Convergencia planetaria con motivo del solsticio de verano (hemisferio Norte) del 2015. Cada quien al atardecer del 21 de Junio en su lugar, ya de forma individual, ya compartida.
La fiesta del fuego presidirá una vez más, dentro de unos días, el solsticio de verano. El calor, uno de los atributos del fuego, ha madurado la fría simiente enterrada en el oscuro y largo invierno. Los frutos, cualesquiera que sean, pronto serán visibles. El sol, la gran luminaria, el Padre Sol, el sagrado Inti de los Incas, se ha elevado por el horizonte celeste hasta su máxima altura de declinación alertando y recordándonos la inaplazable tarea de la elevación de nuestra conciencia. El sol nos anima a elevarnos sobre el oscuro invierno del miedo, la duda, la pereza, la vanagloria, la incredulidad internos…
Somos convocados a una eterna renovación, pero la llamada es si cabe más apremiante cuando el fuego se enseñorea. “Ignis natura renovatur integra” (El fuego renueva toda la naturaleza) El fuego de fuera llama al fuego de dentro y la alquimia sagrada de la renovación íntima bien se ubica en estos días de apogeo solar. En realidad existen tres tipos de fuegos, tal como apunta el Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov: “Existen miles de tipos, pero para simplificar yo los clasifico en tres categorías: el fuego físico, que no discierne entre buenos y malos sino que lo quema todo y a todos; el fuego astral o infernal, que tiene una predilección muy grande por aquéllos que desbordan pasiones, deseos, codicias, maldad, y que está siempre presto a lanzarse sobre ellos para consumirles, porque están completamente a punto para servirle de alimento; pero sobre los seres que están conectados con Dios o con los ángeles, no tiene ningún poder. En cuanto al fuego celestial, busca a aquéllos que son absolutamente puros y luminosos y, cuando los encuentra, se lanza sobre ellos, les inflama y los transforma en hijos de Dios, bellos, luminosos, brillantes como el sol.
El fuego físico, pues, no escoge, le da igual que alguien sea justo o injusto, no es asunto suyo, le quema. Pero los otros dos fuegos escogen… El fuego divino no desciende a cualquier sitio, es un rayo que no cae sobre cualquiera. Sí, es una especie de rayo; aquéllos que reciben la gracia, las bendiciones del Cielo, son fulminados por un rayo divino.”
Sumemos fuego con fuego, luz con luz, sumemos a la Luz que ya se enseñorea. Unámonos pues en el atardecer del 21 de Junio, en el arranque de este nuevo verano, de esta oportunidad de devenir más purificados por ese Fuego renovador. Unámonos en la convergencia meditativa que tantos grupos y movimientos preparan para la señalada fecha. Nuestro fuego purificador sea uno con el fuego del agradecimiento. Tal y como el Maestro Yogananda apunta, que nuestra gratitud sea invariable, que cuando el verano de la buena fortuna caliente el árbol de nuestra vida, fácilmente se cubra de fragantes flores de gratitud… Nuestro panal sea nuestro corazón, tal como sugiere el gran Maestro Yogui: “Durante el verano de la vida recojo la miel de las flores de las buenas cualidades, que crecen en los jardines del alma humana. Acopio la esencia de las excelsas flores del perdón, de los botones de humildad sutilmente perfumados, y de la rara floración de los lotos de pensamiento.”
En España un total de siete grupos, asociaciones y movimientos, varios de ellos de alcance planetario, nos hemos unido en la iniciativa “One calendar” (www.onecalendar.org) en el ensayo de testimoniar esa espiritualidad ancha, abarcante, unida en su esencia y manifestada en su pluralidad de formas.