Literatura de alto vuelo a la vez que enseñanza excelsa y actualizada se reúnen en todas sus entregas, por supuesto también en sus últimos títulos traducidos que está sacando a la luz la joven y prometedora editorial española “Isthar Luna-Sol”. En el “El secreto de Asís” nos da a conocer a un Francesco (Francisco de Asís) muy avanzado a su época en toda su clarividencia crística, pero a la vez con todo el dolor que ello implicaba de imposibilidad de comunicación con su tiempo y sus gentes.
Daniel Meurois nos acerca a un Francesco moribundo que confía a Chiara una catarata de secretos que no cabrán dentro de ella. “Mi cordel se había desbocado… sus riendas se escaparon de mis manos y el estandarte flotaba solo…”. Ella era su único refugio en la tierra. Se confiesa a la vez que le invita a ella a conducir sus pasos más allá de los suyos propios. El libro está escrito en la primera persona de una Chiara que se pregunta constantemente por ese hombre “que sangraba como Cristo y rasgaba por la mitad el velo del Templo de mi alma”.
“Había obedecido al siglo con el fin de no hacerlo explotar…” El “Poveretto” como también le llamaban, había callado por mucho tiempo, pero cuando ve que se marcha, le urge hablar, poner a buen recaudo sus secretos. A ella confiaría todos sus silencios. El secreto más grande, el amor hasta entonces ocultado. No sabremos si las confesiones llegan tarde. Sin embargo una Chiara, estremecida hasta lo más profundo de sus fibras, se aprestará a subrayar que el amor que no se dice es quizás el más hermoso, el más puro. Ella es consciente de que la Fuerza de lo Verdadero estaba en él “y nada dentro de ella podía resistírsele”.
Francisco de Asís está postrado en su lecho de muerte, pero su imaginación está más viva que nunca: “Cabalgaremos en el mismo corcel para denunciar las injusticias, para decir lo que Es, y recordar a todos que todo es Uno”. Chiara no cabrá dentro de sí: “El rostro de Francisco vino hacia mí y acarició la piel de mi rostro con una delicadeza semejante a la de un niño que va a dormirse.
– ¿Perdonarte, Francesco? ¿Debe perdonarse el amor?
– … El que no se ha sabido decir, quizás sí.
– ‘Mi bien Amado’… me oí susurrar en el fondo de mi garganta. ‘Mi bien Amado…’”
“Las vendimias tardías hacen que a menudo el vino esté más azucarado…” Se excusa él antes de preguntarle si quiere ser “su Miriam”, la esposa de Jesús, y ella responderá entre lágrimas que lo es desde hace tiempo, “que no hay obispo, ni papa que estén por encima de esto”.
Pero vendrán más confesiones. Le confía el error de “persuadirse de que el Altísimo Señor necesita de los sufrimientos de las criaturas que somos con el fin de abrirle la puerta a la luz”. Su rotundidad no deja lugar a dudas: “¿Quién nos salvará sino nosotros mismos mediante la pureza de nuestro corazón?” Sólo será preciso amar: “Amar la vida bajo todas sus formas y por todos los medios que la embellecen, amar su Unidad en todas las cosas y en todos los seres”. La depositaria de tanto secreto queda desbordada, pues tal es para aquellas mentalidades el impacto de la revelación.
A Francesco se le acaban los segundos en la tierra, pero tiene tanto que compartir con su compañera del alma… El apóstol de la pobreza recularía sobre sus pasos para volcar también a Chiara: “nuestra herida en este mundo no está ni en la riqueza, ni en la pobreza, sino en la dependencia de uno de esos dos estados, en el hecho de imaginar que el uno o el otro nos pueden ofrecer felicidad y libertad”. Le confiesa que ha ido muy lejos al extremar la pobreza, pero también se da cuenta de que es demasiado tarde para una reforma de la regla franciscana. Su admiración por la Creación le llevará al borde de la fusión, pero aún con todo ello, le faltará según sus propias palabras “una gota de gozo puro”.
Apenas tiene voz, pero no para de hablarle a su “sorella” querida, colmada de gozo. Le comparte también que los cantos de los “infieles” le habían terminado por seducir. En su viaje a Tierra Santa, Oriente abrió los ojos del alma a Francesco. Le confiará a Chiarina que hay diferentes formas de “respirar la verdad”, diferentes “rostros de Dios”, diferentes “brillos de un mismo sol”… Éste será otro de los secretos: “Cada uno de los nombres de Dios es un perfume único, puesto que cada una de las letras que lo componen tiene una fragancia especial y única… Un reflejo del alma del pueblo que los designa y pronuncia”.
Afirma el autor que la revelación a la que tuvo acceso Francisco de Asís a lo largo de su caminar por la vida, pudo cambiar el rostro del cristianismo si se hubiese divulgado: “Nos hubiese ayudado a salir de un dramático dualismo, enlazándonos con las fuentes puras del Mensaje Crístico, lejos de las censuras y manipulaciones”.
El santo de los pobres habla para liberarse, pero “también para pasarle a Chiara la antorcha”. Ella deberá acercar cada vez más su oído a la boca de Francesco para poderle oír. Terminarán las confesiones y al poco el alma de su Amado “habrá volado para alcanzar el Sol”.
El extasiado ante la creación nos sigue hablando mil años después y ha encontrado el mejor vehículo a través de la prosa poética y profunda de Daniel Meurois Givaudan. Su discurso está ahora más vivo que en el medioevo. Entonces era demasiado temprano y sólo oídos finos como los de Chiara e Inés podían entenderle. Hoy se han abierto más oídos capaces de escuchar esa palabra admirada, ese mensaje de síntesis, ese verbo de auténtica emancipación. Es un placer poner micrófono a quien nos ha acercado ese discurso tan liberado y liberador al mismo tiempo.
“Tan sólo mis llagas y el desprecio de mi cuerpo van a marcar las memorias. No suficientemente la alegría y la plenitud de la Vida que he percibido y rozado, y que sin embargo, eran Su sello absoluto…” ¿Qué lección fundamental extraemos del mensaje de su Francesco?
Francesco consigue vivir una fusión total con la creación. Abriga un sentimiento de unidad con todo lo que existe. Su reconocimiento de la inclusividad le hace crecer como a un Cristo. A través de él, el espíritu libera a la materia. La profundización en la humildad le hace también tomar la dimensión de un Cristo. Buena prueba de ello es su liberación de la traición que le hace la Iglesia. (A la vuelta de Tierra Santa la jerarquía eclesiástica se queda con los valiosos pergaminos que Francesco trae.) El “Canto a la Creación” es un texto crístico y a la vez chamánico. ¿Cuándo cantará la humanidad ese Canto? Aún no hemos alcanzado ese amor tan inclusivo.
¿Qué recorrido hace?
El regalo más grande que la Divinidad ha hecho a la humanidad es la libertad. Francesco rehace por sí mismo el camino de la integración. Recorre lo diverso y reencuentra la unidad en sí mismo. Al final se da cuenta de que la pobreza tampoco es un camino, sí la simplicidad.
¿Muchos son los Caminos…?
No hay una vía que sea la Vía . Hay tantas vías como sensibilidades del alma. Si hay una vía es la del Cristo o del Buda interior. Me acuerdo de una historia: Un maestro budista anunció que iba a partir, que su alma iba dejar su cuerpo. Dijo que iba a dar detalles del lugar donde iba a encarnar. Les dijo: “no busquéis señales ni en el Tíbet, ni en Oriente. Puedo venir en un ambiente cristiano…”
¿Por qué no trascendió el legado que Francesco trasmitió a Clara e Inés?
Accedí a toda la memoria de Francesco a través de Chiara. Ambos constituyeron una pareja solar. Inés conoció también la intimidad del secreto de Asís. No tengo la menor evidencia para dar a entender que no lo han trasmitido. Parece ser que sí ha habido una trasmisión discreta. El libro viene en el momento oportuno: ahora sí es importante que todo ello se sepa.
¿A qué es debido ello?
Llegamos al final de un ciclo donde se hace evidente que la humanidad ha de pasar a otro modo de conciencia. Ha habido un fenómeno de contagio de conciencia muy rápido que permite un cambio de estructuras. Hemos de cambiar el software interno, y para ello hemos de estar muy coordenados con el ordenador central. Es el movimiento de la tierra el que llama a esta transformación. Está más allá de nuestra decisión como individuos. Nos alcanza un soplo global de trasformación.
¿Son tiempos para aguzar el discernimiento?
Hablando de una forma dualista, la sombra se apropia a menudo del lenguaje de la luz. Las fuerzas de la oscuridad pueden incluso utilizar el lenguaje de la unificación. La luz se nutre de la sombra y la sombra se nutre de la luz. No estamos todavía en un mundo donde encendamos una luz que no produzca sombra.
La vida se nutre de la muerte y la muerte se nutre de la vida. La vida se nutre de la muerte mientras que no nos reunamos con nuestra esencia primera. El aspecto destructor de la naturaleza es parte del Plan de Creador. Será así mientas que no comprendamos la Vida con mayúsculas. Viviremos así hasta no abrazar las dos caras de la vida, hasta no alcanzar la total unidad con lo divino.
Dice el Francesco moribundo a Chiara: “Me imaginaba apretando tu mano a lo largo de los caminos, de aldea en aldea, de pueblo en pueblo. Siempre me acusaba…, pero cada vez en el secreto de mi corazón, una fuerza me decía que eso era bello y justo porque Dios vivía en nosotros, que Él era Uno… no uno y dos huyendo uno del otro continuamente…” ¿Chiara está actualmente encarnada?
Honestamente no lo sé. No se me ha dirigido como la Chiara que habla a Meurois Givaudan. Su finalidad no era hablarme de ella misma. Cumplía su función como corriente de transmisión. Podemos pensar que está encarnada, pues las grandes almas que han jugado un importante papel en la historia sí están ahora. El alma de Inés sí está encarnada.
¿Cuál fue el itinerario anterior de la chispa divina que en el medioevo encarna como Francisco de Asís?
Es interesante ver los juegos de las almas. En el antiguo Egipto fue el faraón Akhenatón. Encarna para testimoniar el espíritu del Cristo Solar. Lo hizo con un poder inmenso. De ahí la gran similitud entre el “Himno solar” de Akhenatón y el “Canto de las criaturas” de San Francisco. Después viene a encarnar cerca de Jesús. En la Edad Media encarna para experimentar la extrema pobreza a través de Francisco de Asís. Al final de su vida encontró el punto de en medio. Lo cotidiano es muy importante y pedagógico. No es accesorio.
¿Cuál fue la relación de Francisco de Asís con los templarios?
Las enseñanzas de los sufíes llegaron a Francesco a través de los caballeros templarios. Él estuvo con ellos en Tierra Santa, también a la vuelta. De ahí la similitud entre las reglas franciscanas y las del Temple. Fueron los únicos, junto a Clara, que fueron testigos de sus secretos.
“¿Por qué muralla vale la pena luchar, cuando sabemos que tarde o temprano se va a hundir?…” ¿Por qué el espíritu de Francisco encarna en el medioevo en el seno de una tradición cristiana tan cerrada?
¿Por qué se ha quedado en el marco de la Iglesia cristiana cuando ya había trascendido su doctrina? Sólo él sabía por qué deseaba quedarse en el marco de la tradición oficial desarrollando su misión. Seguramente porque quería ayudar a aquellas almas que estaban en el egregor del culto cristiano. Todas las almas tienen sus secretos de evolución.
“Preferimos el agua insípida de un viejo pozo tan sólo porque éste se encuentra situado en nuestro patio…, antes que tratar de captar la corriente viva de un manantial de montaña”… afirma Francesco ¿Las religiones cumplirían aún al día de hoy su misión?
Efectivamente muchas personas se encontrarían perdidas si por ejemplo los secretos de Asís se revelaran abiertamente. Muchos cristianos caerían en una depresión tremenda sin capacidad de rehacerse a sí mismos. Es preciso un camino paulatino de descondicionamiento. Sería un shock tremendo que mucha gente se encontrara de repente delante de una Iglesia que le ha mentido, porque le ha ocultado el verdadero sentido de muchas cosas.
De nuevo Francesco a Chiara: “La verdad auténtica es aún demasiado bella para nuestros oídos y nuestros ojos…” ¿La revelación por lo tanto ha de ser paulatina? ¿No conviene la difusión masiva de repente?
Hay una intención desde el principio de los tiempos de ocultación. Pero aunque el Vaticano quisiera hacer grandes revelaciones sería difícil. Lo mejor es que la verdadera revelación sea paulatina, para impedir la frustración. El Vaticano sin embargo se cierra en banda.
“No sabía cómo hacer ni qué decir para dejar que traspirase en mí la Presencia de mi Señor Jesús. Carecía de la fuerza que exige el gozo del aceite; entonces, es la sangre lo que ha venido, de conformidad con la vida que he elegido llevar….” afirma Francesco. ¿Por qué en un “lugar secreto de su alma” decidió vivir esa experiencia dolorosa?
Tuvo estigmas a la vuelta de Tierra Santa. Ello le comportó un gran sufrimiento físico. En lo profundo era un ser que no se amaba a sí mismo. No porque fuera un gran ser, ha de ser perfecto. Él no amaba de verdad al Francesco como servidor. Sólo al final de su vida pudo comprenderse a sí mismo. No mostraba los estigmas para no llamar la atención sobre sí mismo. Él sabía que su vida iba a ser breve y él la había aceptado. Continuó sin curar ese problema. No curó plenamente esa herida hasta que no se confesó con Clara.
“Sabes tú lo que es el Amor tal como lo vivió nuestro Hermano el Cristo, Chiara? ¿Lo sé yo mismo? Nosotros los hombres, tan sólo hemos observado sus huellas en la arena…” pregunta Francesco interpelado por esa “sublime plenitud” ¿Habrá otra venida de Cristo?
Estamos al alba de una segunda venida de Cristo, pero la mayoría de las grandes religiones hablan de ello. Los musulmanes hablan de la venida del “Imán”. Los indios americanos se refieren al retorno de “Quetzacoalt”. Los budistas anuncian el retorno de Buda Maitreya. Cristo tampoco vino por primera vez a través de Jesús. Vishna, Buda, Osiris, Rama… encarnan periódicamente en la tierra. Los hinduistas no hacen divisiones entre las religiones.
“… Él nos había abierto una vía de amor tan total que no excluía nada y que lo incluía todo, lo que llamamos lo Alto y lo Bajo, el Sol y la Luna. Había un lugar para todo en Su corazón…” ¿Común denominador de los “Cristos”?
El Cristo habla de nuestra capacidad de acceso directo a la Fuente.
“…esa gota de oro hubiera llegado si hubiese podido autorizarme a orar sin vergüenza ante la belleza desnuda de un cuerpo humano, a ver en ello a Dios y a amarlo sin reserva como un árbol, desde sus raíces hasta su copa…” Francesco levanta “todos los velos que persisten en empañar el esplendor del universo…”
No es cierto aquello de que “Si la carne interviene, Dios se aleja”. El rechazo del cuerpo no es una vía de acceso a lo divino. Constituye parte del montaje de la Iglesia durante siglos. La sexualidad tiene que ver con la fuerza de vida fundamental.
“No vivas en el temor a la carne, pero sin embargo no te aferres a ella…” pondrás en boca de uno de tus personajes. En tus libros hay también una aproximación a la concepción de la sexualidad por parte de Jesús…
El que Cristo llevara en ese sentido una vida humana, lo revoluciona plenamente. Para él la fuerza de la sexualidad era una con la fuerza superior. Parte del cometido humano es conducir esa energía.
“¿Cómo continuar renunciando a lo que el mundo me ofrecía a la vez que me maravillaba ante sus evidentes resplandores? ¿Cómo continuar despreciando mi propia carne, cuando era el templo en el cual Dios me había colocado para acercarme a Él? ¿Cómo continuar evitando las miradas femeninas cuando Nuestro Señor Él mismo, no temió tomar mujer? Yo que antaño prometí no mentir jamás, he aquí que la mentira me había alcanzado, sin que me diera cuenta y de una manera sutil… “ Francesco hace mención explícita al matrimonio de Jesús…
Jesús estuvo casado. Hay anales que lo muestran claramente. Jesús el Cristo no se hallaba sumido en la dualidad. No trató mal a su cuerpo. No vivió esa fractura con respecto a lo físico. Sin embargo no habló de ello más que en un círculo muy limitado de discípulos. El acto sexual no tiene nada de malo, siempre que no esté animado por la fuerza animal, no porque lo animal sea algo nefasto, sino porque no es el lugar del hombre.
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Koldo Aldai
Fundación Ananta