Pensamos que los dirigentes mundiales deberían organizar y asistir a una marcha silenciosa en solidaridad con la terrible masacre de Garissa. No se trata de comparar tragedias y reacciones, sino de entender lo precioso de la vida humana en todo momento y circunstancia, independientemente de raza, religión y cultura.
Que cada uno respondamos a tanto y tanto dolor con lo mejor nuestro: con compasión y con amor por todos los seres sintientes. Esa es nuestra oración.