Dicen que la gente quiere lo que quiere y no lo que necesita, o le ayudaría, o le vendría bien, en cualquier área de su vida. De eso saben mucho los especialistas en marketing y publicidad a fin de conseguir las ventas de sus productos o servicios.

Está más que demostrado que la persona “compra” a nivel emocional, aunque después se justifica, a sí misma y ante otros, de manera racional. Si alguien o algo consigue hacerte sentir atractivo, deseable, especial, sexy, delgado, importante, guay, “cool”, o te divierte,  te tiene ya en el bote; o bien, si alguien famoso, mediático, que admiras o de “tu tribu”,  lo es o lo tiene ya, ese es el empujón definitivo para que nada te detenga en tu objetivo de lograrlo. Las omnipresentes y manidas excusas de “estoy en paro”, “no puedo permitírmelo”, “¿cuánto cuesta? en esta ocasión brillan por su ausencia. Ni se te ocurriría preguntar eso de “¿es gratis?”. Lo quieres y mueves “Roma con Santiago” para tenerlo.

Uno, a nivel racional, puede pensar o preguntarse, teniendo frescas en mente las dramáticas noticias, con que nos asustan noche y día, de crisis, paro, desahucios, pobreza, jóvenes sin futuro, etc, etc. ¿cómo es posible que haya largas colas de gente, jóvenes en su mayoría, esperando, desde la tarde anterior, para adquirir el Iphone 5 de Apple el primer día que se vende en España (PVP: 669-869 €)? ¿Cómo pueden estar 3 noches a la intemperie, y permitirlo los padres, chicas y niñas fans de Justin Bieber o Lady Gaga para asegurarse un buen sitio en el concierto tras haber pagado de 65-100 € por la entrada? ¿Cómo es que 20.000 jóvenes, con un 52, 1% de paro juvenil,  han pagado 25 € por asistir a la trágica fiesta de Halloween en el Madrid Arena? Auguran, desde ya, el llenazo en el próximo clasico R.Madrid-Barcelona con entradas a partir de 350 €… Y si, también en Cádiz, más de un centenar de personas hacen cola 24 horas antes de empezar la venta de entradas para Preliminares del Falla, en pleno mes de Enero…


Está claro, para esas personas, el juguetito tecnológico, tener a su ídolo cerca, ir a la fiesta a la que van todos sus “colegas” o quedarse ronco gritando en el campo de fútbol, es lo más importante del mundo; es lo que más desean y valoran; lo que les hace sentir las mejores emociones. Y están dispuestos a pagar lo que sea, en energía, tiempo, incomodidad o dinero, para tenerlo.

Para el resto puede que no tenga sentido; que sea un despropósito atendiendo a la situación o problemas que tiene esa persona o la sociedad en general; y no tenga una respuesta coherente a la cuestión de como alguien que apenas gana para sobrevivir o lo hace de subsidios, aplaude y colabora en que un futbolista gane 22,5 millones de € anuales, o un imberbe de 17 años cobre de 2,5 a 3 millones de $ por concierto.

Está bien que cada uno haga de su capa un sayo y le guste y valore o de importancia a lo que buenamente quiera, pero también es de justicia que respete los precios que el frutero pida por sus frutas y verduras; el carnicero por la carne; el agricultor por sus productos; el mecánico por saber arreglar el coche; el asesor por sus conocimientos de experto; y el psicólogo, terapeuta o coach por la ayuda que puede proporcionar para aliviar el dolor y el sufrimiento humano y orientarlo hacia la plenitud, el bienestar y la felicidad. Cada cual tiene derecho a ponerle precio a su valor. Y el otro pagarlo si lo considera valioso e importante para él.

Por eso el producto o servicio que una persona ofrece “gratis”, en términos de dinero, otros pueden cogerlo, o aprovecharlo, pero sin una entrega emocional o compromiso personal,  porque no lo valora, ya que,  inconscientemente, tiene la creencia de que, en este mundo,  todo lo que es bueno, bello,  importante y valioso, cuesta dinero, y mucho. Y nadie da duro a 4 pesetas.

Este Universo está regido por La Ley de la correspondencia: dar y recibir. Y en este orden. Esta ley rige para todos y en todo. Su carácter espiritual, más allá de la influencia del hombre, asegura su obligado cumplimiento: siempre se tendrá lo que corresponda.

Y conste que la contraprestación por el valor entregado no tiene que ser únicamente monetaria. Legítimo es el trueque, práctica recuperada de otros tiempos, de intercambio de productos y servicios y que vuelve a estar en boga.

Así que la próxima vez que obtengas algo “gratuito” considéralo un regalo de la persona. Da al menos las gracias. Y si eres tú quién ofreces algo “gratuito” considéralo tu devolución por las muchas bendiciones recibidas en tu vida.

Gracias, por todas mis bendiciones.

  Ana Novo, 16 noviembre 2012
La Comadrona Espiritual ®
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