En estos tiempos y en la sociedad consumista que integramos, por doquier se nos bombardea con un mensaje de Éxito, llenando nuestros sentidos físicos de un determinado tipo de belleza; opulencia; sensualidad y sexualidad, que subtitulamos felicidad. Lo malo es que cuando apagamos la TV y salimos del efecto hipnótico de los anuncios publicitarios, la realidad del común de los mortales es muy diferente, sumiéndonos en un estado de vacío, decepción, frustración y hastío que amargan nuestra existencia.
Sin acudir a una definición oficial de éxito, el elemento coincidente de lo que tú crees que es éxito y lo que creo yo, es la idea de un resultado feliz, de algo positivo y bueno que nos dará felicidad. ¿Seguro? Entonces ¿por qué aún teniendo en exceso de todo lo que nos dicen que son las señales y símbolos de que somos personas exitosas y nos va muy bien, no nos sentimos felices, agradecidos y en paz?
Mi consideración de lo que es el éxito en la vida ha cambiado sustancialmente. En lugar de creer que el tener y el hacer, que son los resultados: objetos, situaciones y circunstancias de mi vida, me darán la felicidad y sentido que anhelo en la vida; me enfoco en el ser: las causas que originan esos resultados.
El exterior es solo el reflejo del interior. No se puede recibir lo que no se da. Y no podemos dar lo que no tenemos.
Así cuando estoy contenta y agradecida, valoro todo lo bueno, bello, útil y cómodo que tengo y soy amorosa, amable y servicial para con otros, siento que soy una persona de éxito por vivir de manera consciente, con plenitud, satisfacción y significado.
El verdadero éxito como persona es ser todo lo que elijas ser, con independencia de los logros y posesiones que la sociedad del momento establezca como sus símbolos.
El verdadero éxito en la vida es sentir alegría y paz. Atributos del ser interior, riqueza que ya todos tenemos y que, si lo permitimos, podemos reflejar en el exterior, viviendo una buena y exitosa vida.
Ana Novo 28 abril 2014