Hay abrazos capaces de virar la historia. Necesitamos ese otro rumbo tan difícil como liberador, ese otro océano tan ignoto como purificador. Hay abrazos que contribuyen a tambalear enteras montañas de rencor, a acabar con abismos humanos, a abrir  «anchas alamedas»… La humanidad está llamada, más pronto que tarde, a abrazar al contrario, a atravesar en su conjunto el portal iniciático de la reconciliación. Urgimos de esa suerte de mayúsculos abrazos, de colosales perdones…

Maixabel Lasa viene de abrazar a la persona que más daño le ha hecho en su vida. Necesitamos lupas grandes para dar con las noticias cargadas de esperanza que también llevan los periódicos. Acaba de salir a la luz. En «El País» de ayer la ex-directora de la Oficina de víctimas del Gobierno vasco, relata su encuentro con uno de los responsables del atentado contra su esposo, Juan María Jauregi. La cita fue en la cárcel de Nanclares. Mantuvieron una serena y clarificadora conversación y al final, en el momento de la despedida, ella le dio un abrazo al otrora violento y ahora arrepentido. Propinó generoso abrazo a la persona que le había privado del compañero a quien tanto quería.

«Free hugs», abrazos libres, para todos, sí, pero sobre todo para quienes nos han causado serio daño. He ahí el más elevado desafío humano. ¡Eskerrik asko Maixabel por todo el gran bien que has hecho a este país reuniendo infinito coraje, inmensa compasión! Gracias también a tu marido, pues en vida ya intentó, desde su cargo político, tumbar esas montañas, mermar esos abismos, abrir esas alamedas… Vuestro sacrificio no sea en balde. Vuestro encomiable ejemplo ilumine la alborada de la nueva conciencia sobre esta y otras tierras.

Koldo Aldai, 27 mayo 2013{jcomments on}