Según las antiquísimas enseñanzas Vedantas, nuestro irradiante y vivificador Sol, junto con sus planetas, recorre una órbita circular en derredor de otra estrella de mayor luminosidad; de la misma manera que nuestro planeta Tierra lo hace con respecto al Sol. Así como la Tierra invierte el tiempo de un año en realizar su órbita en derredor del Sol, los Vedas dicen que el Sol tarda alrededor de 25.000 años en efectuar su recorrido en torno a su estrella mayor o contraparte en lenguaje ocultista.
Esto quiere decir que nuestro Sistema solar se desplaza por distintas zonas del Espacio sometidas a diferentes campos de energías electro-magnéticas provenientes de las interacciones planetarias de los cuerpos celestes presentes en dichas zonas. Este gran recorrido circular ha sido fragmentado en 12 tramos, cada uno de ellos de algo más de 2.000 años de duración, correspondiendo cada tramo a distintas zonas espaciales y por consiguiente sometidos a distintas energías impactantes en cada tramo o Era.
Desde mediados del siglo pasado nuestro Sistema solar, junto con la Tierra, está abandonando un tramo del recorrido para adentrarse en el siguiente, de manera que cada vez es menor la influencia de las energías del anterior tramo, pero aumentando por otra parte la influencia de las nuevas energías del tramo recién estrenado. Las energías del tramo anterior, o Era de Piscis, estaban regidas por el llamado en los círculos esotéricos como Rayo devocional o 6º Rayo, el cual ha sido el factor modelador más determinante de la evolución humana durante los últimos 2.000 años.
Las características del 6º Rayo han sido de naturaleza emocional, donde la fe, la devoción y el misticismo son sus rasgos más sobresalientes, contribuyendo a entrenar a la Humanidad en el arte de reconocer los ideales, o dicho con otras palabras, ha contribuido en el aprendizaje invocador de los anteproyectos de las ideas, siendo más un deseo por alcanzar la plenitud que un esfuerzo planificado; deseo o anhelo que en muchas ocasiones a lo largo de la Historia se ha visto teñido de gruesas dosis de fanatismo, intolerancia y supina ignorancia, todo ello adobado de un concepto individualista donde primaba la salvación personal por encima de la salvación grupal, así como un acusado seguidismo no exento de devoción y culto a la personalidad de los líderes, bien fueran religiosos, políticos, guerreros o sociales.
Por el contrario, las características del 7º Rayo o el Rayo del actual tramo o Era de Acuario, son de naturaleza mental, siendo la aspiración a la Síntesis o superación de las diversas dualidades emotivas el aspecto más representativo de la influencia de las energías de Acuario; síntesis que debe producirse desde el Plano mental, para de esta forma organizar y armonizar las diversas energías que por su propia naturaleza están en confrontación dando lugar así a las aburridísimas dualidades o pares de opuestos. En esta Era recién estrenada se materializarán, evocando, las ideas invocadas durante la anterior Era, gracias a la obtención de la Síntesis de todas ellas, así como también gracias a dos aspectos más que aportan las energías de 7º Rayo.
El primero de ellos es que la diferencia existente entre los métodos de la vieja y la nueva Era consiste en que en la vieja subsiste la idea de ser guiados por una persona, por un líder, y en cambio en la nueva será asumido que la guía provendrá de un grupo, que la dirección será colectiva y no personalizada. Así se desarrollará la voluntad de trabajar en un grupo como parte integrante del mismo, trabajando por el bien común, pero sin tener ambición personal ni deseo de ser un líder; lo cual nos lleva al segundo aspecto de este Rayo de Síntesis, como es el concepto de Servicio desinteresado e incluso desapegado.
Este aspecto de Servicio está representado en el propio icono de Acuario, donde aparece un ser humano portando un cántaro de agua sobre su cabeza. Esta imagen significa que para llevar con cierta soltura el cántaro es preciso estar dotado de aplomo y equilibrio, lo cual confiere ecuanimidad y por ende objetividad, características imprescindibles todas ellas tanto para la consecución de las síntesis superadoras de dualidades como para ejercer un servicio eficaz al grupo en aras del bien común. El cántaro se trasporta para suministrar el agua de la vida a quien lo necesite, es el símbolo del servicio y de la necesaria actitud equilibrada del servidor.
Es cierto que la tendencia a servir es una actitud cada vez más extendida en el género humano, pero la práctica de un servicio verdaderamente eficaz exige un trabajo arduo, al ser preciso un esfuerzo deliberado, una sabiduría consciente, y una cierta habilidad para trabajar sin apegos. Difícilmente será posible practicar el Servicio de manera eficaz si se ejerce para aliviar la incomodidad que produce al servidor la visión de la desgracia ajena, haciéndolo más por aliviar su propio malestar, o mala conciencia, que por el bienestar del afligido; o por un deseo no exento de fanatismo tendente a seguir el ejemplo de Cristo o de cualquier otro gran personaje, siendo el esfuerzo debido más a la obediencia ciega al personaje que a su propio sentimiento natural; o por un anhelante deseo de lograr la perfección espiritual; o bien porque está de moda y porque así se ganan amigos, admiración, cariño, incluso poder, beneficiando de este modo al supuesto servidor; en definitiva, el trabajo no será muy eficaz mientras la prestación de servicio sea de naturaleza emocional, lo cual, como ya deberíamos de saber, va siempre acompañada de los correspondientes y distorsionadores apegos no exentos en muchas ocasiones de interés personal, o de odios hacia el causante de las desgracias ajenas, o de un gran sufrimiento que obnubila la capacidad de servir.
No obstante, a pesar de los móviles erróneos y las equivocadas aspiraciones, cada vez hay una mayor tendencia a servir, facilitando así el necesario aprendizaje para una correcta comprensión del significado de servir; lo cual irá desarrollando una serie de energías internas provenientes del Alma y alentadas por el célebre 7º Rayo, que oportunamente trasferirán la fuerza del plexo solar al corazón, capacitará al servidor polarizado emocionalmente a enfocarse en la mente, y acabará por despertar el centro coronario. El impulso de servir se registrará en el centro cardíaco y no en el plexo solar, generando así una respuesta mental a la necesidad de servir, exenta de los diversos apegos del servicio emocional, e impregnada de los beneficiosos efectos espontáneos que propicia el contacto con el Alma.
Como dicen las antiguas enseñanzas vedas, servir al bien común y a todos los seres de la Creación, no debe ser una cualidad ni un método para salvar al Mundo; servir es una manifestación de la vida, un instinto del Alma, un impulso evolutivo, porque tal como de la misma forma para el Reino animal lo es el instinto de supervivencia y reproducción, para el Reino humano lo es el impulso de servir; es en definitiva el deseo por el bien grupal como consecuencia del contacto con el Alma, en contraposición al deseo personal e individualista, y por lo tanto egoísta, de la naturaleza humana inferior. La prestación de servicio no debe ser algo impostado, imitado ni mucho menos interesado; como expresión del Alma que es, debe ser una expresión natural, instintiva, espontánea, sincera. Si de verdad hay ausencia de apegos, sufrimientos, odios e intereses, “es el primer efecto verdadero que se evidencia en el Plano físico de que el Alma comienza a expresarse externamente”.
Pero este significado del concepto de servir no es un mensaje exclusivo de las enseñanzas vedantas. Otras filosofías y otros grandes Maestros han abundado en lo mismo, explicando que el servicio implica desinterés, esfuerzo, renuncia y sacrificio por el bien del grupo, del colectivo o del conjunto de la Humanidad, como el Maestro Jesús entre otros dejó constancia con su ejemplo. Este verano, un buen amigo me ha regalado un libro sobre la vida de otro gran personaje llamado Omraam Mikhael Aïvanhov, cuyo título es “La vida de un Maestro en Occidente”.
Quizá algún día me anime y escriba un artículo sobre dicho libro, pero a modo de aperitivo y continuando con el tema del Servicio, considero que algunas palabras de Aïvanhov pueden ser muy esclarecedoras al respecto. De manera resumida viene a decir que en el pasado la mayoría de los gurús, santones y místicos sólo habían pensado en su propia salvación, en salvar a su alma, en liberarse de las ataduras terrenales porque consideraban su estancia en la Tierra como una gran desgracia; opinando Aïvanhov que esta actitud era errónea porque lo correcto era trabajar y servir en la Tierra para hacer descender a ella el Reino de Dios, o conseguir el establecimiento del Reino de las Almas en el Plano físico, uniendo Espíritu y Materia, logrando así una fraternidad universal extendida por todo el Planeta que se manifestaría por medio del amor, la alegría, los cantos, el respeto mutuo y la voluntad natural de trabajar por el bien común, recalcando también que dicho trabajo o servicio debía de ser efectuado de manera desinteresada y desapegada.
Es curioso que con esta filosofía central de su discurso, para muchos de carácter ingenuo o “buenista” o muy simplona pero al menos objetivamente inofensiva, al igual que le pasó a Jesús y a tantos otros grandes mensajeros de las fuerzas cósmicas, fuese Aïvanhov acosado por abundantes enemigos que bien por celos y envidias o por la mala conciencia que les provocaba sus palabras, no dudaron en calumniarle, tergiversar su discurso e intenciones, hasta lograr su sacrificio, en este caso temporal, confirmando que el Servicio desinteresado y desapegado conlleva la renuncia y el sacrificio como prueba de una buena y generosa realización de la labor de Servicio. Sin querer establecer ninguna comparación, y sin ningún culto a la personalidad, creo que nuestro Patrón también pasó por la fase de acoso y sacrificio como resultado de su voluntad al servicio del bien común.
Concluyendo, a modo de resumen, el 7º Rayo que comienza ahora a regir en la Era de Acuario, va aportar a la Humanidad la capacidad de buscar la Síntesis de las abundantes dualidades que tanto sufrimiento ocasionan, por medio de la armonía, el entendimiento y el respeto en el conflicto de los pares de opuestos, haciendo ver a los seres humanos que dicha armonía se alcanza gracias a la voluntad de servir por el bien común, sin intereses personales y con el debido control emocional que posibilite unas mejores prestaciones mentales al servicio del bien grupal, todo ello realizado de manera natural, espontánea, instintiva, como condición adquirida de la misma manera que ya la mayoría de las personas han asumido que la esclavitud es una ignominia, o que la democracia es el sistema conocido menos malo, o que la libertad de expresión es el pilar fundamental de toda convivencia cívica.
Acaso por eso, el mantra para esta época sea “que el esfuerzo sostenido sea la simiente de la Síntesis, la fuerza que reúna aquello que fue separado”. Pues muchas gracias por vuestra amabilidad, y sólo decir que este artículo ha sido elaborado tomando como base las enseñanzas de los libros “El discipulado en la nueva Era” y “Tratado sobre los 7 Rayos”, ambos de Alice Bailey y de su contacto mental conocido como El Tibetano.
Que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra; o dicho en plan más moderno, que la inteligencia, el respeto y la tolerancia, y la voluntad al bien, traigan la armonía y la justicia a la Tierra.