Más allá de otro género de  interpretaciones, si algún sentido adquiere una fecha tan manejada como la de 2012, es para asumir más voluntariosamente nuestro reto de unidad entre las diferentes gentes que apostamos por la transformación y la evolución en todos los ámbitos. Si algún sentido adquiere  la consumación con 2012 de toda una  serie de ciclos cósmicos  es para intensificar nuestra apuesta de superación humana y de donación al mundo. Seguramente vinimos juntos de nuevo a la tierra y tomamos  cuerpo  en estos  tiempos tan definitivos, para poder alcanzar la nota de amor que otrora aún no pudimos hacer sonar.

Sentimos  llegado un tiempo de graduación y de prueba. Más allá de lo que dicten las profecías lejanas, atendemos a un inconfundible latido interno que nos sugiere la importancia de estos momentos. Se evidencian más claramente las caducidades de dentro y de  fuera. Resalta  la fecha ya vencida de tanto espejismo que nos presenta esta civilización desnortada, este mundo confundido que erró al entronizar individuo y materialismo. 2012 marca la fecha de caducidad del  viejo paradigma, del mundo insostenible y fuera de la única Ley, la del amor y la solidaridad universal. Más que nunca se hace patente la invitación superior a arrancarnos  decididamente en una  era  presidida por el compartir  y el colaborar, por el “juntros podemos”. Esta nueva era solar que ya amanece por doquier, en primer término  nos invita a tomar conciencia de nuestras  propias caducidades. La nueva tierra que se preparara reclama afinidad vibratoria para el empadronamiento en su geografía de gloria.

2012  renueve y aumente  la dicha de sentirnos de  día en día  más unidos, al servicio  de los altos ideales. Alegría de  vivirnos entrelazados, latiendo al unísono, en esta  hora  grande. Fuerte y fraterno abrazo.

Koldo Aldai, 4 enero 2012