Convergencia planetaria con motivo del Equinocio de Primavera (Hemisferio Norte). Atardecer del 21 de marzo (cada quien según su uso horario local) (Más información: www.onecalendar.org).

Los grandes Seres subrayan la importancia de la primavera y nos invitan a  acometer en el inicio de este período, el trabajo de la purificación y la renovación, es decir de la resurrección. Dice el Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov que en la primavera podemos abrirnos al Sol para que distribuya en nosotros/as todos sus tesoros: “Cuanto más miréis al Sol con amor, más partículas de oro recogeréis bajo forma de luz, de maravilla, de gozo, de paz, de salud, de actividad y de fuerza”.

Este gran Maestro de nuestros días, se refiere de esta forma a la entrada del Sol en la constelación de Aries: “Es la época en que el Sol, el principio masculino, trabaja sobre el principio femenino, la Tierra, que recibe sus rayos, los absorbe, y empieza a producir hojas y frutos. La primavera es, pues, la piedra filosofal, la vida que rejuvenece toda la naturaleza. El fuego del Sol actúa sobre la materia prima, la Tierra, para insuflarle la vida. Éste es el símbolo alquímico de la primavera. Durante el invierno la Tierra está desierta y fría; pero, después de algún tiempo de “cocción” de la materia, todos sus tesoros empiezan a aparecer. Los alquimistas observaron este trabajo que se realiza en la naturaleza; comprendieron cómo trabaja ésta para transformarlo y transfigurarlo todo; todo lo que estaba muerto, apagado y negro, se vuelve vivo, bello y coloreado. ¿Y por qué, justamente, han puesto en primavera la fiesta de la Resurrección? Sí, Pascua es también un símbolo alquímico… En primavera la naturaleza está animada por una vitalidad acrecentada, todo resucita, y los sabios, que estudiaron estas leyes, descubrieron que los mismos fenómenos debían producirse igualmente en el hombre. Porque en el hombre encontramos también el Sol, la Luna, la vegetación, etc., y en el hombre también todo se puede transformar y resucitar, como en la naturaleza, y hasta, a veces, mucho más rápidamente.”


La potente respiración del universo en Aries, en el equinoccio de primavera, atraviesa los éteres con todo el fuego de la espiritualidad primigenia. Desde esa respiración en la cual el año celebra un nuevo comienzo, sus energías plantan la ígnea semilla de la cual se nutrirán los tres siguientes fases. 

El Cosmos es nuestro primer Hogar y todos los componentes de los distintos reinos del planeta celebramos y agradecemos a la Vida Una, la posibilidad de ese nuevo comienzo. El Equinoccio, punto astronómico y momento notable de los cielos, nos aporta una gran enseñanza: la de mostrar, señalar el punto medio, que es donde decían los griegos que se halla la virtud “in medio virtus”, y, otra aportación de este sagrado instante, es que la muestra por igual a toda la creación planetaria en ambos hemisferios terrestres, Norte y Sur. Es el único momento del ciclo biorrítmico donde esto sucede, donde los opuestos se igualan para reconocerse y comprenderse, donde la luz del día y la oscuridad de la noche se equilibran, tanto en el Norte como en el Sur planetarios, para mostrar que nos hallamos en un universo de naturaleza dual y polar, y que con esa ley subyacente en mente debemos abordar nuestra travesía vital.

Un solo instante después del Equinoccio, cada polaridad sigue su rumbo y el Norte abre sus brazos a la luz primaveral para eclosionar con toda la fuerza que la vida pone en su interior, y el Sur se prepara para envolverse sobre sí mismo como parte de su proceso de interiorización y reencuentro con la propia esencia divina. Es solo en el fiel de la balanza de la noche y el día donde se abren puertas internas  y externas a la comprensión y vivencia plenas del equilibrio dual de la Madre Naturaleza. Es por eso un momento solemne y de gran trascendente, donde el ser humano es telúricamente convocado a escrutar los cielos y sentir el aliento sagrado de Dios en su alma, mientras pronuncia una sentida oración hacia lo eterno, hacia lo inefable, hacia el misterio.

 

Tal vez sea este reconocimiento del instante lo que ha hecho que muchas tradiciones ancestrales, como los mayas yucatecas, hayan escogido este momento sagrado para iniciar su año solar con la mirada orientada a lo divino. Así pues, la naturaleza nos enviaría cada primavera todas las energías y estimulantes que necesitamos para el resto del año y a nosotros nos correspondería no dejarlas pasar sin tomar nada. De ahí la invitación del Maestro Omraam: “Mis queridos hermanos y hermanas, alegraos, la primavera está ahí, ¡cantad, bailad!”

Cantemos, dancemos, oremos pues, en más y más abarcante comunión. Si oramos unidos en sincronía con el cosmos y con el planeta, impulsamos nuestra oración y la amorosa fe de nuestro corazón hacia niveles y distancias inimaginadas, desde donde el universo, en su grandeza y sabiduría, lo devuelve transformado en poderosa Luz Evolutiva, gracia de Dios mediante.

La vida despierta de nuevo y nosotros  con ella. En el arranque de la primavera nos unimos en meditación, en oración, en danza…,  para sellar esta creciente comunión humana con el Sol y la Vida Una.

La iniciativa por el calendario unido está auspiciada desde España por los siguientes grupos y movimientos:

Fundación Ananta
World Teacher Trust
Fraternidad  Blanca Universal (FBU-España)
Hermanos del Águila
Luz de Iberia
Red Ibérica de Luz
Red Madrileña de Luz

Hermandad  Blanca(www.hermandadblanca.org) y 
Asociación Aroa 

Más información: www.onecalendar.org

* Imagen: recorte de la “Primavera” de Sandro Botticelli