El director de África Directo recomienda seguir la propia leyenda personal

26-May-2007. Licenciado en Económicas y en Derecho, el director de la ONG África Directo (www.africadirecto.org), José María Márquez, se rindió a su leyenda personal a los 30 años.
Después de ser voluntario con la Madre Teresa en Calcuta (India) durante seis meses, África le terminó de mostrar su camino. Y le regaló una certeza para siempre: el valor más rentable es el amor.

Una tarde, en Malawi, mientras observaba a una salamandra aplastada por la canícula en la pared,
tuvo una revelación. El reptil, teñido por los últimos rayos de sol de un rosa anaranjado idéntico a
su entorno, consiguió sin proponérselo que una mosca, confundida y dócil, se le entregara
espontáneamente como alimento. Así, sin condiciones. Imposible haberla cazado. No había que
afanarse, apresurarse ni buscar; bastaba con permitirse ser.

Desde que hace diez años levantó allí un hospital para niños desnutridos, África Directo
contribuye con el desarrollo de proyectos de salud, educación y alimentación en 17 países
africanos. Treinta delegaciones en España propician las donaciones, a cuya calidad en todo el
recorrido José María Márquez presta mayor atención aún que a las cuantías.

Cree que la felicidad de dar es algo universal, aunque debe experimentarse en primera persona
porque es invisible y no se puede explicar. Pero se atreve, como economista, a garantizar que el
amor rinde al cien por cien. Esa es una de las razones por las que defiende el factor vocación
como irrenunciable en las ONG, y lamenta que la corriente de profesionalización sacrifique en
ocasiones la dimensión de la trascendencia y de pensar a largo plazo.

Jesucristo es un referente en su vida, y de Buda aprendió, entre otras cosas, que la felicidad está
en la presencia durante la acción y no en los resultados, pero tan validos le parecen los
testimonios de Gandhi o de Mahoma. No necesita imágenes ni ritos para acercarse al Dios de
amor en el que cree y, como Anthony de Mello, al que cita con frecuencia en sus respuestas, ve la
religión como el dedo que apunta la luna: un medio y nunca un fin.

En Malawi, adonde llegó dejando atrás el reconocimiento y el brillo de un codiciado puesto
laboral en un banco, se encontró con su familia, porque fue allí donde conoció a la que hoy es su
mujer y madre de sus cinco hijos. Ahora viven en España. Lo relata con la misma naturalidad y
convicción con la que denuncia la contradicción absurda de acumular riqueza para unos
herederos a quienes se deja un Planeta enfermo de injusticia social y carente de recursos.

Fundación Ananta: ¿Cuál es el motor que inspira a África Directo?

José María Márquez: Hace 2.000 años hubo una persona que estaba por encima de su cuerpo, de su
ego, que supo que tenía que trabajar por los demás, que se tenía que ir con los leprosos. No se trata
tanto de decir «soy el gran maestro» ni de estar en un templo. Buda, Gandhi o Mahoma, cada uno en
su cultura, ha dado también un ejemplo de amor. Es lo que estamos intentando hacer: ayudar a
quienes lo necesitan.

FA: En la práctica, ¿Qué objetivos buscáis?

JMM: Donde detectamos la necesidad, vemos la manera de ayudar a crear el mínimo que permita a
la gente buscar su felicidad; desarrollamos proyectos de salud, de educación de agricultura, de
nutrición, pozos de agua… para que puedan desarrollarse como personas. No diseñamos un plan
estratégico en España, sino que escuchamos y atendemos las necesidades que nos manifiestan
desde allí a través de gente de allí, de misioneros que hablan su idioma…

FA: La logística siempre a partir del compromiso vocacional…

JMM: Siempre buscamos comunidades locales comprometidas. Creo que un problema de las ONG
de hoy es la mal llamada profesionalización. Puede haber ayudas económicas, porque la gente tiene
que vivir, pero lo que hace que funcione es la vocación de dar, de escuchar. Está muy bien
profesionalizarse en cuanto a ser serio, pero no a costa de la vocación. De igual manera, una
empresa sólo funciona si el empresario tiene fe en su proyecto, o la mejor educación no la da un
profesor profesional sino un maestro vocacional. En las ONG lo más importante es el amor, así
como la mejor amante no es la prostituta más profesional sino quien más te ama y a quien más
ames.

FA: ¿Hay que colocarse lejos del mercado?

JMM: Si Jesús se enfadó un día de verdad fue cuando se encontró el templo lleno de mercaderes.
Al final, la contaminación económica puede hacer mucho daño a la parte espiritual de cada uno de
nosotros; contra eso hemos reaccionado y hemos querido ser austeros y transparentes. Nadie vive
del aire, pero se trata de que sea gente vocacional. Lo que puede en el mundo de la cooperación es
la trascendencia. Hay mucho mercenariado, como cuando el Real Madrid compra a unos jugadores
“galácticos” que tienen unos objetivos profesionales muy diferentes a los de sus aficionados, y eso
aquí no funciona. Lo que se necesita es gente que crea en un sueño, que sienta la energía de querer
hacer algo trascendente.

FA: ¿Cómo puede evaluar la sociedad la labor de una ONG?

JMM: Igual que en el sector público, el de la ayuda humanitaria no tiene evaluadores, porque el
pagador es distinto que el que consume el producto, por eso existe la trampa: puedes vender favores
a un ayuntamiento y forrarte. En África directo queremos defender que el mercadeo no pueda
comprar el amor. Sólo nuestro corazón puede regular y evaluar nuestra implicación.

FA: ¿Crees que se puede funcionar desde esos mismos parámetros siendo empresario?

JMM: Bill Gates ha demostrado que ha fabricado un producto que facilita la vida y que ha
transformado las comunicaciones, y ha llegado a ser el hombre más rico del mundo sin haberlo
heredado. Pero después de eso, ha decidido dar una trascendencia a su vida. Si consigue ayudar a
combatir el sida o la malaria, eso sí que es un added value en su vida. Le va a hacer crecer y le va a
dar verdadera alegría. Y lo que es seguro es que dentro de mil años nadie recordará el nombre del
que hoy es el más rico, como no recordamos ahora quién lo era en el año 1007. Pero sí se recordará
al que ayudó a millones de personas, y su sola memoria producirá una verdadera emoción y un
ejemplo a nuestros descendientes.

FA: ¿A dónde conduce la carrera por ganar dinero?

JMM: Es muy contradictorio querer tener suficiente para dejar en herencia bienes materiales,
mientras estás contribuyendo a dejar en heredad un Planeta que no va a permitir la felicidad, por
falta de fruta, de agua…de justicia o de paz. El dinero complace al ego, y por lo tanto parece un fin
en sí mismo, pero no lo es. Es normal que un empresario piense en la cuenta de resultados, pero ha
de darse cuenta de que eso a su vez tiene que servir para invertir, para beneficiar, para producir
felicidad, colaboración…es solo un medio. En las ONG, también nos podemos confundir a causa
del ego, con un afán de darnos a conocer. Somos un intermediario, el fin es el beneficiario y no la
organización.

FA: ¿Hasta qué punto son interesantes las ayudas no económicas?

JMM: Estamos promoviendo que la gente nos de una ayuda «simpa» (sin pagar). Cada uno, desde
su habilidad, desde su profesión, desde la propia empresa…esas ayudas son tan importantes como
el dinero o más. Por ejemplo, nos hacía falta la colaboración de un notario para dar curso a las
exigencias burocráticas crecientes que nos impone la Agencia Española de Cooperación
Internacional (AECI), o de una gestoría… Y uno de nuestros donantes principales y con más
potencial, la gestora de patrimonios Bestinver, nos ofreció recaudar fondos por medio de un Fondo
de Ayuda para África. Y les hemos pedido que también nos ayuden con la administración de esos
certificados de donación, cosa que están haciendo con verdadero compromiso e implicación.

FA: ¿Alguna otra experiencia reseñable con ese tipo de ayudas «simpa»?

JMM: Por ejemplo, la Agencia de publicidad que trabaja para nosotros gratis, Sra Rushmore, ha
estado en la final de Cannes con uno de nuestros anuncios, les ha ido de cine; creo que todos ganan,
se crea una corriente de buena voluntad, de abundancia y de éxito. Pero no se trata de hacerlo para
ganar méritos y que te venga la suerte. Creo que es algo a experimentar, porque es invisible y no
puede explicarse.

FA: ¿Uno siente cuándo debe colaborar?

JMM: Así es mi experiencia. Cuando yo me fui sólo a África, todo el mundo pensaba que se me
había ido la olla; rompí con mi carrera profesional, con mi novia, parecía que estaba echando mi
vida por la ventana… Sin embargo, lo que sabía lo apliqué para proyectos humanos, y allí me
encontré con mi familia porque me encontré a otra voluntaria que estaba allí y que no me la habría
encontrado de otro modo, que es mi mujer y la madre de mis cinco hijos. Todo eso es por seguir la
leyenda personal. Si no sigues tu leyenda personal es difícil que crezcas espiritualmente o que te
dirijas a los campos donde te puedas activar más.

FA: ¿Todos tenemos una leyenda personal?

JMM: Cada uno tiene su propio camino. Me acuerdo que en la casa del voluntario en Malawi, había
una salamandra intentando comerse una mosca y era imposible. Me fijé en que la salamandra se
quedó tranquila cuando empezó a atardecer y a ponerse todo rosa anaranjado, la salamandra y la
pared, la mosca se despista, no distingue, se va a posar y la salamandra se la come tranquilamente.
El raciocinio podía haber dicho al a salamandra: tienes que correr, tienes que ganar, ¿no te das
cuenta? Te vas a morir de hambre… No habría conseguido nada; lo logró por dejarse llevar por su
ser, por su esencia natural…

FA: ¿Esos son los talentos?

JMM: Eso es. Si no damos curso a nuestra esencia, dejamos que nuestros talentos permanezcan
escondidos; y eso es una pena porque al final se marchitan; hay que invertir en mejorarlos. Invertir
tiempo, dedicación, bondad, amor… puede ser mejor que invertir dinero. Si con dinero te vuelve un
cuatro por ciento, con amor te dan un cien por cien; realmente no es un gasto. Como economista lo
veo muy claro, pero es una apreciación de cada uno y la gente no puede darse cuenta hasta que no
lo pone en práctica.

FA: ¿Es eso universal?

JMM: Yo sí lo creo, pero no quiero estar en posesión de la verdad. En oriente aprendí a basar la
felicidad en el momento de la acción; si la basas en los resultados, estás perdiendo el tiempo.
Desarrolla la acción lo mejor posible y si el resultado es otro, hay que aceptarlo. Y durante la
acción, se disfruta mucho más si viene del amor que si viene del odio. Lo dice cualquiera que lo
haya probado.

FA: ¿Conviene entonces el bien, en cualquier caso?

JMM: No me gusta la cultura de la estampita, de pedirle a la Virgen que no te pase nada porque has
sido muy bueno. Quizá el fruto de seguir tu camino es que te mueras, pero no importa. Tú eres
energía; si tu cuerpo muere, se libera tu energía para hacer otras cosas, y esa energía ha crecido.

FA: ¿Somos realmente responsables de lo que ocurre en el sur?

JMM: Les estamos mandando muchas veces nuestra basura económica, ideológica, tecnológica y
que tienen que tragar con ella. Les digo siempre a los voluntarios que cuiden su actitud porque los
africanos pueden tender a copiarles todo. El propio sida se propaga porque existen las
comunicaciones… Vienen en cayucos jugándose la vida porque, por la televisión creen que todos
tenemos un descapotable, una novia guapísima y un ático con vistas al mar, estamos exportando
deseos y frustraciones… debemos ser más conscientes. Y las semillas transformadas
genéticamente que les estamos enviando, que no pueden autoreproducirse, les está haciendo
dependientes de nosotros; estamos creando mercado en un mundo de hambrientos…

FA: ¿Qué opinas de la actitud del primer mundo hacia la inmigración?

JMM: No se puede decir “yo quiero ser uno contigo porque eres muy guapa y me apetece”, pero en
cuanto tengas un niño, el niño es tuyo. No puede ser que les estemos exportando productos que les
estemos contaminando, que haya un mercado libre de capitales, de todo tipo de mercancías, que
esquilmemos sus aguas con capturas masivas de pescado; que dejemos fuera de mercado el precio
de su grano, que todo valga… y que pretendamos que el ser humano no se mueva.

FA; ¿Qué propones?

JMM: Un trabajo serio, de desarrollo, de justicia real en esos países. Incluso el terrorismo
internacional existe porque existe la información global. Y tiene unas simientes: si atacamos Irak
diciendo que ahí va a haber un arsenal nuclear y luego no lo hay; hay que bajarse los pantalones,
pedir perdón, decir que te has equivocado, retirarte… Lo que sea menos seguir acrecentando la
pelota de odio, porque está claro que el odio se va a venir contra ti. La justicia conlleva justicia, el
odio conlleva odio, y depende de lo que quieras exportar, eso es lo que te va a venir de vuelta. Es
como un frontón. Vamos a llevar desarrollo real y la gente va a estar tranquila. Si vivo en África y
tengo la posibilidad de que mis hijos vayan a una escuela y puedan comer, pues no hace falta
meterme en un cayuco; pero claro, si no tengo esperanza…

FA. ¿Qué te parece la propuesta del 0,7?

JMM: No lo apoyo incondicionalmente. Prefiero un 0,3 de calidad que un 0,7 para guardar las
apariencias, dando sueldos europeos, desarrollando proyectos que nos enriquecen a nosotros
mismos… Vamos a no poner un número a todo, hay cosas más importantes, como ayudar cuando
de verdad lo sintamos, de corazón y sintiéndonos a gusto.

FA: ¿Crees que la intención marca todo?

JMM: Sí, absolutamente. En Malawi vino al hospital una señora caminando 70 kilómetros pese a
tener mucho más cerca otro, llevado por médicos alemanes, mientras el nuestro estaba atendido por
medical asistants, una figura parecida a los ATS. Cuando le preguntamos el motivo, era porque en
el otro centro la gente le gritaba. La razón no cura, cura el corazón, así que con nosotros, donde le
cogían la mano y ponían toda la intención en su sanación, la curación ocurría. Aquí creemos en los
títulos, pero hay que sanar con la actitud también.

FA: ¿Qué evolución ves en la religión?

JMM: Me considero creyente porque creo en Dios, porque creo en el amor. Y nací en un país de
cultura católica. Pero la religión no es más que un medio para llegar al amor, para entender el amor,
que es lo importante. Cuando llega un Jesucristo y dice que al que te pida la túnica, regálale
también el manto; y al que te fuerce a acompañarle una milla acompáñale dos, y a poner la otra
mejilla… ¿eso como se puede entender? Es la violencia del amor… Te doy dos, igual tú das luego
tres… pero luego vienen los mandamientos y el pecado, y la virginidad… Quizá en un momento
hizo falta y gracias a eso creció el cristianismo, pero igual es momento de ver las cosas un poco
más en abstracto. Yo ahora entiendo a Dios sin imágenes ni ritos.

FA: Pero las imágenes y los ritos siguen muy vigentes en algunos ámbitos

JMM: A veces viene muy bien. Pero cuando se pegan de tortas porque su virgen es la más guapa, es
porque no han entendido nada… es como cuando colgaron a los asesinos de Gandhi: si lo
respetaran, se darían cuenta de que mataron sus ideas junto a sus asesinos. Anthony de Mello dice
que la religión es un dedo apuntando a la luna: unos mirarán el dedo embelesados, otros discutirían
sobre qué dedo sería el más apropiado, y otros cogerían el dedo para sacarse los ojos. Solamente
los más espirituales contemplarían la luna para estupor del resto. Cuando dejemos de ver la religión
como un fin desaparecerá el fanatismo y el odio.

Fundación Ananta