Me sigue sorprendiendo que con la actual facilidad de acceso a la información y al conocimiento, la raza humana siga tan dormida y, por ende, malviviendo entre experiencias de lucha, sufrimiento y frustración.
Entramos, según dicen, en la recién inaugurada Era del Conocimiento, de la que participamos, a modo de juego, en el uso de las nuevas tecnologías y redes sociales, pero a los efectos prácticos de educación, profesión y trabajo, seguimos aferrados a la etapa industrial, porque así ha sido “toda la vida” y así nos lo dicen nuestros gobernantes, profesores, familia, compañeros de trabajo, medios de comunicación tradicionales, vecinos y amigos.
Tenemos claro que algo no funciona, no tiene sentido, ni merece la pena, pero, menos mal, está identificado el culpable, mejor, los culpables: la crisis, los políticos y la desvergüenza. Nada nuevo, por otra parte, así es desde que el mundo es mundo y no nos queda otra que resignadamente soportar hasta que lleguen tiempos mejores. ¡Así es la vida!
En esas redes sociales, libros, programas de radio y Tv y entre algunos amigos, compañeros y vecinos, hay otra información, otros datos, otros líderes y maestros que escriben, hablan y actúan diferente. Transmiten otros datos, otros hechos, otras vivencias, radicalmente opuestos a lo usual, normal, de toda la vida.
Esta información lo primero que persigue es la toma de conciencia y el conocimiento respecto a quienes somos, el propósito de la vida, el sentido de la experiencia física y las leyes universales que todo lo rigen. Una perspectiva alentadora, empoderante y significativa del ser humano, del mundo y de la vida.
Sin embargo preferimos seguir siendo inconscientes de nuestra esencia divina y de la semilla de grandeza y disfrute que nos corresponde germinar. Esa es nuestra libertad de decisión y elección, nos demos cuenta de ello o no. En todo momento elegimos y parece que va ganando la inconsciencia.
Nos da miedo ese potencial y salir de lo malo, pero cómodo y mayoritario, conocido. La mediocridad que nos envuelve a todos los niveles nos proporciona las excusas adecuadas para mantener nuestro status quo y no atrevernos a explorar nuevos caminos que podrían llevarnos a la plenitud, abundancia y felicidad.
La queja e impotencia desmedida nos perpetúa en la desesperanza e impotencia, pero nos consolamos de nuestros males con otros tontos. Y si al menos nos tapáramos ojos y boca, para no ver y no oír, la voz y sabiduría interiores emergerían. Pero sí tenemos ojos y boca abiertos a lo erróneo y limitado.
Esta mañana me encontré con esta declaración de Galileo Galilei: “No puedes enseñarle nada a un hombre; solo puedes ayudarle a descubrirlo dentro de sí mismo”
Totalmente de acuerdo. Ese es mi doble propósito: tomar conciencia de la verdad en mi interior y expresarla en mi vida; y ayudar a quién esté dispuesto a esa exploración.
Sé que tú también estás en ello. Y, a pesar del miedo y lo que cuesta cambiar pensamientos, creencias, hábitos y comportamientos, merece la pena una vida consciente y con sentido, como héroe de nuestras vidas. Ayuda hacerlo en compañía. Gracias por caminar a mi lado.
Ana Novo
www.creoycreo.com