Desde hace unos años el interés por la climatología y saber el tiempo que vamos a tener se ha convertido en otro fenómeno social, ya que de tema intrascendente y socorrido de conversación ha pasado a franja horaria de máxima audiencia, con creativos presentadores y con páginas en internet, de lo más variopintas, que nos informan cada minuto del día de si hace sol o nos invade una borrasca con vientos huracanados. ¡Y hasta aciertan!!

Oyendo hace un momento el parte meteorológico he sido consciente de que mi estado emocional hoy es de “marejada en el Estrecho”, lo que me lleva a la siguiente reflexión.

Conforme voy cumpliendo años tengo mas claro que la vida no es una línea recta ni siempre luce el sol. Ni mucho menos. Hay montañas y valles, piedras en el camino, ríos mansos, mares bravos, sopla el viento o no se mueve ni una hoja.  Salvo algunos santos o seres iluminados, pasados o actuales, entre los que no me encuentro, el común de los mortales se parece a la naturaleza y al clima en cuanto a sus estados mentales y emocionales. Y al igual que brilla el sol o lo tapan las nubes, hay marea baja o pleamar, nieva o ventea, nuestro ánimo sube o baja, negros pensamientos nos nublan la razón, estamos más alegres que unas castañuelas o lloramos más que Jeremías. Y punto y aparte el baile hormonal de la mujer, que influir, influye.

Sin embargo, como el tiempo, nada permanece, todo cambia, y tras un día gris o negro, el sol reluce con todas sus fuerzas. Con independencia de nuestra situación o circunstancias, el sol sale todas las mañanas, luzca o no, y se oculta al atardecer para dar paso a la luna, los pájaros cantan, la hierba crece y el mundo sigue girando… Por eso sé que si hoy estoy de bajón, me fallan las fuerzas, no tengo ganas de salir de la cama, quiero “tirar la toalla” y no aguanto ni a mi sombra, es algo temporal cuya duración, al contrario que con el clima, está en mi poder, ya que  no dependerá tanto de las circunstancias provocadoras de mi estado emocional, como de coger el control de los pensamientos negativos, surgidos, seguro, de  recordar el pasado o viajar al futuro, en lugar de aceptar lo que es, como es, y a partir de ahí volver a elegir o actuar. Me recuerdo que “esto también pasará” y que de la calidad de mis pensamientos surgirán mi bienestar emocional y la mayoría de las situaciones de mi vida. Tras la tempestad viene la calma. Y a la negra borrasca y marejada en el Estrecho le sigue un caluroso anticiclón, con un sol brillante… que está empezando a salir.

Ana Novo, 11 marzo 2011
Autora del libro “Elige tu vida, ¡ahora!”
www.creoycreo.com