Te seguiremos Joxe. Al igual que tú, todos nos desnudaremos el hábito, de tela el más fácil, de vida el más complicado. Dejaremos viejo hábito y tomaremos nuevo. Tomaremos, como tú, el nuevo hábito de abrazar también lo diferente. Dejaremos el hábito de repetir, de reproducir lo viejo, lo caduco y tomaremos el nuevo de explorar, compartir, también de cocrear. En realidad está todo por levantar: la nueva tierra de fraternidad, la nueva espiritualidad sin nombre, ni etiquetas.
Dejaremos el hábito de imponer y tomaremos el hábito de callar, de aprender de todo lo puro, lo genuino, lo sagrado que salga a nuestro paso. Cada día mudaremos. Que podamos saludar el sol de cada mañana sencillos, humildes, desnudos de creencias absolutas y catecismos medievales. Que cuando de Arriba nos llamen se hayan caído, se nos hayan deslizado por el cuerpo todos los hábitos, que nos encuentren vacíos, por supuesto de abalorios, pero también de dogmas y cultismos, de interesadas verdades, de lastrados conocimientos.
Nos habremos de desnudar siempre un poco si de verdad queremos avanzar al encuentro del otro. Desnudos ante Jesús, desnudos ante Dios, empezaremos de nuevo. Al desplomarse lo viejo, nunca nos debe faltar la fuerza y la fe para comenzar de cero. Aprenderemos de nuestros errores, de cuando pensábamos que el mundo debía mirar con nuestra mirada, cuando creíamos que las únicas colinas sagradas eran las de Samaria y Galilea. Jesús, nuestro Jesús no creó institución alguna, sólo nos contagió acogedora y tierna mirada, sólo creó linaje de puro e incondicional amor.
Crearemos nueva Iglesia, red de comunión, amplio círculo de fraternidad, Joxe; nueva Iglesia sin muros, ni defensas, una nueva casa de anchos aleros. Los pájaros de Asís volarán a nuestro tejado, quiero decir, al tejado de todos, de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, al tejado compartido con todos los credos auténticos. Y en su sencillo altar, los libros sagrados de las grandes tradiciones. Como en Vitoria, ¿te acuerdas, Joxe…?
Construiremos nueva Iglesia, una alianza de universal amor, tal como Jesús nos enseñó. Construiremos nueva Iglesia con jerarquía que sólo sabe de servicio y entrega, que se remanga la camisa y lava los pies y las frentes, los vasos y los platos, jerarquía que escucha, comprende y después comparte.
Construiremos nueva Iglesia con Su Soplo, Joxe. Sin Su Aliento de Eterna Vida no somos nada. La construiremos en consonancia con el valor excelso de la unidad en la diversidad, unidad en la esencia, pluralidad y riqueza en las formas. De pronto sólo veremos en esta vida los cimientos, pero se expandirá esa nueva hermandad hasta el último rincón de la tierra, porque es la nota del nuevo tiempo, porque nada se puede sostener en el futuro, si no es en esa superior unidad.
No haremos leña del pasado. Cada quien se envuelve en las llamas que enciende. Cada quien labra su propio futuro. Cada quien su cárcel o su templo. Nuestro templo nuevo no admite ninguna piedra de rencor. No confrontaremos la Iglesia de ayer, la de los días contados, la de «tú para América porque me resultas incómodo»… Crearemos una nueva. Cada quien responde sobre cómo resuelve sus «incomodidades»… Hay demasiado horizonte por delante para vivir mirando hacia atrás.
Construiremos una nueva Iglesia, Joxe, y habrá muchos colores, muchas lenguas, muchos cantos y en medio del círculo ancho, amplio, verde, tú nos hablarás de Jesús, de Francesco y de sus pájaros. ¿Como en el círculo de Estella, te acuerdas…?
Triunfan quienes ceden. Ceder no es rendición. Es dar la pompa y el privilegio, es regalar la “última verdad” y los altares de oro… Nosotros nos vamos junto al río en el que te conocimos. Allí sólo verde y ancho prado, sólo una llama de amor, sólo corazones reunidos.
La historia se repite una y otra vez. Conocemos ya el relato de un clero imponiéndose a la fuerza en el territorio libre de las almas. ¿Cómo moverse y servir en una casa en la que ya no hay aire, o lo que es lo mismo, libertades? Volvamos al campo también desnudo, para ellos la mitra y el trono, la prole silente y el micrófono único.
Crearemos una nueva Iglesia y tú nuestro franciscano sin sotana… Nos acercamos ya con los pies desnudos, con el alma en la mano. Ya vuelan los pájaros de Asís al nuevo alero… Ya vuelan a nuestra nueva casa, vienen a quedarse. Creo que vienen por tiempo.
Koldo Aldai, 5 septiembre 2010