Ayer bajaba en coche por la Cuesta de las Perdices para llegar a tiempo al concierto de Aba Taano. Iba un poco justo de tiempo y por ello un pelo agobiado.

Llovía copiosamente pero también hacia sol y el cielo estaba muy revuelto con muchas y bonitas nubes por las que se colaba el azul y también el sol.

Un precioso y enorme arco iris se instaló de repente en el cielo, en forma de puerta según se entraba en Madrid. “Símbolo ha de ser esto”, pensé con alegría. Me fue fácil circular, pude aparcar bien y cuando llegúe a la sala, ya había mucha gente dispuesta a entrar. ¡Todo sobre ruedas!

Y luego el concierto fue precioso. La sala estaba casi llena (300 personas) y el conjunto Aba Taano cantó a capella y bailó con gran fuerza y alegría. Un regalazo estar allí.

Se hizo un bonito triángulo entre España, India y Uganda, lleno de energía. Había muchos niños, bien bonitos. Y vinieron muchos amigos. Nos hizo muy feliz todo ello.

Pienso que todos salimos contentos e inspirados, con el corazón alegre y con la consciencia de sentirnos más unidos. Con ganas de compartir cosas buenas.

El arco iris, lleno de colores, nos anticipó esta alegría que hoy perdura.

JT