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Estamos llegando a Calcuta, donde durante el sábado, domingo y lunes visitaremos las actuaciones que Fundación Ananta gestiona en esta populosa ciudad. Hemos salido de Barcelona, Bilbao y Madrid muy temprano y hecho escala en Frankfurt. Se trata de visitar la residencia de Anand Bhavan, en la que viven 30 niñas, el centro médico de Pilkhana, que atiende 20.000 consultas al año, y a nuestra contraparte local, la ONG india Seva Sangh Samiti. Viajamos con 18 personas que apoyan nuestro compromiso aquí, y que dan (y se dan) para ayudar, aunque todos seamos conscientes de que toda ayuda es siempre limitada y solo es una gota mínima en el océano de la necesidad e injusticia humanos.

Hemos tenido un ambiente de camaradería y expectación. Para algunos, es su primera estancia en la India, este país en el que vive el 20% de la humanidad.

El Dalai Lama, en su libro “El arte de vivir en el tercer milenio”, nos ha regalado un cierre muy bonito que creo viene a colación de las desigualdades entre los seres humanos. Dice así.

“…procura no dar la espalda a los que tienen una apariencia exterior turbadora, a los mendigos y a los que no están bien. Trata de no considerarlos nunca inferiores a ti mismo. Si puedes, trata de no tenerte por mejor que el mendigo más humilde. Cuando estés en la tumba, serás como él.

Para terminar, quisiera compartir una breve plegaria que me sirve de gran inspiración en mi esfuerzo por beneficiar a los demás:

Ojalá sea en todo momento, ahora y para siempre,
Un protector para todos los que no tienen cobijo,
Un guía para los que se han extraviado,
Un barco para los que han de atravesar océanos,
Un puente para los que han de salvar los ríos,
Un refugio para los que corren peligro,
Una lámpara para los que no tienen luz,
Una salvaguardia para los que sufren acoso,
Y un criado para todos los que pasan necesidades”

El viaje ha sido largo y ya divisamos las luces nocturnas de esta enorme ciudad en esta noche de enero. Algunos, en silencio, damos gracias a Dios y a la vida por sus regalos, por su generosidad. Y ojalá como nos dice el Dalai Lama, cada uno en su pequeña o gran medida, pueda ser siempre una lámpara para todos aquellos que no tienen luz.

Joaquín Tamames