Para entendernos, vamos a llamar Raja Yoga occidental a la práctica oriental de Raja Yoga adaptada a las características físicas, emocionales y mentales de los llamados occidentales. Como ya se ha comentado aquí más de alguna vez, Yoga significa Unión, Unir, como también quiere decir la palabra Religare, de la cual surgió el término Religión. Luego parece evidente que los latinos al unir Religare con un concepto espiritual, estaban aplicando la misma lógica que la empleada mucho tiempo atrás en los lejanos territorios de la India y el Tíbet, en cuyos valles y riberas fluviales se creó la científica técnica de Yoga para unir la Personalidad transitoria con el Alma inmortal.

Esta antiquísima enseñanza parte de la base de que las Personalidades son como un guante para el Alma, la cual es el auténtico Ser, pura energía cósmica a modo de chip electrónico que contiene información y sentimientos puestos por el Creador a disposición de todos los seres humanos cuando logran unir la parte mortal del guante con la parte inmortal del auténtico Ser. La parte mortal, el guante de poner y quitar, la Personalidad transitoria, está constituida a imagen y semejanza de su Alma, como si fuera un reflejo o proyección de esta energía animadora del Alma en el efímero y perecedero cuenco receptor de dicha energía inmortal; inmortal como corresponde por otra parte, a toda energía por aquello que no se destruye sino que tan solo se transforma, como ya se sabe desde hace tiempo.

La Personalidad es un reflejo del Alma, sí, pero imperfecto, como corresponde a todo cuenco receptor cuando además de ser un reflejo del Alma emisora, también está constituido de unas energías más densas provenientes del soporte físico de la Personalidad, o cuerpo físico formado de la llamada Materia en sus versiones de sólido, líquido, gaseoso y etérico o estructura atómica de toda Materia existente. La estructura atómica y su entramado etérico donde ubicarse inteligentemente los átomos, se puede decir que es el auténtico cuerpo físico de las Personalidades, siendo todo lo exterior, lo más denso y carnoso, la expresión tangible de las energías del cuerpo etérico/atómico.

De esta manera, la Personalidad, el cuenco, el guante, está constituida por las energías de esa estructura atómica del cuerpo físico, lo cual le ata a la atracción de la Materia; pero además porque dicho cuenco también está creado a imagen y semejanza de las energías menos densas de su parte espiritual o Alma, lo cual le impele a ascender, a aligerarse, el cuenco se convierte en el campo de batalla de las fuerzas que tienden a la Materia, y por ende a la separabilidad y dispersión a la que toda estructura atómica tiende, contra las energías que tienden al Espíritu y por lo tanto a la fuente, al origen, a la unidad, concentración y síntesis en una única Unidad o gran Yoga.

Las enseñanzas del Yoga ayudan a aquellas personas o cuencos que habiéndose dado cuenta que en su interior hay dos fuerzas contrarias que pugnan por imponerse, como son las que nos impelen al egoísmo y al interés material, y las que nos impelen a la solidaridad y al interés espiritual o tendencia a la unidad y al bien grupal; y que tras hacerse conscientes de esta agobiante dualidad, apuestan decididamente por el triunfo de las energías espirituales frente a las materialistas o personales. Según cómo estén de potenciadas unas o las otras, la Personalidad tendrá unas características determinadas.

Y por encima de esta dualidad Materia-Espíritu, está la conciencia individual dotada de libre Albedrío para elegir a cuál de los dos impulsos va a permitir su predominio, al impulso hacia el interés personal, o al impulso hacia el bien común y la unidad o superación de las dualidades. Y más por encima de estas Almas inmortales que animan a las efímeras Personalidades, se encuentra lo conocido como Plan cósmico o gran juego diseñado por una extraordinaria Mente dotada además de una impecable Justicia.

El gran Juego consiste en que la Humanidad, en todo su conjunto aunque esté dispersa, debe de ascender desde la brutalidad de sus orígenes a una única Humanidad solidaria, educada y respetuosa con las individualidades que la componen, para establecer así unas correctas y honestas relaciones humanas, cuyo campo cuántico de conciencia sea de tal intensidad que atraiga y posibilite la irrupción de las energías del Reino espiritual o 5º Reino en todas las mentes del 4º Reino o Reino humano. Como se ve, viene a decir que es el Cielo, el Alma, quien debe de bajar a la Tierra, y no al revés como dan a entender otras filosofías de carácter monoteísta.

Así que la Humanidad como conjunto no dispone de libre Albedrío, puesto que el destino evolutivo es inexorable hasta lograr traspasar los límites del 4º Reino y pasar a ser 5º Reino, de la misma manera que antes se había pasado del 3º Reino o Animal al 4º o Reino humano. Pero la gracia del juego consiste en un pequeño detalle mencionado de pasada un poco más arriba. Las individualidades que componen el conjunto de la Humanidad, sí que disponen de libre Albedrío, y por lo tanto pueden facilitar o dificultar el proceso, haciéndolo más o menos duro, o más o menos extenso en el tiempo, pero no lo pueden impedir, como mucho, retrasarlo. Esta Fe inamovible en la Evolución de todos los seres vivos es el único dogma de la Raja Yoga, junto con la Ley de Renacimiento, aunque ésta última no sea tan difícil de demostrar por medio de técnicas específicas y solventes.

Debido a este fin inexorable de la evolución humana tendente a la unidad y la armonía, el Raja Yoga, o Yoga mental de síntesis, donde pone más énfasis en cuanto a las características que debe de reunir el aspirante, es en la voluntad de servicio a sus semejantes, por encima de intereses de su Personalidad o guante, como garantía plena que en su interior el combate entre los impulsos egoístas provenientes de abajo del Diafragma, y los impulsos solidarios, provenientes del Corazón, ha sido resuelto a favor de este último, y por ende a favor del aspecto Amor. A partir de aquí comienza la Raja Yoga propiamente dicha tal como fue concebida en su día, y que tan bien explica Patanjali en su “Aforismos de la Yoga”, aunque los términos y conceptos no sean muy comprensibles para una mente occidental que no tenga un cierto conocimiento de estos temas.

Siempre ha sido un gran problema la lectura de textos orientales traducidos por occidentales, que a pesar de conocer sobre el tema, al no haber en los lenguajes occidentales el término correspondiente al significado del término oriental, cada cual según fuera la interpretación del traductor, lo expresaba a su manera no siempre coincidente con otros estudiosos de las filosofías orientales. Esta diversidad de nomenclaturas e incluso de interpretaciones, fue motivo de interminables discusiones teóricas entre las diversas corrientes orientalistas de Europa durante los últimos años del s. XIX y los primeros del XX. Teosofistas, rosacruces, ocultistas a la vieja usanza, y demás variedades de organizaciones espirituales con, directa o indirectamente, conocimientos orientales, se enzarzaron en estériles polémicas cuyo resultado fue un ejemplo vergonzoso e incoherente con respecto a las enseñanzas que predicaban, con ataques personales, descalificaciones, escisiones, corrientes, líderes endiosados y dogmáticos, y así todo en ese plan a pesar que todos se reclamaban de las esencias y sustancias del armonioso mundo espiritual del Alma que tiende a la Unidad.

Fue un auténtico caos para cualquier buscador por mínimamente objetivo que fuera, ante el cúmulo de diferencias que había en tantas interpretaciones de la misma cosa, en una época sin el acceso a cualquier información, y mucho más si se trataba de estos tan subjetivos temas de Oriente. Y en éstas, llegó Alice Bailey.

Alice Bailey nació en 1880 en la Inglaterra victoriana, puritana y conservadora de aquella época en el seno de una familia acaudalada y cristiana ortodoxa. No tuvo ninguna formación intelectual si se exceptúa la lectura de los Evangelios, los cuales llegó a conocer de tal modo que no desaprovechaba ocasión para dar conferencias sobre el tema allá donde hubiese un mínimo auditorio, por ejemplo en hospitales donde además desde muy joven acudía a ayudar y colaborar en el cuidado de los enfermos, demostrando una capacidad de servicio y entrega al prójimo que no fue muy bien comprendida por su entorno social y familiar.

En 1919, tras un matrimonio fracasado, tres hijos y una salud física muy delicada, Alice Bailey sufre una transformación incomprensible que le faculta para escribir más de 30 libros, algunos de ellos auténticos tomos de ancho lomo, durante los 30 años siguientes hasta su muerte en 1949. Semejante producción literaria fue alternada con multitud de conferencias y la creación de una Escuela para formar a los aspirantes en los viejos conocimientos de Oriente presentados con términos y conceptos de Occidente. La temática abarca todo el campo espiritual, fijando de manera racional y ordenada todo el confuso panorama de diversas etiquetas y lecturas subjetivas y/o erróneas que había hasta entonces. Además, en sus textos hay una serie de informaciones que algunas de ellas ya se han comprobado que están en plena armonía con los descubrimientos científicos de los físicos del átomo y de la psicología que se han producido después.

Se dice, se comenta, que esta extraordinaria obra literaria le fue dictada telepáticamente desde los Planos espirituales por medio de un Maestro llamado Djwahl Khul, alias el Tibetano. Pero haya sido su obra de cosecha propia, o haya sido transmitida por el Tibetano, el valor de sus escritos está ahí para quien quiera comprobarlo; aunque sería muy gratificante que fuera verdad lo del Tibetano porque dos de sus supuestas declaraciones de principios ya de por sí dejan bien a las claras cuáles son sus intenciones, y de paso corta por lo sano con los clásicos dogmatismos, sectarismos y culto a la personalidad que tanto abundaban entre los allegados al mundo espiritual de entonces.

Una hace mención a que la práctica de sus enseñanzas de Raja Yoga adaptado a Occidente la pueden seguir los aspirantes sin necesidad de abandonar a su grupo religioso, ocultista, metafísico, iglesia o actividad política o social. Sólo pide que consideren su actividad, allá donde estén, como un campo de Servicio desinteresado a favor del conjunto de la Humanidad, requisito imprescindible como ya se ha visto más arriba para comenzar a adentrarse en la Raja Yoga.

La otra declaración también es muy importante así como todo un canto a la libertad de pensamiento y al propio criterio como corresponde a todo Yoga mental. “Lo expuesto hasta aquí encierra mucho, pero no debe ser aceptado por esa ciega obediencia e ingenua devoción que el aspirante emocional brinda al Gurú o Maestro o Líder, con el que no estará en condiciones de contactar hasta que haya trasmutado la devoción emocional en desinteresado servicio a la Humanidad y no al Maestro. Leer las lecciones siempre con mente abierta y juzgarlas por su contenido y no por la autoridad que se le atribuye a quien las escribió”.

Considero que para cualquier persona interesada en su crecimiento personal que además comparta o esté identificada con estas dos declaraciones básicas, sería muy clarificador para ella si decidiera conocer el método de Raja Yoga de Alice Bailey impartido en su “Escuela Arcana”. Por si aún queda alguna duda del espíritu o fines que persigue este método de crecimiento, creo que con recordarles “La Gran Invocación”, susurrada por El Tibetano a la increíble Bailey, puede despejar cualquier resquemor que pueda haber. Y la cito de memoria, tal como lo haría cualquier regular estudiante y practicante de este método de servicio, estudio y meditación.

Desde el punto de Luz en la Mente de Dios, que afluya Luz a las mentes humanas, que la Luz descienda a la Tierra (La Luz de Buda).

Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios, que afluya Amor a los corazones humanos, que el Amor descienda a la Tierra (El Amor de Cristo).

Desde el centro donde la Voluntad de Dios es conocida, que el Propósito guíe las pequeñas voluntades humanas, Propósito que los Maestros conocen y sirven (El Propósito de Shamballa).

Desde el centro que llamamos la Raza humana, que se realice el Plan de Amor y de Luz, y selle la puerta donde se halla el mal.

Que la Luz, el Amor y el Poder del Propósito, restablezcan el Plan en la Tierra.

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