Queridos amigos de Ananta,

El sábado 14 de diciembre a las 6 de la tarde se celebrará en en el Colegio Obispo Perelló (José del Hierro, 2) la MIsa de la Tierra Sin Males, creada por el obispo Pedro Casaldáliga.

A propósito de la misma, el sacerdote Benjamín Forcano escribe:

«Hace  tiempo que muchos llevamos  metida en el alma la historia de la Misa de la TERRA SIN MALES.. La vamos a escuchar  en Madrid, paso a paso. Sentiréis cómo llega el grito de esa América-Amerindia inabarcable,  vestida de mil selvas, de mil pueblos, de mil mares, de mil rostros, de mil voces. Oiréis la voz de los indígenas, que solicitan de nosotros un pacto de liberación, en busca de una nueva tierra,  la nueva  tierra sin males, que los pobres quieren  inventar.

 


1. Se llama “Tierra sin Males” porque los indios guaranís, guiados por una gran nostalgia, buscaron siempre una Tierra sin males, utopía ciertamente, pero posible; buscar una Tierra sin males es el deber fundamental de la historia humana.

 

2. Esta Misa nace cuando en Brasil se celebró en 1978 el “Año de los Mártires” de la Causa indígena. Se quiso celebrar la muerte de millares de indios, sacrificados por los imperios cristianos de Europa. Según estadísticas serias, el Brasil, en la época de la conquista, tendría cinco millones de Indios. Hoy tiene 200.000. La expectativa de vida del indígena de Brasil  alcanza una media de 42,6 años, frente a los 67 del brasileño no indio.

3. En el origen de la Misa, hay tres personas fundamentales: Pedro Casaldáliga, obispo y autor de la letra; Pedro Tierra, joven poeta torturado por la dictadura de Brasil, coautor de la letra con Pedro; y Martín Coplas, argentino, descendiente de los Quéchuas, autor músical.

4. En la Misa, Casaldáliga expresa el arrepentimiento y contrición en nombre de la España colonizadora y de la Iglesia misionera.Tierra vuelve al pasado y extrae de las  raíces de la tierra-madre-amerindia la savia que nutre los sueños y la marcha de sus hijos. Y Coplas dice en varias músicas aborígenes del Continente la parte más profunda: otra vez  hablan las flautas de los Andes enmudecidas y el tambor amedrentado de su Pueblo. 

Según Pedro Casaldáliga: “Perder la tierra, perder la lengua, perder las costumbres propias, es perder el suelo de la vida, dejar de ser. Dejar de ser aquel Pueblo, y, generalmente, dejar de ser sin más. Quien no respeta una cultura, quien actúa etnocéntricamente, “esclaviza, sí”. El Evangelio es Fe, no cultura. El Evangelio debe encarnarse en todas las Culturas de todos los Tiempos. Todas ellas humanas, todas ella susceptibles  de una superior perfección. La Gracia del Verbo, encarnado en ellas. 

Todo lo demás, bien o mal, ya lo cuenta la historia. Los Museos lo exhiben con una sacrílega pasividad. Y los nuevos  Imperios –nacionales e internacionales- lo continúan ejercitando, ante los ojos demasiado impasibles de la Civilización Occidental  Cristiana. Es verdad que la última palabra aún está por decir:

¡América Amerindia, aún en la Pasión;  esa tu Muerte, un día tendrá Resurrección! “.