Una llamada clara y rotunda a la dignidad y a la decencia

 Kazuo Inamori ejemplificó la figura del líder servidor

La multinacional tecnológica japonesa Kyocera, establecida en 1959 como Kyocera Ceramics, emplea a 83.000 personas en todo el mundo y en el año fiscal 2022 cerrado el 31 de marzo tuvo ingresos y beneficio atribuido equivalentes –al cambio actual– a 12.787 y 1.032 millones de euros, respectivamente. El grupo capitaliza 20.600 millones de euros y opera tres grandes divisiones: Componentes (para el sector del automóvil y para semiconductores, 28,7% de los ingresos en 2022); Componentes electrónicos (18,4%); y Soluciones de Negocio (53,5%). Aproximadamente un tercio de las ventas tiene lugar en Japón.

Las empresas japonesas son muy transparentes en los valores holísticos que forman la base de su cultura, normalmente formulados por el fundador o fundadores. Mucho antes de que las escuelas de negocios occidentales empezasen a hablar de la gestión por valores, los grandes conglomerados japoneses explicitaron su forma de ver la empresa como modo de servicio a la sociedad. En esta línea, el lema de Kyocera, muy visible en la web corporativa, es “Respeta lo Divino y ama a la gente”, seguido de “Preserva el espíritu de trabajar de forma justa y honorable, respetando a las personas, nuestro trabajo, nuestra empresa y nuestra comunidad global”. 

 

En el desarrollo de su lema corporativo, Kyocera justifica la gestión como sigue: “Proporcionar oportunidades para el crecimiento material e intelectual de todos nuestros empleados y, a través de nuestros esfuerzos conjuntos, contribuir al avance de la sociedad y la humanidad”. Para ello establece la siguiente filosofía de gestión: “Coexistir armoniosamente con nuestra sociedad, nuestra comunidad global y la naturaleza. La coexistencia armoniosa es la base subyacente de todas nuestras actividades empresariales mientras trabajamos para crear un mundo de prosperidad y paz”. Finalmente, el lema corporativo insiste en la gestión “basada en los vínculos de las mentes humanas”.

El lema y la filosofía de Kyocera tienen su origen en Kazuo Inamori, fundador de la compañía y posteriormente del grupo de telecomunicaciones KDDI, fallecido el pasado 24 de agosto en Kioto a la edad de noventa años. En Japón era conocido como el «Dios de la gestión» y fue uno de los grandes industrialistas del país. La filosofía de gestión de Inamori se centró en su creencia de que las empresas deben centrarse en el sustento y el bienestar de los empleados en lugar de limitarse a perseguir beneficios.

Inamori escribió: “Kyocera comenzó como una pequeña fábrica suburbana, sin dinero, credenciales ni reputación. No teníamos nada más que un poco de tecnología y 28 colegas de confianza. Sin embargo, la empresa experimentó un rápido crecimiento porque todos se esforzaron al máximo y los directivos se dedicaron a ganarse la confianza de los empleados.  Queríamos ser una empresa excelente en la que todos los empleados creyeran en los demás, abandonaran los motivos egoístas y se sintieran realmente orgullosos de trabajar. Este deseo se convirtió en la base de la gestión de Kyocera. Se dice que las mentes humanas son fácilmente cambiables. Sin embargo, no hay nada más fuerte que la mente humana. Kyocera se convirtió en lo que es hoy porque se basa en los vínculos de las mentes humanas”.

La periodista Kana Inagaki ha publicado en el Financial Times una reseña muy recomendable sobre su vida: “Kazuo Inamori: Lessons from one of Japan’s great industrialists”. En ella cita una entrevista a Inamori, en la que éste afirmo que su motivación como empresario no tenía nada que ver con la acumulación de riqueza personal, ilustrándolo con un refrán: «tenemos un dicho: el dinero tiene patas y si tratas de atraparlo, huirá de ti». Las enseñanzas de Inamori, escribe Inagaki, eran sorprendentemente sencillas: “no seas codicioso ni egoísta, sé honesto y, sobre todo, haz lo que es correcto como ser humano”. Entre otras aportaciones, la periodista Inagaki destaca la visión de Inamari de que una actitud sincera y un enfoque centrado en el bien universal, en contraposición a los intereses nacionales, es el enfoque necesario para resolver las disputas internacionales sobre comercio e historia.

En febrero de 2010, Inamori fue nombrado presidente de Japan Airlines para relanzar la compañía tras la quiebra. Aceptó el puesto sin recibir remuneración de ningún tipo, y su gestión contribuyó a la supervivencia del grupo. El servicio de voluntariado de Inamori incluyó, entre otros, la dirección de Seiwajyuku, una escuela de gestión privada que operaba en 104 localizaciones de todo el mundo (incluidas 48 fuera de Japón). Entre 1993 y 2019 Inamori enseñó su filosofía de gestión a aproximadamente 15.000 empresarios y emprendedores. Fue también creador del Premio Kyoto, un galardón internacional que la Fundación Inamori concede cada noviembre para reconocer a personas y grupos de todo el mundo que hayan realizado contribuciones destacadas para mejorar la comunidad mundial y la humanidad.

Kazuo Inamori se retiró de Kyocera a los 65 años para estudiar budismo y como recuerda Inagaki nunca se aferró a su posición de liderazgo: «No tenía que ser yo quien fundara Kyocera o KDDI. Por casualidad, el cielo me proporcionó ese papel y yo sólo lo interpreté”.

En esta época de tantos líderes falsos y pomposos, la figura de Inamori es una llamada clara y rotunda a la dignidad y a la decencia.

Joaquín Tamames