Muchos se extrañan de que, con su autoridad, su irradiación, un gran Maestro no produzca efectos milagrosos en todos los que se le acercan. ¿Pero qué creen? Un Maestro no puede volver mejores a aquéllos que se niegan a mejorar, porque, en su fuero interno, son libres. Se puede encarcelar a alguien, se le puede cortar en pedazos, pero, si él no lo permite, no se puede actuar ni sobre su corazón ni sobre su intelecto.

Un Maestro siempre puede dar conocimientos, eso es fácil, pero no puede cambiar el carácter y el temperamento de los humanos. Si estos dejan dormir a su alma y a su espíritu, si no tienen otras necesidades en la vida que las de dejarse guiar por sus instintos groseros, sin preocuparse de los desórdenes y de las desgracias que producen a su alrededor, un Maestro es impotente. Solamente puede tratar de hacerles entrever la belleza de este mundo del que tan alejados se encuentran por el momento, esperando que, en una próxima existencia, tengan el deseo de acercarse a él.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta