9-1-06
Queridos amigos:
Con mucha alegría recibo vuestro obsequio que agradezco sinceramente. Regalar un libro en estas fiestas navideñas, mas si son de la estirpe de los escritos por Aïvanov y otros Maestros, es como enviar una corriente de aire limpio y fresco que renueva el ambiente denso y corrompido en el que estamos sumidos. Un gesto de buena voluntad consecuente con el pragmatismo espiritual en el que intentamos alinearnos.
En ocasiones estamos identificados con la lectura, muchas veces con el estudio, de determinados libros en los que confiamos como con los viejos amigos. Tales libros han ganado nuestra amistad y también nuestra confianza que nos lleva a consultarles en nuestros momentos “bajos”, buscando en ellos esa fuente de inspiración y de energía espiritual que nos pueda reconducir nuevamente a la comprensión del porqué de los problemas, sean propio o extraños y alumbrarlos con la luz e la verdad. Este libro que me enviáis, “Pensamientos Cotidianos”, entra de lleno es esta élite recoleta para desde ese recogimiento, iluminar la mente y calentar el corazón de los que a ellos acuden en busca de sabiduría.
Os repito mis mejores deseos de que este año, el 2006, os sea propicio en vuestro empeño de llevar la luz a lo que hoy es ofuscación, odio y codicia, y trasmutarlos en buena voluntad y amor para el bien de la humanidad.
Un fraterno y cordial abrazo de vuestro amigo y servidor: R. C. B.
16-1-06
Queridos amigos.
En el comienzo de este inquietante 2006, no quiero dejar de remitirle unas modestas palabras de estímulo y reconocimiento por vuestras preocupaciones de orden espiritual en los días navideños, abusivamente recargados de materialismo.
Cambiar el paradigma, buscar otro ejemplo, para la vida de los seres humanos en esta fase temporal tan desorientada, parece una tarea muy difícil, casi imposible, aunque paradójicamente la dificultad no consiste en el hallazgo de otro modelo sino en la recuperación del anterior, ese que guiaba a nuestros antepasados.
Es decir, se centra en la simple recuperación del respeto de nosotros mismos para desembocar naturalmente en el respeto hacia los demás, en el amor hacia el prójimo como si de nosotros mismos se tratara.
Sin embargo, por encima de las dolencias actuales, que , al final, servirán de elementos depurativos, como en tantas oteas históricas ocasiones, no debemos perder la sonrisa ni la esperanza, porque son alimentos indispensables en cualquier situación.
Con el afecto de siempre, recibe un fuerte abrazo, extensivo a todos los que te rodean de una o de otra forma.
G. H. J.