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Antes de partir hacia Nepal, donde colaborará unas semanas con la ONG «Educanepal», Koldo comparte con nosotros estas líneas:

«De repente sólo unos rostros encendidos al final de un largo y verde sendero, sólo unas sonrisas a brotar en el otro extremo de mundo. De repente no hay teclado, ni mails, ni artículos, ni nadie por convencer, ni tesis a defender, ni nada por organizar… De repente la vida y sus millones de formas y colores y no una pantalla cuadrada y plana por delante. De repente no hay dictador a tumbar en ningún desierto, ni revolución a culminar, ni Palacio de Invierno a forzar… De repente ni leña que cortar, ni hacha  que  blandir, ni frío que combatir…

De repente un sol de altura en la cara, un mandala de cuentas y agradecimientos infinitos, un hombre sin horarios, ni urgentes, un peregrino a una mochila pegado, a un Destino deseoso de ser abrazado. De repente kilómetro cero y la oportunidad de volver a empezar con un poco más de tacto en el verbo y ternura en la mirada. De repente ninguna preocupación alarmante, ni conspiración pendiente…; ninguna imagen que fomentar, ningún nombre, ninguna marca a amparar. De repente no eres nada, ni nadie…, un pasajero con una  agenda reciclada en un vuelo transcontinental, unos colores mal pintados en una cara asombrada, un payaso  despistado en unas montañas desconocidas.

Camino los senderos que ablandó la nieve, los bosques de Artaza que recordaré desde atardeceres lejanos. Camino y doy gracias por un viaje a Nepal a punto de arrancar, por la gente que descubriré, por los campesinos que me albergarán, por las sonrisas, que quiera Dios, pueda ayudar a encender. Camino senderos conocidos en una mañana por fin brillante. Camino y  siento paz. Camino y perdono, camino y ojalá sea perdonado. Las sonrisas del mañana puedan compensar los errores del ayer. Aprieto con fuerza en el bolsillo la nariz del payaso. Gracias por el enorme avión que pronto motores calentará, por las puertas de tosca  madera que se abrirán y su fuego de familia ofrecerán. Gracias  de corazón por toda la inmensa vida que allí arriba se revelará, por  las humildes geografías que estos pies, plenos de ilusión, a Tu Vera, caminarán…»

Que así sea, buen amigo.