HUIR DE LOS PROBLEMAS

Esta mañana leí la siguiente frase: “no puede huir de problemas en los que se ha metido Vd. mismo” y pienso que su autor, Stephen Covey, tiene toda la razón.

Aún cuando estamos más que prestos a señalar con un dedo acusador a todo lo que se ponga por delante, si observamos más despacio y con detenimiento veremos otros 3 dedos que nos apuntan bien directamente. Conclusión: no podemos escurrir el bulto.


Con más frecuencia de lo que me gustaría reconocer, me “pillo” quejándome y protestando por alguna persona, situación o cosa que no ha resultado como “debería o tendría” que ser, según mis rígidas exigencias y paradigmas.

Por supuesto, y a mi pesar, lo que es, es; y tanto si lo acepto como si no, si me gusta como si no, así es y, como me decían de niña, “ahora tienes el trabajo de desenfadarte”.

Lo positivo, que aunque vuelva a tropezar en la misma piedra, se que no hay nada ni a nadie a quién culpar y si el poder responder desde mi libertad personal a la situación.

El problema, término genérico con el que designo a todo lo que me desagrada, me irrita, me incomoda, me avergüenza y me asusta, no es más que una decisión y elección, consciente o inconsciente, que he tomado en algún momento previo y no ha dado los resultados que me hubieran gustado y preferido.

Y como el origen, la causa, siempre es mental, no puedo huir de mis propios pensamientos, ni culpar a nadie por los mismos, pero sí puedo cambiarlos, sustituirlos y volver a tomar nuevas decisiones. Causas nuevas, resultados nuevos. No es dogma de fe, es ley y ciencia.

Me propongo estar más despierta en mis horas de vigilia a fin de crearme y atraerme menos problemas y antes de quejarme y culpar tan a la ligera, averiguar donde he participado en la cuestión, con tan poca fortuna.

Aceptación, responsabilidad y perdón. Con estos elementos tengo la seguridad de que los problemas, mis problemas, no me amargarán la vida sino, al contrario, me permitirán experimentarla.

Ana Novo, 5 mayo 2014
La Comadrona Espiritual ®
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