas, hay que mover corazones, hay que mover mentes, pero es importante mover el mundo espiritual, puesto que éste desencadena todos los demás. Eso es hacer manar el agua viva que viene desde el trono de Dios hasta nosotros a través del Sol. Hacer manar el agua viva es vivir la vida verdadera. “Haced manar el agua y todo lo demás se pondrá en su sitio”, decía el Maestro.
¿El cometido principal de la Fraternidad Blanca Universal?
El Maestro Omraam partió en el 86. Desde entonces hemos estado aunando fuerzas, formando núcleo para tratar de hacer este trabajo con la Luz.
Trabajamos para la humanidad, no para nosotros mismos. La Fraternidad tiene algo concreto que hacer, y eso hay que tratar de hacerlo lo mejor posible: hacer manar el agua viva. Los que beban de esa agua habrán de desarrollar su labor en la sociedad con iniciativa y creatividad total. Los resultados ya dependen del Cielo.
Sabemos que hay muchas familias espirituales que trabajan para la Luz. Pensamos que cada persona debe buscar la suya, aquélla con la que su alma vibra en sintonía. Y, cuando la haya encontrado, trabajar con ella en profundidad. Cada uno debe dar su “nota”, en toda su pureza, consciente de que es propia, particular, pero consciente, al mismo tiempo, de que la “nota” que da el que está a su lado es tan válida como la suya. Y de que arriba, con todas estas “notas”, dadas con pureza, respeto y buena voluntad, hacen una sinfonía sublime, grandiosa.
Por eso en la Fraternidad aspiramos a que se mantenga la enseñanza en toda su pureza. Y, al mismo tiempo, a tejer lazos de amistad y de colaboración, en un marco de claridad, buena voluntad y respeto mutuo, con todas aquellas familias espirituales que trabajan con la luz y para la luz.
Para hacer este trabajo es importante conformar un núcleo de personas bien armonizado y entregado. Después vendrá más gente. Primero hay que poner el uno, y después los ceros, ceros a la derecha del uno, no a la izquierda. Mantener un equilibrio dinámico entre la calidad y la cantidad no es fácil, pero hay que intentarlo.
Servicio y más servicio…
Podemos pagar el karma con el trabajo con la luz o con el dolor, es preferible que nos empleemos en el trabajo con la luz. Incluso los apóstoles murieron martirizados porque debían pagar un karma. Hay leyes cósmicas que no se pueden eludir. Si siembras patatas, recoges patatas, si siembras bien recoges bien, si siembras…
¿Todo es una siembra para el mañana…?
En esta vida podemos cambiar pocas cosas. Apenas nada en lo que se refiere al cuerpo físico, la tierra. En cuanto a las emociones, el agua, ya podemos cambiar más. En los pensamientos, el aire, todavía más. Por último en los designios o el fuego tenemos el mayor margen de maniobra.
Si nos fundimos con la divinidad ya seremos absolutamente libres. En el presente estamos determinados, pero a la vez somos libres. Esta es nuestra gran paradoja. La libertad que tenemos ahora consiste precisamente en preparar nuestra próxima encarnación física, con la actitud, el punto de vista y, sobre todo con el ideal, con los que afrontamos el escenario y los acontecimientos que estamos viviendo en la presente encarnación.
¿Hemos de alentar por lo tanto ese ideal superior…?
Así es. A veces irrumpe en nosotros el lado divino y entonces vivimos experiencias sublimes, fulgurantes, como relámpagos divinos. Hasta nos puede ser dado a descubrir ese tesoro de luz que constituye la enseñanza superior, la “perla escondida”.
¿…y dominar la personalidad?
El aspirante, que se analiza en profundidad utilizando los criterios luminosos de la enseñanza, se va haciendo consciente, cada vez más, de su verdadero estado y situación, y siente que, si se deja llevar por la personalidad, su destino es inevitablemente triste y miserable, y que, en cambio, si pone la personalidad al servicio del ser superior se va a abrir ante él un camino creativo, apasionante, real, un futuro glorioso y luminoso.
¿Cuándo llega el momento definitivo?
Cuando el hombre ha comprendido y sentido lo esencial, con todas las fibras de su ser, y se decide totalmente a buscar la “Cabeza Venerable”, su Yo superior . Entonces le suplica, desde lo más profundo y auténtico de su ser, que se siente en su Trono y tome las riendas de su existencia, porque quiere cumplir los planes de Dios y servir al Cielo, completamente. Dice: “Señor, empiezo a darme cuenta de que sin Ti, sin tu Luz, sin tu Inteligencia, yo no soy nada. Estoy hastiado de mí; por eso estoy dispuesto a servirte, a hacer algo para tus hijos, para el mundo entero”.
Éste es un momento crítico, decisivo, en toda nuestra cadena de existencias; se produce un cambio de polaridad entre la personalidad y el ser superior. La “Cabeza Venerable” toma las riendas de nuestra existencia y sólo entonces empieza verdadera y plenamente el gran trabajo de reintegración.
¿En qué consiste ese trabajo?
Es una gigantesca tarea de organización y de purificación interior para restablecer en nuestra conciencia la conexión permanente con nuestra parte divina, que perdimos en la “caída”, con el descenso en la materia.
¿Cuándo sabemos que este trabajo ha llegado a buen término?
Cuando recibimos la gracia de la comunión con el mundo divino. Se abren caminos entre el plano astral y el plano búdico para desencadenar en el primero corrientes divinas y la Ambrosía se vierte en la Copa.
Entonces podemos decir verdaderamente, con toda propiedad : “Señor, todo lo que poseo te pertenece, sírvete de mi para el triunfo y la gloria de tu Reino. Yo cumpliré tu Voluntad. ¡Que tu Amor, que tu Sabiduría y que tu Poder se manifiesten a través de mí”.
¿Nuestro objetivo es pues establecer ese puente?
Así es. Restablecida entonces la conexión permanente con los mundos de arriba, podemos manifestarnos plena y definitivamente como hijos de Dios que comunican el Cielo y la tierra con la respiración sagrada, con la respiración de luz.
La Redacción