Una de las funciones de la mano es la de permitirnos entrar en contacto con los seres. Cuando encontramos personas que conocemos o incluso desconocidas, les dirigimos un saludo o les damos un apretón de manos. Pero la mano no es solamente un medio de entrar en relación con los seres humanos, gracias a ella, podemos entrar también en relación con la naturaleza.

Cuando abrís vuestra ventana o vuestra puerta, por la mañana, acostumbraros a dar un saludo al cielo, al sol, a los árboles… Decid buenos días a toda la creación. Os preguntaréis: «¿Pero esto es útil? ¿Sirve de algo?» Sí, sirve para comenzar el día con un acto esencial: os unís a las fuentes de la vida. En respuesta a vuestro saludo, la naturaleza entera se abrirá también a vosotros, os enviará energías para todo el día que comienza, y os sentiréis más vivos.

Omram Mikhäel Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta