He aquí este librito bonito e íntimo, que se lee en una hora, y que ablanda el corazón. A nuestro alrededor, muchos intereses parecen querer lo contrario: endurecer los corazones. Y nosotros, bobamente, dejamos que se endurezcan, que cristalicen. Y sin embargo lo que hace falta es ablandarlos. No desde la sensiblería, la emoción barata, la bisutería, como también nos proponen con frecuencia (y nos dejamos proponer). Sí desde la comprensión de la unidad profunda de todas las cosas y de todos.

“Gracias por haberme permitido conocer a Oscar. … Gracias a él me he reído y he conocido la alegría. Me ha ayudado a creer en ti. Me siento llena de amor, de un amor que me quema por dentro. Tanto ha sido el amor que me ha dado que me queda para todo el resto de mi vida”.

Y gracias a Sonia por su regalo: en las oraciones del día quedan Oscar y Peggy Blue abrazados siempre.