Atodos nos encanta tener razón, imponer nuestra opinión a los demás, defender nuestra verdad, contra viento y marea. Es lógico: somos lo que creemos, así que nos va la vida en ello. Literalmente. Nuestros patrones mentales, las creencias que sostenemos, participan de lleno en nuestras emociones, tomas de decisiones y acciones y van a determinar el éxito o el fracaso en el arte de vivir. Superada está ya la separación mente-cuerpo, con la confirmación científica de su mutua influencia. Sin embargo, muchos de nosotros, aún ignoramos la relación causa-efecto de pensamientos-circunstancias, así como la de nuestros sentimientos y estados de ánimo con nuestras creencias.

En principio, todo pensamiento es heredado, adquirido, desde el momento en que nacemos, de las personas y ambiente que nos rodean. Así vamos formando nuestra “programación mental”, nuestros juicios y escala de valores, sin elección ni voluntad por nuestra parte. Y lo más asombroso, sin plantearnos si todas esas creencias que defendemos a capa y espada y que se traducen en nuestras circunstancias de vida y en nuestra alegría o tristeza, ansiedad o paz, son ciertas o no. Y además pretendemos que nuestra verdad sea “la verdad”. ¿Y si estuviéramos equivocados?

Según dicen tenemos al día unos 60.000 pensamientos. Mérito tiene quién ha conseguido contarlos. Cuando me paro y tomo atención a los míos, lo que observo son unos pocos pensamientos, mil veces repetidos. Y lo mismo, día tras día. Eso son las creencias, pensamientos grabados a fuego en nuestra mente, según aprendimos desde niños, compartidos en su mayoría con nuestro entorno cercano y que son la base de nuestra personalidad y carácter. Y cuanto más apego a las mismas, más cerrazón, más limitadas y repetidas las experiencias que vivimos. No nos damos cuenta que es la profecía que se cumple, en este caso, auto-profecía. Ya que lo que pensamos, hablamos y esperamos será lo que veremos materializado en nuestro cuerpo y en nuestros asuntos, una y otra vez. De ahí que el éxito, llame al éxito y el fracaso al fracaso.

Hacemos responsables a las condiciones externas de nuestros sentimientos y del grado de satisfacción y plenitud con que vivimos, o de su falta. Por eso estamos en continua búsqueda de los elementos que creemos nos aseguran nuestra felicidad, bienestar y propósito: pareja, hijos, estudios, posición socio-laboral, dinero, reconocimiento, fama… Queremos que la gente y las situaciones sean como “deberían” ser y que todo y todos cambien para amoldarse a nuestros deseos y necesidades. Pero está claro que la vida no funciona así. Y cuando no los encontramos o, peor aún, los perdemos o podemos perderlos; cuando nuestros “debería” no coinciden con la “realidad”, nos invade el miedo, la ansiedad, depresión, angustia, frustración… ¡Te lo dije!… ¡no es culpa mía!…

El estoico Epícteto, en los albores de la era cristiana, sentenció “Lo que nos perturba no es lo que nos ocurre, sino nuestros pensamientos sobre lo que nos ocurre”. Ignoro si llegó a tan sabia conclusión por iluminación o por propia experiencia, lo que sé es que si tenemos el valor de tomar conciencia de nuestras creencias y enfrentarlas, podemos decidir y cambiar.

La paz, la seguridad, el bienestar, la dicha, la plenitud, solo podemos buscarlos dentro de nosotros mismos, en nuestra forma de pensar. Aquí radica nuestra libertad y poder. Depende de nosotros, y no de los demás ni de las circunstancias, indagar en nuestros pensamientos, creencias y valores y, sobre todo, cuestionarnos su verdad y validez en nuestras vidas.

Si queremos que el mundo cambie tenemos que ser ese cambio que deseamos ver en el mundo, parafraseando a Ghandi. Y todo empieza por un pensamiento, por una idea. Le seguirán las emociones y los comportamientos que veremos materializados en resultados.

Las personas, el mundo, la vida, son nuestro espejo, y, como escuché decir a un maestro, “esperar que las circunstancias cambien para que puedas sentirte bien, es como mirarte a un espejo y esperar que tu reflejo sonría primero”.

Piensa bien… y acertarás.

Ana Novo (publicado en la revista LR CADIZ Junio-Julio-11)
Autora del libro “Elige tu vida, ¡ahora!”
www.creoycreo.com