Cuando Antonio sugirió el mural, yo tenia mis dudas, pero empecé con los bocetos, con mente occidental. Al llegar allí quise poner en marcha lo que había decidido, no contaba con nuestras diferencias. El mural, quería que todas las niñas participaran, dejándolas escoger el color de su globo. Fue un autentico divertido desastre, lo pasaron en grande, al llegar del colegio se encontraron con el boceto ya en la pared, con sus nombres, sus caras de sorpresa, de alegria al ver los boles con los colores, las brochas esperándolas para dar color a su globo. Sólo ver sus caras, y la rapidez con que fueron a cambiarse para poder empezar el proyecto. Al día siguiente tuve que cambiar la mayor parte del boceto, los nombres escritos en diferentes letras, los colores iguales. Pero fue divertido, jugaban con las brochas, algunas querían pintarte la cara, divirtiéndose, divirtiéndonos.
No sabia que podia hacer yo en Calcuta por este proyecto, pero en ese momento me sentí llena de gratitud por poder hacer felices aunque solo fuera un ratito a estas niñas, el compartir con ellas esto ha sido bonito, descubrir sus caras cada dia, cuando llegaban del colegio y miraban el muro y descubrían su nombre, muchas me llamaban Tinu-Didi, su nombre estaba mal escrito, el color del globo no les gustaba, querían otro color, las convencía de que no estaban terminados, que esperaran, ladeaban su cabeza en señal de aceptación, ese gesto era uno de los que mas me conmovía.
El último dia, llegaron del colegio y se pusieron su traje verde, todas iguales, todas sabíamos que era el último día que estaríamos juntas, que esa foto que íbamos a hacer, significaba el adios, yo había prometido no llorar, las más duras no se acercaban ni a bromear, pero las veías mirar de reojo, empecé a hacer el ganso, a la hora de la foto no sabia donde ponerme, así que me tiré al suelo, delante de ellas, al menos conseguí una carcajada, y todas nos relajamos un poco, bueno Maria me riño, me dijo que esa postura no era seria, pero era mi manera de sacar la tristeza fuera de mi alma. Estas niñas te enganchan, no piden nada, pero te dan su cariño. Que las niñas que parecían duras, que al principio no te dejaban acercarte, vinieran y te dijeran vuelve, y escribe, abrazándote, te lo repetian una y otra vez, y yo tratando de no llorar, de no mostrarles que habian calado hondo en mi alma, que antes de irme, ya estaba deseando volver.
Mi agradecimiento a Fundación Ananta, a Antonio y Maria que compartieron su tiempo conmigo mostrándome Colores de Calcuta y su trabajo diario. Gracias a mis compañeras de viaje Yulia, Susana y Begoña, con quien compartí esas vivencias que nos llegaron tan hondo en nuestro corazón. Gracias a Prunita por su paciencia ante la invasión de Anand Bhavan.
Tinuca Revolvo, 2 marzo 2012