En el Palacio de Congresos de Madrid nos hemos reunido hoy unas 700 personas en torno al acto + Consciencia. Esperábamos llenar el aforo de 1.909 personas, pero nos hemos quedado cortos. Quizás el sábado no es buen día, o quizás no hemos hecho suficiente publicidad, es difícil valorarlo.

Al ser menos personas, el acto ha sido muy íntimo, como en familia. Era una familia bonita la allí reunida, mujeres y hombres inmersos en el personal proceso de intentar vivir con más armonía y equilibrio en este mundo que no llama ni a la armonía ni al equilibrio.

Hemos contado con tres ponentes que han hablado desde la experiencia personal y que han llegado creo que de modo profundo a los reunidos. “El sentido de la vida” es un tema que puede dar mucho de sí, y ha sido orientado de distinta forma por la Hermana Jayanti y por Mario Conde. La síntesis que yo extraigo de sus ponencias es que la vida tiene significado solo si va acompañada del sentido de la trascendencia y del servicio, que manan del propio conocimiento del ser. Me quedo también con la idea de que podemos aspirar a ser deidades, pues esa es nuestra filiación divina. Hay camino por recorrer, pero ahí hay un horizonte.

Miguel Angel Calle ha recitado sus tres poemas con pasión. A mi me parece que su interpretación es tan generosa y entregada que él solo es una compañía de teatro, tanta es la pasión y la fuerza que regala. Y la música interpretada y bailada por OCNO me ha parecido muy hermosa y me he quedado con ganas de más. Y hemos contado con muchos voluntarios que han llegado a las 8 y se han ido a las 4. Su entrega ha sido generosa, bonita y limpia. Les mando un pensamiento de agradecimiento y de mucho afecto.

En el Palacio había muchos amigos que han venido desde muchos lugares: Casablanca, Melilla, Lisboa, Marbella, Cartagena, Sevilla, Valencia, Zaragoza, Barcelona y Bilbao son algunos de los lugares que me vienen a la cabeza ahora. La Hermana Jayanti ha salido de Oxford a las cuatro de la mañana para estar con nosotros. Y Mario desde su querida Galicia. Pienso que todos ellos han sido bonitos viajeros, llevando con ellos la antorcha de la humanidad que quiere reinventarse  entendiendo la interrelación de todo y de todos. Yo he sentido que había paz y armonía, y que algo se movía en los planos sutiles.

Al final del acto hemos recibido una mirada muy hermosa, la mirada del rishti, de alma a alma. Es un regalo que nos ha hecho la Hermana Jayanti, recorriendo con su mirada toda la sala mientras sonaban las notas musicales de Deuter. En esa mirada había mucho amor y mucha sabiduría. Yo siento que ese mirada, ese regalo, me dará fuerza en momentos de debilidad y quiebra, y calor en los momentos de introspección y de gozo.

El acto me ha hecho bien. Ya  cae la tarde, y estoy en silencio, guardando en mi interior la llama que entre todos hemos alimentado esta mañana. Pienso que el reto es guardar esta llama, este hogar, no contaminarlo con lecturas, imágenes o conversaciones vanas. Al contrario, centrarme en esa llama para que crezca más y más.

Siento más amor por el mundo tras este acto. Puede que a algunos les parezca inútil este tipo de manifestaciones, alejadas del intelecto y de la razón. Pero noto que la fuerza del grupo enfocado es una fuerza superior. Me siento apenado por no haber sido capaz de convocar a más personas, pues creo que los que hemos estado hoy reunidos hemos vivido una experiencia de pureza y renovación, y me duele no haber llegado a más gente.

Como dijo José Luis Capita al principio, hay que dar gracias. Gracias por todo, en verdad, en este camino que es la vida. Doy gracias a todas las personas que con su presencia, ayuda, compromiso y entrega han hecho posible este pequeño acto. Un pequeño encuentro de 700 personas en una ciudad grande y atareada en la que hoy lucía el sol.

Que ese sol brillante que hoy cubría nuestros cielos sea el sol que llevemos siempre en nuestro corazón, ése es mi deseo.

Joaquín Tamames, 25 septiembre 2010