Escribo esta notita con motivo del tránsito de Maria Jesús Valdés, que ha fallecido ayer. Estoy seguro que ahora estará plena de luz, reunida con el Dios inmanente y el trascendente, conocedora de todo. De chico la traté mucho, y en su casa pasé largos ratos con su hijo Vicente, que era (y sigue siéndolo) amigo del alma. Pasábamos muchas horas juntos. Y Maria Jesús siempre me trató con bondad, con amor, con enorme cariño. A Maria Jesús le encaja la definición de «hombre esencialmente bueno» que acuñara Antonio Machado para esos seres que pasan por la tierra pensando y haciendo el bien. Así pues, un abrazo desde aquí, nuestro barrio hoy otoñal, querida Maria Jesús, en agradecimiento por tus miradas, por tus palabras, por tu querer.
{jcomments on}
Joaquín Tamames