A propósito del triunfo de Obama
5-Noviembre-2008
El “Yes, we can” había sobrepasado las fronteras de los EEUU y comenzaba a conjurar el miedo, la apatía y la desesperanza planetarias. Con Obama presidente ese conjuro adquiere un poder inusitado. “Yes, we can” no es sólo una consigna política. Es mucho más que un lema partidista, es una inyección de fe y confianza en nosotros mismos que recorre el mundo entero. “Yes, we can” hecho realidad, devuelve a todos los soñadores el derecho a nuestros sueños, a todos los hombres y mujeres de progreso el aliento para trabajar por un mundo definitivamente nuevo.
Si ellos pueden, el mundo puede. Si ellos han conseguido inaugurar un horizonte de esperanza, el resto de las naciones también puede. Obama nos ha devuelto la fe en el trabajo colectivo, la confianza de que la política puede ser noble empeño, la seguridad de que desde su ámbito se puede servir y transformar. El triunfo del senador por Illinois desborda las fronteras de los EEUU, es en realidad la victoria de los/as ciudadanos/as de buena voluntad del mundo entero.
No todo estaba perdido. La política no es tierra quemada. El “otro mundo posible” se gesta por abajo, desde la base ciudadana y los movimientos sociales, pero también por arriba, desde las instituciones y los gobiernos. En este caso, la invitación a soñar ha venido desde arriba. Nadie sobra en el más importante afán de construir una nueva tierra de paz, justicia y fraternidad.
El primer presidente negro de los EEUU difícilmente puede asumir la infinita expectativa creada en torno a él, no sólo en su país, sino en los cinco continentes. Nadie piense que los cambios vendrán de un día para otro. Ni siquiera los soldados y marines embarcarán en breve en Irak de vuelta para casa, guardarán de inmediato su uniforme del desierto. Pero sin duda Obama representa la más ambiciosa apuesta política que la ciudadanía norteamericana podía encarnar. Con un perfil aún más pacifista, más planetario y menos nacionalista, con un programa más exigente en políticas sociales…, jamás hubiera alcanzado la Casa Blanca. Obama representa el máximo progreso que los EEUU pueden activar.
Gozo grande, pero gozo contenido. Aviso, por lo tanto, a navegantes impacientes: el “otro mundo posible” no viene en paquete “express”. Nadie espere que enormes cambios se precipiten al momento. Sería un suicidio político. Nadie pida peras al olmo, nadie aguarde unas transformaciones que aún, al día de hoy, no se pueden implementar. No amanece en un instante. La evolución de la conciencia es lenta y el progreso político y social también.
No se albergue decepción en el futuro por un Obama limitado en su margen de maniobra. A otros políticos nobles y valientes de nuestros días como Lula, Bachelet…, se les ha exigido también en su momento más de lo que podían dar de sí, se les ha criticado duramente desde posiciones radicales y maximalistas. Un buen mandatario puede y debe ejercer una labor didáctica, proyectando su luminosa y progresista visión de futuro, pero no puede despegarse excesivamente de lo que el conjunto de la ciudadanía está dispuesto a asumir. El axioma hermético: “Como es arriba, es abajo”, se cumple de forma inexorable. La ciudadanía norteamericana no permitiría aventuras más allá de su actual nivel de conciencia media. No olvidemos que la ya honda crisis económica ha sido uno de los factores que han empujado a Obama al triunfo. No olvidemos la enorme carga de nacionalismo que el futuro presidente ha debido de inyectar a su campaña para poder ganar. No olvidemos que, aún con esta elección osada, la ciudadanía norteamericana sigue siendo en muchos aspectos conservadora.
Aún y con la prudencia y lentitud que exigirá el camino, “el cambio ha llegado a Norteamérica”. Extiéndase éste al mundo entero, a todas las naciones, a todas las culturas y generaciones. Un nuevo orden internacional, un nuevo paradigma civilizacional, ha de ser inaugurado.
Obama es, por lo tanto, lo mejor que le podía pasar a los EEUU, después de ocho años tan oscuros. Es un hombre muy inteligente, con genuina vocación de servicio; carismático orador, amén de un hombre bueno, cargado de elevados principios. Obama puede ser el líder, no sólo de la nación más poderosa, sino también del mundo entero.
El planeta necesita un liderazgo como el de Obama en estos tiempos tan convulsos e inciertos a todos los niveles, pues nadie como él apela a la fuerza interior de cada quien; nadie como él invita a la unidad ciudadana, más allá de las diferencias, frente a los grandes desafíos. Pero será necesario que cada quien haga aflorar su responsabilidad, compromiso y fuerza interior, para que la fuerza colectiva, el alma grupal con todo su poder transformador, puedan exteriorizarse en el momento más crítico de nuestra historia planetaria; para que los verdaderos cambios, no sólo en Norteamérica, sino en todo el mundo, empiecen a precipitarse.
Gozo pues, pero gozo contenido. No olvidemos que las definitivas transformaciones se operan en una geografía más personal, más íntima; que el nuevo orden mundial se exteriorizará, sin posibilidad alguna de vuelta hacia atrás, cuando ese nuevo orden de paz y fraternidad comience a encarnar en el interior de una gran mayoría de seres humanos.
¡Fuerza, amor y discernimiento de todo corazón para el hombre que, muy probablemente, acaba de contraer la mayor responsabilidad política planetaria de todos los tiempos!
Koldo Aldai
Fundación Ananta