Hace días preparando una conferencia respecto al tema de la codependencia: de que se trata, perfil y síntomas de la persona que tiene apego emocional, sus devastadoras consecuencias para las relaciones y, sobre todo, para el bienestar físico, mental y emocional tanto del que la sufre, como de la persona en quién recae, encontré una herramienta que nos puede ayudar a tomar conciencia de cuando pretendemos meternos en camisa de once varas, en un tema o cuestión que no es de nuestra incumbencia y, por tanto, no tenemos la libertad de decisión y respuesta respecto al mismo.
 

La técnica la propone Melody Beattie, especialista en codependencia y su liberación, en el libro “El lenguaje del adiós”, del que es autora.

 
Consiste en 2 pasos:
1º- Identificar quién es propietario de qué y
2º- Que el propietario posea la propiedad que legítimamente le corresponde.
 
De tal forma uno sabrá que le pertenece y que no. Lo que no es suyo no se lo queda. Solo se encarga de sí mismo, de sus asuntos y responsabilidades.
 
Todos tenemos claro, sobre todo en cosas físicas, materiales, quién es su propietario o, por defecto, sabemos lo que de uno y lo que no. Lo que conlleva que, respecto a lo que es de mi propiedad, me corresponde decidir libremente, según mis deseos, según me convenga. Y, por otra parte, tengo compromisos, deberes y responsabilidades en relación a esas cosas u objetos.
 
En cambio, cuando se trata de algo inmaterial como las creencias, opiniones, sentimientos, decisiones, comportamientos, reacciones, respuestas… aunque “salgan” de uno o de otra persona, no les otorgamos título de propiedad ni de autoría y de ello deriva mucha insatisfacción, resentimiento, manipulación e infelicidad.
 
No hay nada más propio que la forma de pensar, las convicciones, la forma de sentir, los hábitos y conductas, sueños y decisiones.
 
Y si nunca se nos ocurriría invadir o sustraer una casa o un coche ajenos, ni decidir en su reforma, emplazamiento, color… ¿En base a qué nos creemos con derecho de decirle a otro lo que tiene que pensar, que está bien o mal sentir lo que siente, afearle su comportamiento, culparnos por su infelicidad…?
 
La solución a la codependencia es siempre la libertad: de decisión, de elección, de sentires, de acción. Y junto a esa libertad, inseparablemente, va la responsabilidad por las consecuencias y efectos de esas decisiones. Que la mayoría de las veces se piense, sienta, hable y actúe inconscientemente, no excusa de su autoría y propiedad… ni del precio a pagar.
 
¿Quién es el propietario de esta adicción, de este problema, de la depresión, de la amabilidad, del cariño, de la mentira, de este sueño, de esa conducta? ¿Mi pareja, mi madre, mi hijo, mi jefe o yo?
 
¿De qué soy propietario? Únicamente de mis creencias, conductas, sentimientos, problemas, alternativas, capacidades, compromisos. deseos, sueños, respuestas… Todo lo demás no es asunto mío, salvo que me lo apropie y permita el control, la manipulación, el engaño o el maltrato
 
Y al igual que con los bienes materiales, siempre podemos elegir compartirlos, disfrutarlos, regalarlos o rechazarlos. Es nuestra decisión. Es nuestra libertad.
 
 
Ana Novo
La Comadrona Espiritual ®