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Este 28 de abril coincidiendo con el plenilunio de Tauro y siempre con anterioridad al mismo (14:20 hora peninsular española) se celebra en muchas partes del mundo la celebración milenaria de Wesak, el festival espiritual del Buda.

La celebración consiste en una meditación grupal en la que los presentes invocan la energía superior que ejemplarizó el Buda, con el propósito de distribuir mentalmente esa energía por todo el planeta. Se trata así de una meditación que aspira a crear una antena de energía grupal cuyo fin es distribuir las energías del amor y de la compasión por la tierra para intentar propiciar un aumento de la vibración y consciencia colectivos.

La nota clave sobre la que versa esta meditación de Wesak es: «veo, y cuando el Ojo está abierto todo es luz». Hace referencia a la capacidad de todo ser humano para abrir su ojo espiritual, mediante el contacto con su alma, que permite el desarrollo de una visión que va más allá de la visión física.

Cuando el ser humano contacta con su alma, se pone en relación con su esencia inmortal y distingue claramente entre su yo inferior o personalidad (lo que normalmente llamamos el vehículo, o el ego), y su yo superior o individualidad. Cuanto más en contacto esté la persona con su yo superior, más estará en disposición de contribuir al mundo lo que las diferentes tradiciones sintetizan en las llamadas Santas Moradas: armonía, equilibrio, propósito, voluntad al bien y sobre todo compasión y amor. El contacto con el alma se hace posible a través de la meditación, que puede ser un espacio concreto al día pero que poco a poco se convierte en un estado meditativo que acompaña a la persona en todo momento y ocasión, con independencia de lo que esté haciendo: trabajando, paseando, escribiendo, lavando los platos o mirando a los ojos de otra persona.

La tradición esotérica atribuye al festival de Wesak una gran fuerza, pues considera que los dos grandes instructores de la Humanidad, el Cristo y el Buda, se presentan en forma etérica en el remoto valle de Wesak, en los Himalayas, con el objetivo de enviar a la Humanidad las energías búdica y crística de la luz y del amor. Esta energía es entonces recogida por los hombres y mujeres de buena voluntad para distribuirla por la tierra. Para esta tradición esotérica, se trata de un momento del máximo propósito y oportunidad para trabajar en la materia los principios que llegan desde el espíritu.

Entre los más entusiastas de esta tradición esotérica, se dice y se comenta a modo de leyenda que existe una ceremonia externa en el propio valle, muy cerca del monte Kailas, que se resume así: “en el extremo norte del valle hay una gran roca plana (visible en la foto del valle que se adjunta) donde se deposita un cuenco de cristal con agua. Alrededor de esa roca se congrega un grupo de Grandes Seres que son los custodios del plan de Dios en la tierra. Asisten además Adeptos, Iniciados, y miembros del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo para un gran acto de servicio. Coincidiendo con la luna llena, los Grandes Seres realizan un ritual en el que el Cristo se torna visible en el centro y articula la frase “Presto, Señor, ven…”, tras la cual un punto de luz en el cielo adquiere la forma del Buda y el Cristo pronuncia la oración conocida como “La Gran Invocación”. Cuando el Buda desaparece, el Cristo distribuye a todos el agua bendecida que se encuentra en el cuenco, en una ceremonia de la comunión con el agua que nos insinúa la era Acuario”.

Cada uno de nosotros, creamos o no en esta tradición esotérica y en su posible manifestación externa, podemos participar activamente en este Festival espiritual de Wesak. Para ello, es recomendable mantener un estado lo más meditativo posible en los dos días anteriores, el propio día y los dos días posteriores al plenilunio, en los que intentaremos estar con el corazón y la mente limpios y en actitud receptora de esas energías búdica y crística, poniéndonos al servicio de estas energías transformadoras para, en la medida de nuestras posibilidades y nuestra comprensión, ser una antena en su difusión. Para el cristiano, tiene sentido recordar entonces la preciosa frase de Jesús: “Mi Padre trabaja, y yo trabajo con Él”.

Wesak es un buen momento para recordar aquellos valores por los que vale la pena vivir, y que sintetizamos en:

• Un amor a la verdad, esencial para una sociedad justa, inclusiva y progresista.
• Un sentido de justicia, en el reconocimiento de los derechos y necesidades de todos.
• Un espíritu de cooperación, basado en la buena voluntad activa y en los principios de correctas relaciones humanas mediante las correctas opiniones, correcta intención, correcta palabra, correcta acción, correcto estilo de vida, correcto esfuerzo, correcta forma de pensar y correcta concentración.
• Un sentido de responsabilidad personal, en el grupo, en la comunidad y en los asuntos nacionales.
• El servicio al bien común, mediante el sacrificio del egoísmo.
• Una paulatina disminución de la identificación con las cosas y los deseos materiales, dejando de considerar las posesiones y la existencia terrena como lo de mayor importancia.

Wesak, 28 de abril de 2010, una nueva oportunidad para la Humanidad para decidir vivir con mayúsculas, para liberarse, para contribuir a ese nuevo mundo tan necesario y tan anhelado, para tomar el ejemplo del Buda y el Cristo, para comprometerse en la verdad y en el amor.

Que así sea.

26 abril 2010

Yolanda Goiri
Goio Baldus
Joaquín Tamames