No hay tiempo que perder en lamentarnos por el pasado. Pude haber hecho esto o lo otro. Pude haber dicho esto o aquello. Pude… No tiene sentido atascarse en lo que pudo ser.
Ahora podemos dar nuestra mejor nota, como insiste Jorge Carvajal. Desde ahora, desde hoy mismo. Con la mayor energía, con convencimiento.
Con mucha sencillez, y con paz. No hacen falta grandes declaraciones, no hace falta decir nada a nadie. Solo hace falta empezar. Hacer muy calladamente.
Mejor en silencio.
Es preciso tengamos las cosas claras. El manantial interno es poderosísimo, pero hay que saber extraer el agua. No lo haremos si estamos distraídos o concentrados en nuestro yo pequeño. No lo haremos desde la autocompasión. Ni subidos al pedestal del ego. No lo haremos desde el ruido. No lo haremos si no cambiamos nuestros patrones de pensamiento y de acción.
Se tu cumbre…
Seamos nuestra cumbre…
Somos deidades en potencia puesto que estamos hechos a imagen y semejanza del creador. Podemos pensar como dioses y no como hombres. Podemos aspirar a lo más alto y traer el cielo a la tierra. Las condiciones no son nada propicias, entre otras cosas porque estamos encerrados en este cuerpo y en esta mente, que nos limitan, nos aprisionan. Pero también es un milagro estar aquí y ahora, vivo, despierto, consciente. Alguien nos ha regalado esa consciencia.
Pero nosotros hacemos las condiciones complejas aún más complejas. Por eso es necesaria nuestra transformación, desde ahora: hay que cerrar ciertas puertas para que no entre la basura. Esto es como las ondas de radio. Viajan por el espacio, pero si no queremos no las sintonizamos. No existen para nosotros.
Ya estamos preparados. Es preciso volver a casa por el largo camino que llevamos tanto tiempo recorriendo. La divinidad espera que nos reencontremos con ella para fundirnos con ella. Está ahí tan cerca como que está dentro de nosotros. Hemos de buscarla, encontrarla, aflorarla. Otros lo hicieron. Es el momento de centrarse. Ahora.
Si elegimos cuidadosamente lo que hablamos, lo que sale de nuestra boca, podremos también trabajar con otras fuerzas, con otro verbo aunque todavía no sea el Verbo. Las palabras de odio y desunión, decían los sabios vedantines, son como las flechas, una vez que han dejado el arco no pueden recuperarse.
Hoy me he levantado a las 4,30 de la mañana. Tenía en la cabeza una sola palabra: “ahora”.
El Maestro, en el Jardín de Morya, me anima:
“Mis guerreros, caminad con valentía.
El desarrollo del espíritu necesita ímpetu.
Todos podéis alcanzar la meta.
El espíritu, una vez llamado, no volverá atrás”.
Miro hacia delante. Con paz. Eso es todo.
15 septiembre 2009
Joaquín Tamames
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