¡Cuántos problemas pueden solucionarse gracias a métodos muy sencillos! Y estos métodos tan sencillos son generalmente los que dan los sabios. Pero ¿quién los toma en serio? Son evidentemente demasiado sencillos, y los humanos sólo creen en soluciones complicadas. Si, para liberarse de sus tormentos, un sabio, un Iniciado les dice: «Cerrad los ojos… calmaros… respirad… enviad vuestro amor a toda la humanidad, a toda la naturaleza, poneros en armonía con el universo…» no lo escuchan. En lugar de poner en práctica estos métodos para comprobar su veracidad, se van a buscar presuntos magos para que les den fórmulas cabalísticas, les preparen talismanes, o les revelen algunos secretos heredados de los Tibetanos o de los Aztecas. Pero puede suceder que estos talismanes y estos secretos no tengan ninguna eficacia o incluso les sean perjudiciales.

Para obtener grandes resultados y adquirir grandes riquezas espirituales, hay que considerar los métodos y las reglas insignificantes en apariencia. Sí, insignificantes en apariencia, pero las más eficaces en realidad, porque ellas están fundamentadas sobre un conocimiento exacto del ser humano .

Omraam Mikhäel Aívanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta