Tras diez días alejado de la civilización, así como de los periódicos e informativos de tv, a la vuelta me he enterado de la evacuación de las tropas estadounidenses del territorio iraquí. Me ha parecido una noticia digna de comentar por las implicaciones de semejante medida.

Es verdad que fue una promesa electoral de Obama, y como tal siempre es bueno que los políticos cumplan sus promesas, más que nada por si crean costumbre y se animan los demás a imitarlo. Pero también es verdad que esta salida de las tropas tal como ha quedado Irak, es la mejor prueba de la ineficacia de la política militarista que con tanto ardor guerrero impulsó el ex presidente Bush.

El susodicho Bush decidió y sus amigos de Azores apoyaron la invasión de Irak para inutilizar las famosas armas de destrucción masiva así como para derrotar al terrorismo islamista al cual decían que aportaba cobertura logística el gobierno iraquí. Pero la pertinaz realidad demostró en su día que no existían las dichosas armas de destrucción masiva, tal como incluso el propio Aznar reconoció en Febrero del 2007, ni, lo que es peor, la susodicha invasión ha contribuido a derrotar al terrorismo sino más bien a alimentarlo y potenciarlo.

Dejando al margen los incalculables beneficios dinerarios que han obtenido tanto las constructoras encargadas de reparar los destrozos de los bombardeos, como las empresas petrolíferas que se apropiaron de facto de los pozos, el resultado de la invasión es como para que se te caiga el alma a los pies.

En cuanto a la población iraquí el resultado es más de cien mil civiles muertos, un país devastado, con casi un 25% de la población por debajo del umbral de la pobreza, con un 40-50% de paro, con una sociedad radicalizada y más permeable a los postulados integristas de Al Qaeda, y con un auge del terrorismo islamista tanto en el exterior como en la propia Irak. No había armas de destrucción masiva, y encima ha incrementado el terrorismo islamista. Eso en mi pueblo se llama querer plantar rosas y te salgan cardos borriqueros.

Pero este delirio bélico propiciador de las realidades objetivas descritas en el párrafo anterior, no sólo ha sido nefasto para la sociedad iraquí, que por cierto era laica siendo un islote de progresismo relativo en aquella zona tan impregnada de radicalismo integrista islámico; también para los Estados Unidos ha sido muy doloroso, con sus casi 4.500 soldados muertos y con ochocientos mil millones de dólares de gasto militar  despilfarrado hasta ahora. Casi un billón de dólares que de haber sido dedicado a gastos sociales, como por ejemplo a una sanidad gratuita, habría sido muy provechoso para la ciudadanía estadounidense, en especial la más humilde, tan azotada por la crisis económica propiciada para más inri por los intereses de los grandes consorcios que encima han sido los beneficiarios de todos los desastres ocasionados por la invasión de los pozos petrolíferos de Irak.

Con este bagaje, y tras el último atentado terrorista que ha tenido un saldo de 61 muertos y 125 heridos, las tropas de “la libertad” se van de Irak dejando un país inmerso en el caos y abocado a una más que previsible guerra civil con grandes posibilidades que el integrismo fanático del islamismo radical se añuede de la situación.

Espero que al menos tras esta nueva experiencia bélica, se entienda que ningún problema se resuelve por medio de medidas de fuerza, en todo caso se agrava y radicaliza, alimentando a los sectores más fanáticos, y obteniendo precisamente los efectos contrarios a lo que supuestamente se buscaba. Y esto vale para cualquier conflicto, aquí y allá, donde en vez de buscar la síntesis de los opuestos mediante el diálogo y la comprensión, se opta, casi siempre por intereses espurios, en avivar uno de los polos de la dualidad, retroalimentando así al opuesto correspondiente. Y claro, en Afganistán parece que va a ocurrir más de lo mismo con el auge del poder talibán desde la invasión de dicho país. Pero se ve que el ser humano necesita de muchas tozudas piedras para aprender el camino de la sabiduría y la eficacia consiguiente. Pues a ver si al menos aprendemos de tanto error militarista y de tanto interés corporativista de los grandes consorcios. Que así sea por la cuenta que nos tiene; que cada vez queda menos.

Goio Baldús, 21 agosto 2010