Queridos amigos de Ananta,

Adjuntamos la nota recibida sobre la conferencia de Ramiro Calle en San Sebastián pasado mañana. Animamos a acudir a los que estéis cerca.

Como en un buen número de años anteriores, ofreceré una conferencia más en el Palacio de Miramar de San Sebastián. Tendrá lugar el sábado día 2 de agosto a las doce de la mañana y tiene el título de «EL ALMA O LA GRACIA INTERIOR». Ejercerá de presentador, como en tantas otras ocasiones en mis actos, Joaquín Tamames. La conferencia será seguida por ejercicios de meditación y coloquio.  El alma es el maestro interior. No importa que connotación diferente le procure cada persona ni si unos consideran esa esencia, núcleo o base, como trascendente o no, mortal o inmortal. Da igual, porque llamémosle alma, ser, vacío primordial, energía intuitiva o lo incondicionado, es la gracia que mora en uno mismo y que se manifiesta como un impulso sagrado que nos alienta a buscar lo que está más allá del limitado conocimiento ordinario. Nadie nos puede dar esa gracia, porque si fuera adquirida, volvería a perderse. Si viniera de afuera, no nos pertenecería. Esa gracia no es para ser creída, sino experimentada. Como creencia no transforma, pero como experiencia muta la consciencia. Unos le llaman la Presencia, otros lo Incondicionado o Absoluto, otros lo vacuo y Krishnamurti, para evitar la limitación de las palabras, lo inmenso o lo otro. Los hindúes le denominan Sat: lo que es. Se manifiestra en el silencio de la mente, y de ahí la antigua instrucción del yoga: «Cuando el pensamiento cesa, se revela la luz del Ser». Esa gracia es el maestro interior, el sat-guru, el sustratum. Los protagonistas de mis novelas espirituales (El Faquir, el Templo de Hielo, Las Siete Iniciaciones, La Alegria del Alma, En Busca de la Paz Interior, Los Ojos del Corazón o la Devadasi) siempre han sido buscadores de esa gracia interior, que les ha conducido a viajar en pos de mapas espirituales, claves místicas e instrucciones iniciáticas para indagar y escurdriñaren lo suprasensible. Como reza el antiguo adagio: «Una persona sin la Enseñanza es nada». Afectuosamente, Ramiro Calle.