Bernardo Souvirón fabrica con los mitos sólidos argumentos a favor de la paz

Además de estudioso y profundo conocedor del mundo clásico, el profesor Souvirón exhibe una pasión por tan inabarcable cultura que resulta contagiosa. Una vez por semana coge de noche la moto y corre casi 100 kilómetros hasta un micrófono –de RNE- desde el que fascina a noctámbulos de toda España con historias y mitos de la antigüedad.

Y se afana en dar a los arquetipos el lugar que les corresponde, lejos de las interpretaciones mil veces banalizadas: “Eros, ese dios con modos de niño travieso, es el amor puro, la fuerza capaz de cohesionar el Cielo con la Tierra”.

Desde su cátedra comparte también con los jóvenes esa pasión. Hablando con él se adivina el fervor que debe despertar en sus alumnos del Instituto, a quienes -cuando han dominado las declinaciones griegas- enrola en un velero por el Mediterráneo para poner luz y horizonte a sus lecciones.
Nos recibe en su casa del Espinar en Segovia. Itaca es el nombre de ese refugio de estética y armonía clásicas. Pero Bernardo Souvirón no está anclado en el ensueño legendario un mundo grecorromano; nuestro ilustrado Ulises navega con destreza en los mares de estos días. Es consciente de sus tormentas y acantilados, pero su proa, Pandora al timón, no deja de apuntar a la playa de la Esperanza.

Estudiaba para Ingeniero Náutico cuando la lectura de la Ilíada le hizo abandonar fórmulas y números y abrazar el estudio de las lenguas clásicas. No ha acallado en su interior el sonido de las olas y sale a navegar en cuanto Homero y las clases se lo permiten.

Su última y reciente obra, “Hijos de Homero” (Alianza Editorial), ha trascendido el entorno puramente académico y ha sido muy bien acogida en ambientes pacifistas por el argumento que defiende: la sociedad minoica era una pacífica civilización matriarcal, muy avanzada en el ámbito del Mediterráneo, hasta que las sucesivas invasiones bélicas de origen indoeuropeo, originaron lo que hoy conocemos como la Grecia Antigua.

A lo largo de una tarde inolvidable, sellada con la lectura casi devota de unos versos de Arquíloco, Souvirón desgrana las enseñanzas que se desprenden de un sinfín de mitos, demoledoras para el concepto femenino casi siempre, por causa de los intereses masculinos y guerreros, empeñados en devaluar la capacidad de las mujeres.

En su revisión de los mitos, comenta al respecto y en un tono próximo al reproche que la historia mitológica ha transmitido siempre lo femenino como el origen de las sombras, empezando por Pandora, a quien la leyenda atribuye injustamente la responsabilidad de la existencia de todos los males del mundo por culpa de su curiosidad.

¿Qué prueba que en la antigua isla de Creta imperaba lo pacífico y lo femenino?
Sólo aparecen estatuillas de mujeres; no hay demostración de que hubiera reyes. Y el hombre no llevaba la voz cantante sino que tenía un papel secundario. Tal como revela su arte, los hombres eran los encargados de llevar las ofrendas, y las mujeres de oficiar las ceremonias.
Por otra parte, no había murallas, ni consta escena alguna de guerra en su arte; ni siquiera las escenas de toros eran combates sino meros juegos. En Creta había leyes, paz y una civilización de claro predominio matriarcal. La guerra como práctica organizada no existió hasta la llegada de los invasores aqueos, los primeros indoeuropeos. La preocupación de los cretenses no era que hubiera troneras y defensas, sino patios y claraboyas por donde corriera la luz… Por lo demás gozaban de sistemas avanzadísimos como el de las tuberías. En el segundo milenio antes de Cristo ya había conducción de agua caliente. Eso tira por tierra, además, que para que se produzca un avance tiene que haber una guerra. Y el Rey Minos fue el primero rey en impartir justicia, de ahí que una réplica de su trono decore el Tribunal de la Haya.

¿La conquista fue entonces “coser y cantar” para los aqueos?
Los aqueos encontraron los palacios sin protección alguna y conquistaron el territorio muy fácilmente. Ahora bien, para ganarse realmente a la población, no valían las armas de guerra, sino que necesitaron instrumentos más poderosos, como son los mitos. Con la utilización de los mitos, asentaron su pleno dominio y desterraron la civilización matriarcal.

¿Los mitos transmitieron las ideas más que los filósofos e intelectuales?
El mito es la televisión de antaño. Imágenes que se van quedando en una y otra generación. Ya todo el mundo sabe –o cree- que Helena fue la que provocó la guerra de Troya, y la gente llega a considerar los conflictos bélicos como algo natural, cuando en verdad es algo coyuntural y cultural. Hay mitos de todo tipo y a mí me interesan particularmente los que explican sucesos históricos; en general, ayudan a visualizar una explicación… la fantasía puede ser propia de Borges, pero no de Homero.

¿No hay en su obra una idealización excesiva de Alejandro?
Hasta la batalla de Maratón, Atenas no era nada. Entonces las autoridades democráticas atenienses decidieron liberar, sin conseguirlo, a las ciudades griegas de la amenaza persa. Tiempo después, Alejandro no sólo logró eso, sino que ganó todas las batallas y, al tiempo, acometió una labor civilizadora sin precedentes.
Pensó que la idea de la unión de griegos y bárbaros era posible. Sus conquistas no venían acompañadas de saqueos. Su propia tropa macedónica se extrañaba de su actitud. Alejandro Magno extendió una idea de igualitaria de la ciudadanía.
Sólo un botón de muestra del nivel humano de Alejandro: se pone de rodillas delante de la madre de su enemigo Darío. Tiene la humildad de reconocer aspectos más avanzados en la civilización de sus adversarios.

¿Platón, en cambio, no le resulta tan admirable?
Con el estudio de Platón se inició la línea de contención del pensamiento cristiano. La Iglesia Católica optó por Aristóteles y Platón, frente a Epicuro. Pitágoras, sin embargo, era todo un chamán.

¿Por qué la mitología puede ser útil en la evolución humana?
El conocimiento de nuestra parte mítica nos ayuda mucho. Se trata de darnos cuenta de dónde hemos vivido y qué hemos hecho.
La mentalidad democrática de Atenas se forjó en el teatro, más que en el ágora. En el teatro de Dionisos, en la ladera sur de la Acrópolis, la ciudadanía puede familiarizarse con la idea de democracia. En el teatro se toma conciencia del peligro de la espiral de la violencia… Lo importante del mito y del teatro es su capacidad para dar información de un modo muy directo y con mucha eficacia, más allá del logos.

Nos presenta unos dioses griegos muy de andar por casa…
En Grecia, los dioses son hijos de la Tierra. Existen un kháos un caos inicial, del que surgen “Gea” o “Gaia” (la Tierra) y “Uranos” (El cielo), además de una fuerza capaz de cohesionarlos: “Eros”, el Amor, que además se representa como un niño travieso… Sin Eros, es imposible que los elementos se unan; sin Eros es imposible evolucionar.

¿La Guerra es algo masculino, según la historia de Grecia?
La guerra en griego es un vocablo masculino. La denominación femenina de la guerra es una ironía de nuestra lengua. Son los hombres los que se embarcan en esa absurda aventura, y las guerras se abolirán más pronto que tarde, lo mismo que hemos abolido la pena de muerte. Las intervenciones militares que se disfrazan de intereses producen repulsión. Es de un cinismo insoportable la manera manipuladora en que se justifican las guerras.

¿Alcanzaremos una Alianza de civilizaciones?
En los países musulmanes hace falta una revolución francesa para poder separar los poderes político y religioso. Hay que apoyar a los países que han avanzado por un proceso laico porque es imprescindible separar las decisiones de uno y otro ámbito.

¿Hay modelo en el mundo clásico?
Hay muchos rasgos de gran avance de civilizaciones como la idea de la libertad y la individualidad. Ya Sócrates nos anuncia que todo era posible con la razón y la educación. El concepto neutro de la ley, In dubio pro reo, que aporta el derecho romano, ha llegado hasta nuestros días. Observamos también una idea cercana de los dioses con los cuales se podía charlar amigablemente, lo que contrasta con el “Dios” más lejano del cristianismo…

¿Todos los imperios no son iguales?
Encontramos un modelo de intervención civilizadora en Roma digno de tener en cuenta. Roma, a diferencia de Grecia, tuvo un modelo global. Las intervenciones de Roma en las provincias tenían dos fases. La primera era evidentemente militar, pero después estaba la intencionalidad civilizadora, de promoción de obras y equipamientos.

Souvirón, ¿relator o desmitificador de mitos?
Es interesante revisar los mitos y, en esa idea negativa de lo femenino, por ejemplo, destaca por su mensaje abrumador el de Antígona: Polinices y Eteocles acuerdan turnarse en el gobierno de la ciudad de Tebas. Pero Eteocles no devuelve el poder a Polinices. Este responde a la injusticia con la guerra. En el asalto a la ciudad, el destino hace que los dos hermanos coincidan y se maten entre sí. Su tío Creonte, hermano de Edipo, promulga un edicto por el que ordena que el cuerpo de Polinices se pudra fuera de las murallas de la ciudad y su alma vague errante. Entonces Antígona se enfrenta a una gran disyuntiva: hacer caso a la ley natural de enterrar a su hermano u obedecer la ley civil, humana, representada por Creonte. Opta por atender a lo que su interior le dicta en contra de las leyes del momento y eso le cuesta la vida: Antígona es castigada enterrada viva. Pese a tratarse de un castigo infligido a alguien que ha seguido un dictado más esencial; pese a tratarse de alguien que se ha sometido a una ley natural; el mito ha trasmitido una imagen de Antígona de una rebeldía desmedida, casi delirante.

También Helena ha pasado a la historia como la causante de la guerra de Troya…
Helena es el prototipo de mujer negativa… Eso es porque los mitos han estado al servicio de un poder masculino y violento, orientado a inculcar en el inconsciente colectivo ideas que le interesaban… como la supuesta necesidad de la guerra. Tienen una constante presencia de guerra y de violencia… La guerra no es la base del progreso,
en contra de lo que muchos nos quieren hacer creer.

Pero apareció Penélope… Todos esos arquetipos femeninos contrastan con el perfil de Penélope, la mujer pasiva y metida en casa, que espera veinte años a Ulises; la persona cuya fidelidad permite que el amor triunfe más allá de la guerra.

“…y, desde entonces, la Esperanza no nos ha dejado…”
La Esperanza es aún anterior y se corresponde con el mito de Pandora, que no se ha explicado bien: los dioses pidieron a Pandora que nunca abriese la caja que le habían entregado, pero un día, la curiosidad de Pandora pudo finalmente con ella y abrió la caja, liberando a todas las desgracias humanas: la vejez, la enfermedad, la fatiga, la locura, el vicio, la pasión, la plaga, la tristeza, la pobreza, el crimen… Pandora cerró la caja justo antes de que la Esperanza también saliera, junto con todo lo que quedaba dentro, y el mundo vivió una época de desolación

Para Souviron no hay duda de que Pandora volvió a abrir la caja para liberar también a la Esperanza, que corrió hacia los hombres a decirles que no estaba todo perdido: “La Esperanza es lo que nos permite seguir viviendo”…“y desde entonces, no nos ha dejado”, asegura el profesor. Palabra de sabio.

La Redacción
Fundación Ananta