Setecientas personas ocuparon el pasado 25 de septiembre el aforo principal del Palacio de Congresos de Madrid en la celebración del acto denominado “+ Consciencia”, organizado por Fundación Ananta y que DM se celebrará a partir de ahora con una periodicidad anual. Este evento, junto con el del “Contigo somos + Paz”, el «Festival de Mantrams» y las meditaciones mensuales conforma el elenco de actos públicos organizados por Ananta.
Para esta primera ocasión, Ananta ha tenido el privilegio de contar con dos conferenciantes de gran nivel: BK Jayanti Kirpalani, directora para Europa de la Universidad Espiritual Brahma Kumaris y Mario Conde, empresario, escritor y conferenciante en temas de calado profundo. Y ambos, por encima de todo, amigos y personas de bien.
Tras la bienvenida y presentación a cargo de José Luis Capita, patrono de Ananta, la hermana Jayanti comenzó compartiéndonos la preocupación que albergaba desde hace mucho tiempo en el sentido de qué podía hacer ella para aliviar la pobreza del mundo. La hermana no tardó en percatarse ya de muy joven que su vida no lo era exclusivamente para su propio bienestar y placer. En esa búsqueda del sentido profundo de su vida, su encuentro con el fundador de Brahma Kumaris, Brahma Baba, que para entonces contaba ya 92 años, fue definitivo. Él fue quien la inspiró a una vida de servicio, quien la introdujo en una actitud de superación personal como mejor camino para contribuir al bien de la humanidad. Ya en 1968, Brahma Baba le reveló la importancia de eliminar defectos como orgullo, avaricia, lujuria…, para poder disponernos a ayudar verdaderamente al mundo.
“A veces olvidamos que somos peregrinos”, comentó esta mujer de aspecto frágil, pero de enorme fortaleza interna. “Mientras que caminamos nos dirigimos a la perfección. El viaje y el destino es el mismo. Si mi destino es la paz, mi viaje es de paz. No podemos luchar para conseguir la paz. No podemos combatir contra nadie para encontrar la paz. El propósito superior precisamente de los humanos es encontrar la paz, es vivir una vida de felicidad y poder compartirla con los demás”.
Seguidamente la hermana Jayanti se esforzó en el sentido de intentar aclarar una extendida confusión tendente a identificar al ser humano con un cuerpo: “Nos olvidamos de quiénes somos. Llegamos a pensar que somos este cuerpo y esta materia, sin embargo nosotros somos almas encarnadas en un cuerpo y nuestro propósito ha de ser manifestar cualidades superiores. Conectados a nosotros mismos, la vida entera es una constante manifestación de paz.”
Al abundar en la idea de que la vida es siempre aprendizaje, la representante de Brahma Kumaris, subrayó cuatro importantes aspectos que convendrán cultivar en nuestras vidas: el entendimiento de la verdadera naturaleza humana; la búsqueda de un tiempo para el cultivo de ese Ser, para estar con el Creador; una vez alcanzado ese nivel más elevado, transparente y espiritual, será preciso buscar una aplicación práctica de la espiritualidad; por último habremos de comprometernos en una vida de servicio, ya con el pensamiento, ya con la palabra, ya con la acción.
Llegada a este punto, la hermana se detuvo en la definición del servicio, indicando que consiste en la utilización de nuestro tiempo, de nuestros valores como un tesoro, que de una forma voluntaria, ofertamos a los demás. El punto de arranque del servicio deberá ser el Ser: “hay que dedicar un tiempo para ir hacia dentro y contactar con el Ser, para reconocer que fui creado a imagen y semejanza del Divino y que los egos en realidad no forman parte de mí.”
Por último la hermana Jayanti se explayó en torno a los beneficios de la meditación. Apuntó que mediante esta práctica fundamental podemos seleccionar los pensamientos que deseamos tener: “elijo el amor. Ya sé dónde encontrarlo, yo sé que en lo profundo de mí puedo encontrar una fuente inagotable de amor. Hasta ahora le he puesto barreras y defensas, pero ahora esas barreras se disuelven. Descubro así la belleza del amor puro. Reconozco esto como un regalo del Divino. Mientras alcanzo este amor puro, me doy cuenta de que ése es fuente interior, de que ese amor sana el alma. Durante tiempo he llevado heridas, pero ese amor puro limpia el alma. Ese amor divino se irradia al universo, despertando la esperanza. La naturaleza así se sana y se restaura la armonía en el planeta. El mundo se cura con el poder de este amor. ¡Que podamos mantener esa luz y ese amor dentro de nosotros! Ahora sabemos que este es nuestro propósito en la vida: ser un instrumento para compartir este amor puro, de forma que otros puedan sanar y el mundo vuelva a estar unido. La meditación es también un instruemento para sanar el planeta. Lo podéis comprobar.”
Mario Conde por su parte arrancó su intervención con la rotunda afirmación de que ser empresario o financiero no inhabilita para vivir la espiritualidad. Se congratuló también, al igual que la ponente precedente, de la singularidad de la cita, de que todas las personas presentes hubieran prescindido de sus compromisos y compras de sábado por la mañana para reunirse allí y crear un quantum de conciencia.
Para el conferenciante la espiritualidad consiste en mantener una conducta humana digna en todos los actos de la vida, encontrarse con uno mismo, superar el nivel de lo orgánico. Cuestionó a continuación la actual vigencia de una ética laica “que nos puede llevar al hedor y al esperpento”. Saludó también un tiempo en el que la ciencia permite corroborar verdades esotéricas ancestrales, aunque dio prioridad al conocimiento íntimo e intransferible: “si yo albergo la experiencia de Dios dentro de mí, como algo que llevo dentro, ¿qué me puede aportar el científico sobre esa experiencia?” Alertó sobre el peligro de las creencias absolutas que se imponen a sangre y fuego. “Si la función del ser humano es eliminar al humano en función de su creencia, mal vamos…”
El conferenciante cuestionó la erudición en general: “la erudición no nos hace mejores. El pensamiento es el camino más inútil para vincularnos a la Divinidad”. Aludiendo a un clásico sufí sentenció: “cualquier cosa que pienses que es Dios, que imagines que es Dios, eso no es Dios”. En consonancia con los postulados de otra tradición oriental afirmó también concluyente: “el Tao que se puede explicar no es Dios.”
En un tono más personal y aludiendo a experiencias propias, el orador nos compartió que la privación de libertad crea unas condiciones que nos permiten volcarnos sobre nosotros mismos. En esa misma línea de revelar situaciones personales que le han ayudado en su crecimiento, mencionó también la experiencia de la muerte de seres queridos. En ese sentido, afirmó lo mucho que le había ayudado la oración: “rezar es cultivar el silencio. Rezar sin pedir nada y quedándote quieto.”
Mario Conde finalizó su alocución con un llamado al recogimiento sincero, a limpiar nuestro interior, también a no juzgar en función del aspecto externo. Hizo especial énfasis en la urgencia de hacer un sitio a Dios en nuestras vidas: “Dios puede vivir en cada uno de nosotros. Sólo hace falta que le hagamos un sitio en nuestro corazón. Hay que hacerlo de verdad y sentirlo como una emoción especial”. Conde dejó la palabra, no sin antes subrayar la importancia de actos como éste, en el que se persigue la conformación de una masa crítica de gente con pensamiento positivo y enfocado.
Tras el intermedio y la hermosa actuación musical de Ocno y el vibrante recital de poesía de Miguel Ángel Calle, Joaquín Tamames, patrono de Ananta junto con José Luis, introdujo la parte final del acto, consistente en un programa de preguntas a los dos oradores principales, y animando previamente a la audiencia a intentar, como escribió Mark Twain, a ser osados, pero cambiado la palabra «osado» por «puro»: “Sed puros y fuerzas poderosas vendrán en vuestra ayuda”…
A la pregunta de ¿Qué entiende por espiritualidad?, BK Jayanti contestó con triple respuesta “estar en la conciencia del ser eterno, experimentar la conexión con el Divino y el servir con amor”. Mario Conde aludió al sentido trascendente de la vida: “estamos por y para algo”, y equiparó la espiritualidad al sentido de humanidad: “no cabe la espiritualidad sin conciencia de humanidad”.
A la pregunta de ¿Cómo trata de vivir a Dios en su vida”, Conde aludió a palabras suyas de la conferencia, subrayando la necesidad de hacerle un hueco en nuestra existencia cotidiana y añadió: “conscientes del ser de luz que somos, podemos ver también al otro como ser de luz. Si sólo lo vemos con forma física, no vemos al ser como es en realidad”.
Sobre el significado de la oración consciente, la contemplación y la meditación, Conde apuntó a la necesidad de limpiar a diario nuestro interior dada “la basura que se acumula”. También desmitificó el sentido de la meditación con estas palabras: “meditación no es cruzar las piernas, es disolver la individualidad, sentirse integrado en algo que nos trasciende. Meditar es dejar de ser notas para ser melodía.” La Hermana insistió en la importancia de llegarnos al Ser Supremo sin pedir nada, sin ponerle delante nuestra “lista de la compra”. Subrayó igualmente la necesidad de calmar la mente, de forma que Dios pueda llegar hasta nosotros.
Ante la cuestión de ¿Cómo salir de conciencia semidormida?, la hermana invitó a volcarse hacia dentro, sin necesidad de que una crisis o una tragedia nos empuje a ello. Conde aludió a la dificultad de que un hombre dormido pueda despertar a otro dormido. También señaló: “nos creemos que lo que vemos es real. Sólo revoloteamos en la superficie. Hay que hacer cosas como ésta en las que podemos sentirnos partícipes de toda una humanidad.”
Joaquín Tamames les lanzó seguidamente la comprometida pregunta siguiente: “¿Qué recomendarían a los líderes mundiales para que bajen las armas y busquen la paz?” La hermana no ahorró firmeza al declarar, en conformidad con la ley de analogía, que cada pueblo tiene los líderes que merece: “si un conjunto de personas se mueven por instintos violentos, así se moverán también sus líderes”. Conde por su parte exhortó a los políticos, líderes y jueces de cada lugar para que tuvieran criterios de interés colectivo y no particulares.
Sobre la figura de Jesús, la hermana dijo que es la energía del amor encarnada en la Tierra. Conde por su parte confesó su condición de cristiano. Sobre la cuestión, ¿A qué hemos de renunciar para sentirnos libres?, Conde apuntó a la necesidad de superar el deseo que nos ata: “el deseo por ejemplo de poseer en exclusiva el amor de una persona”. Declaró su asombro ante las noticias de financieros que se suicidan al perder bienes y pertenencias: “no debemos ser nuestras cosas. El apego incluso a otra persona coarta la libertad”. En esa misma dirección, la hermana fortaleció la idea de la necesidad de permanecer libres de deseos y apegos: “aquello que me hace dependiente se convierte en mi carga.”
Sobre la gracia como superación del intelecto, BK Jayanti declaró que estamos expuestos a más información ahora que nunca: “el ser humano debe seleccionar aquello que le sea útil. Aplicar ese criterio en nuestras vidas es sabiduría. Ser sabio es también querer a los demás como si fueran uno mismo. Ser santo es igualmente sentir al prójimo como si fuera yo.”
Por último, sobre la muerte la hermana afirmó también de forma clara: “yo no tengo un alma, yo soy un alma. Yo tengo un cuerpo. El cuerpo no puede decir que tiene un alma. Es muy importante llegar a esa experiencia. Yo, el alma, pertenezco a Dios más allá del tiempo y del espacio. Yo tomo este cuerpo para experimentar este viaje. El alma se separará de este cuerpo. El alma no morirá, es el cuerpo el que un día llegará a su final. El alma es eterna. Una vez esa alma ha completado un rol en una vida en la materia, prosigue su periplo. Si en el viaje logramos vivir en el amor de Dios, experimentaremos algo de la infinita y futura paz.”
Koldo Aldai, Fundación Ananta, 27 septiembre 2010