Clara:

Escribir tiene una carta de un folio para decir lo que significas para mí es muy impresionante.

Cada día que te baño y veo tu cuerpo, me pongo a llorar de emoción y agradecimiento. Tu llegada me hace profundamente feliz y me deja desnudo de cosas secundarias. Sólo tengo miedo a la muerte por no faltarte (lo decía Ausiàs March «yo temo la muerte por no serte ausente»).

Tengo pocas cosas, poquísimas, esenciales: no te puedo fallar a ti, ni a tus hermanos, Adrià y Martina. No puedo fallaros nunca.

Pienso en muchas cosas que me importan y que te quiero ofrecer: una buena educación, donde entiendas el placer de leer, de escribir, de entender cosas. De las cosas que tienen que ver con la ciencia, con la vida, con la gente.

Quiero mostrarte cuadros y músicas bonitas. Quiero que te puedas conmover con la belleza de la naturaleza o de las cosas creadas por otros.

Quiero que descubras y disfrutes la inmensa fuerza de la amistad. Y la del amor. Aquellas amistad y amores que no te hacen daño, o, que cuando te lo hacen, no es desde la maldad o desde la crueldad, sino desde la gente que aprende y que no lo sabe hacer mejor y, en todo caso, un daño que te haga fuerte, que no te anule. Aquello que dijo San Agustín «no es bueno sufrir, pero es bueno haber sufrido».

Te querré regalar cosas. Espacios, miradas, viajes. Pero también el hilo conductor constante de que notes el amor de tu madre, de tus hermanos, de tus abuelos en Argentina, de todos tus parientes (los míos, los de tu madre). No tienes ni idea de cómo echo de menos poder hablar de ti a mis padres!

Me hago mayor. Te llevaré a la escuela y pareceré tu abuelo. A mi no me importa. Sólo me importa tu felicidad. Poder disfrutar de este privilegio de lugar donde has nacido y hacer para que merezcas lo que has recibido. Que aprendas que el trabajo y la salud y amor y el estudio son,-deben ser-, tu norte.

Ojalá descubras pronto y a fondo tus talentos. Leonard Cohen decía que con los dones vienen aparejadas las advertencias. Espero que sepas mover bien tus cartas que la vida y nuestra educación te den.

Clara, soy tu padre. Y de aquí a la fin del mundo te cuidaré. Esta es la primera frase que te he dicho (dentro y fuera de la barriga de tu madre). Yo haré por ser un hombre fuerte, e intentaré estar a la altura de este regalo.

Han pasado muchas cosas en mis 50 años. Muchas. Yo he vivido con mucha prisa, con mucha fuerza y sin miedo.

Ahora toca estar a la altura del regalo de tu vida. Te digo lo mismo que le he dicho siempre a tus hermanos, que son una maravilla: te quiero más que el aire que respiro.                                                 

4 marzo 2012{jcomments on}