En su obra «La Ciencia Sagrada», Sri Yukteswar (en la imagen), maestro-guru de Paramahansa Yogananda, narra el memorable encuentro de Babaji con su discípulo Lahiri Mahasaya, en 1894.
El linaje espiritual maestro-discípulo de Babaji con Mahasaya (1828-1895), de éste con Yukteswar (1855-1936), y de éste con Yogananda (1893-1952), tan bellamente descrito en «Autobiografía de un yogui» por Yogananda, es fuente permanente de inspiración para muchos.
Traemos hoy aquí el texto de Yukteswar:
«Bienvenido, Swamiji», Babaji me dijo afectuosamente.
«Señor», le contesté con énfasis, «yo no soy un swami».
«Aquellos a quienes la Divinidad me señala para otorgarles el título de swami, nunca lo desechan». El santo se dirigía a mí con sencillez, pero sus palabras resonaban con profunda convicción; en un instante, me vi envuelto en una ola de bendición. Sonriendo ante mi súbito ascenso a la antigua orden monástica me incliné reverentemente ante aquel angélico gran ser que, en forma humana, me había honrado de esa manera…
«Ya veo que estás tan interesado en Occidente como en Oriente». El rostro de Babaji se iluminó con la luz de la aprobación. «Siento la angustia de tu corazón con igual amplitud para todos los hombres. Es por esto que te he hecho venir aquí. Oriente y Occidente deben establecer un verdadero «sendero dorado de actividad y espiritualidad combinadas», continuó diciendo. «La India tiene mucho que aprender de Occidente en desarrollo material; a su vez, la India puede enseñar métodos universales por medio de los cuales el Occidente podría cimentar sus creencias religiosas sobre las inconmovibles bases de la ciencia del Yoga».
«Tú, Swamiji, tienes una misión que cumplir en el advenimiento de un armónico intercambio entre Oriente y Occidente. Dentro de algunos años te enviaré a un discípulo a quien podrás adiestrar para la difusión del Yoga en Occidente.
Desde allá, las vibraciones de muchas almas espiritualmente sedientas fluyen hacia mí. Percibo la existencia de santos potenciales tanto en América como en Europa, que esperan únicamente ser despertados…»
Que ese despertar nos alcance a todos. Que todos, en nuestro despertar, vivamos y amemos desde el alma. Que el amor del ser divino se derrame por todas partes. Esa es nuestra oración esta tarde.{jcomments on}