«El silencio es la expresión de la paz, de la armonía, de la perfección, aporta las mejores condiciones para la actividad psíquica y espiritual. «Aprended a hacer el silencio en vosotros» nos dicen los sabios. Pero el silencio por sí sólo no aporta gran cosa; en la vida espiritual no puede ser un fin en sí mismo, su verdadera función es permitir el trabajo del pensamiento, de la imaginación creadora.
Cada vez que podáis saborear momentos de verdadero silencio, en vuestra casa o en la naturaleza, esforzaos por crear con el pensamiento algo puro, cálido, luminoso, poderoso. El día que logréis que la atmósfera vibre a vuestro alrededor, todos aquellos que vengan a visitaros o que pasen por estos lugares recibirán un impulso hacia el bien. Contentarse con permanecer inmóviles no sirve de nada. Incluso en la inmovilidad y el silencio, hay que aprender a ser vivos y creadores.»»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Cielo de Hendaya, con Hondarribia al fondo. 27 agosto 2015