Nuestra amiga Paloma comparte con nosotros esta experiencia vivida en un viaje de tres semanas por India, Nepal y Bhutan, ocurrido el mes pasado. Agradecemos mucho este escrito, porque pensamos que todo lo que nos ayude a contextualizar la muerte en una mayor perspectiva es muy necesario:

“Ibamos en coche, al principio del viaje. Ya llevaba varios días con el mismo conductor, de un sitio para otro. Me senté con él en la parte delantera para hablar con él.  Era un hombre con aspecto sobrio, con poco pelo, al que faltaban muchos dientes y poco expresivo, un hombre de pocas palabras, lo cual resulta muy habitual en India. No sé por qué, yo me sentía a gusto en su compañía, y durante los diferentes desplazamientos fui preguntándole muchas cosas. En uno de nuestros trayectos tuvimos que frenar bruscamente, había ocurrido un accidente y en el asfalto estaba tendida una mujer ya sin vida con su precioso sari rosa, rodeada de un gran charco de sangre. Las personas a su alrededor se llevaban las manos a la cabeza, lamentándose; sentí el dolor del ambiente. Me quedé callada, sin pronunciar palabra, con el corazón encogido.

Comenté con el conductor el dolor que había sentido y le pregunté cómo lo había vivido él, pues permanecía imperturbable y yo no le veía afligido. Me respondió: “mientras usted has estado enganchada en su dolor, yo he visto cómo se elevaba el alma de la persona al cielo”.

Sólo por esa frase el viaje ya ha merecido la pena, pues el contenido de esa corta pero muy profunda afirmación me ha acompañado durante el resto del camino y creo que lo hará durante el resto de mi vida. Es cierto que hay que perder el miedo a la muerte y desdramatizar. En algunos lugares de este mundo, cuando nace un niño se llora y cuando muere una persona, se celebra. Saben que el niño viene a sufrir y cuando alguien muere descansa en la Paz. Es nuestro propio dolor lo que nos impide verlo de esta manera.

Que el alma de esta mujer se haya unido al alma universal, y que nosotros, aquí en la tierra, despertemos a nuestro destino divino, ese es mi deseo”.