Todos estos instantes de paz, de alegría y de admiración que os aporta la vida espiritual, no los guardéis únicamente para vosotros. Consagrad al menos unos minutos para enviar con el pensamiento algo de estos estados privilegiados. Pensad en todos los seres en el mundo que están angustiados, desesperados, concentraos en ellos y decid: Queridos hermanos y hermanas del mundo entero, lo que poseo es tan hermoso y tan luminoso que quiero compartirlo con vosotros. ¡Tomad esta belleza, tomad esta luz! Puesto que sabéis que vuestros estados internos emiten unas ondas que se propagan, no guardéis vuestra felicidad para vosotros, compartidla; así no sólo haréis el bien a los demás, sino que amplificaréis estos estados en vuestro interior. Sí, es un fenómeno mágico: para conservar vuestra alegría, es necesario saberla compartir.
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. Editorial Prosveta