El pensamiento que hoy nos regala Aïvanhov es precioso.

Nos habla de las regiones sublimes que podemos frecuentar.

Para ello hay que prepararse como para un bello encuentro: empezando la tarde antes, anticipando ese encuentro, en armonía, en comunión.

El mundo divino tiene enorme riqueza, se nos dice, y con la debida preparación y ritual podemos contactarlo de continuo…

¿Es posible alcanzar la plenitud en este mundo convulso? ¿Es posible amar a la vida y a todos los seres?

Siempre se nos ha dicho que el que busca encuentra.

Hay una sed que podemos saciar en los restaurantes del alma y del espíritu.

Podemos captar tantas cosas si permanecemos atentos.

Después  de una oración, después de un instante de meditación, después de un  contacto con la luz, os sentís satisfechos. Exteriormente,  objetivamente, no se ha producido nada, aparentemente no habéis recibido  nada, y sin embargo os sentís en la plenitud. Efectivamente, porque es vuestra alma y vuestro espíritu quienes se han alimentado y han saciado  su sed.

Y en estos «restaurantes» del alma y del espíritu, no es como en el plano físico en el que os veis obligados a comer y beber varias veces al día para no sentir hambre, sed y recuperar fuerzas. El alimento que  tomáis en las regiones sublimes del alma y del espíritu os sacia y calma vuestra sed durante varios días. Porque el mundo divino contiene elementos de tal riqueza que si solamente una única vez lográis captarlos, la sensación de plenitud que os proporcionan no os abandona más, nada puede privaros de esta certeza de haber gozado la eternidad.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos (www.prosveta.es). Foto: niños en la guardería del dispensario de Pilkhana, Howrah, India, 2009