Queridos amigos de Ananta,

Adjuntamos más abajo el texto sobre la niñez publicado por Buena Voluntad Mundial en su Boletín de mayo. Ayer hablábamos en el pensamiento simiente de la importancia de la educación prenatal y postnatal hasta los seis, siete años. Algunos sistemas educativos como Waldorf-Steiner y Montessori llevan años incidiendo en este aspecto. Tagore, Krishnamurti, Yoganada, Djwahl Khul y Aïvanhov, entre otros, establecen la educación y formación del niño como el eje capital para la regeneración de la humanidad. Hemos elegido tres citas que reflejan bien el espíritu de este texto.

“También se ha descubierto que el servicio es un impulso moral natural en los niños. Desgraciadamente, lo normal suele ser que los niños aprendan a silenciar la voz de la consciencia a medida que crecen. Esto suele ocurrir como resultado directo de los modelos de rol –padres y adultos– y la creciente inmersión del niño en los valores de la sociedad. Tan pronto como un niño se sube al autobús del colegio, empieza a recoger lo que otros niños han aprendido de sus familias y va dejando de usar su “brújula moral“ innata. Bajo la presión por alcanzar el éxito, el ideal de ‘hacer lo correcto’ es reemplazado por ‘hacer lo que es correcto para ’. Frecuentemente la sociedad anima y fomenta un estado mental de auto-interés, reemplazando la voz de la consciencia con la que nace el niño”.

“Los niños están hambrientos de una vida espiritual abrazada, vivida y modelada por los padres y la sociedad. Los adultos tienen que nutrir y alentar las inclinaciones morales y espirituales de los niños y erigirse en modelos de moralidad, buena consciencia y buena voluntad por ellos. Los adultos tienden a subestimar la necesidad de aceptar la responsabilidad de las voces de la sociedad a las que ellos responden, aceptan y copian como parte de su vida comunitaria, ya que los niños son muy hábiles absorbiendo los mensajes, estímulos y limitaciones del mundo adulto.”

“El niño es el ciudadano olvidado y, sin embargo, si los gobernantes y los pedagogos llegasen a comprender la terrible fuerza que reside en la infancia para bien o para mal, creo que le darían prioridad por encima de todo lo demás… Todos los problemas de la humanidad dependen del hombre en sí; si el hombre no es contemplado en su construcción, los problemas nunca se resolverán. Ningún niño es un bolchevique o un fascista o un demócrata; todos se convertirán en lo que las circunstancias o el entorno les vuelvan….. En nuestros días, cuando a pesar de las terribles lecciones de dos guerras mundiales el futuro se cierne tan oscuro como siempre, creo firmemente que debemos explorar otro campo, aparte de los de la economía y la ideología. Es el estudio del hombre –no del hombre adulto, en quien toda apelación está desperdiciada. Él, económicamente inseguro, se mantiene  desconcertado en el torbellino de ideas contradictorias y se arroja ahora a un lado, ahora al otro. El hombre debe ser cultivado desde el inicio de la vida, cuando los grandes poderes de la naturaleza están activos. Es entonces cuando uno puede albergar la esperanza de planificar un entendimiento internacional mejor”.

Con el afecto de siempre.

Mayo 2012- COMENTARIO DE BUENA VOLUNTAD MUNDIAL

 

Un boletín sobre las tendencias actuales en los asuntos mundiales

No. 28 LA NIÑEZ: El despertar de la consciencia del alma

NOTAS CLAVES:

La supervivencia, protección y desarrollo de la infancia son inherentes al progreso humano- UNICEF

El problema de la infancia es, sin excepción, el más urgente de los que confrontan a la humanidad en el presente. El futuro de la raza se encuentra en manos de los jóvenes en todas partes. Son los padres de las generaciones futuras y los ingenieros que deben implementar la nueva civilización. Lo que hagamos con ellos y para ellos tiene unas implicaciones formidables; nuestra responsabilidad es grande y nuestra oportunidad, única.

El problema de los niños subyace en toda la necesidad de reconstrucción del mundo, es mayor que todos los demás problemas, está por encima de toda barrera racial y nacional, y evoca lo mejore de cada corazón humano. Las necesidades de la infancia son prioritarias para todos los hombres.

El problema de los niños es la razón fundamental de toda la necesidad para la reconstrucción mundial, es mayor que todos los demás problemas, está por encima de todas las barreras raciales y nacionales, y evoca lo mejor del corazón humano. Los niños tiene preferencia sobre todos los hombres.– Alice Bailey

PENSAMIENTO SIMIENTE:

Dos grandes ideas deberían enseñarse a los niños de todos los países. Son el valor del individuo y el hecho de la humanidad una.- Alice Bailey

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LA NIÑEZ: Despertando la consciencia del alma

De la solemne penumbra del templo salen niños corriendo para sentarse en el polvo. Dios contempla sus juegos y olvida al sacerdote. – Rabindranath Tagore

UNO: El niño evoca lo mejor de cada corazón humano

Más allá de los muchos comentarios triviales y sentimentales que pueden hacerse sobre el niño –precioso, hermoso, mágico, y valorado más que todo lo demás– existe algo, a pesar de todo, extraordinario acerca del niño, a lo que la humanidad responde. Indudablemente, uno encuentra un señalado grado de sinceridad y sencillez en los niños, una propensión única para detectar lo falso y, normalmente, una admirable capacidad de perdonar. La mayoría estará de acuerdo en que los niños son, en general, auténticos dueños de una tremenda energía vital, espléndidamente presentes en cada momento, y poseen el don de una “mente de principiante”.

Los niños están a menudo más interesados en la caja de cartón que en el juguete que alberga, son ciegos a los colores hasta que alguien les enseña a distinguirlos, y no dan mucha importancia a si sus seres amados son ricos o pobres, delgados o gordos, avispados o torpes –lo que más les importa es el vínculo amoroso que tienen con los demás. No es raro que los niños se auto sacrifiquen voluntariamente para contribuir al bienestar de su familia y, aunque los niños no siempre quieren compartir, están generalmente predispuestos a la buena voluntad, en sus numerosas formas de expresión.

La investigación del psiquiatra infantil Robert Coles, Ph.D., indica que los niños poseen una moral, una espiritualidad e incluso una sensibilidad política innatas. Los niños no sólo son claramente conscientes de la moral, ideales, valores y diferencias entre bien y mal, también son sumamente perceptivos a las razones detrás de las acciones, sentimientos y pensamientos de las personas. Coles escribe: “Nadie enseña sociología y psicología a los niños, sin embargo los niños están constantemente observando quién se lleva bien con quién y por qué” (Coles, The Moral Life of Children, p. 78). También se ha descubierto que el servicio es un impulso moral natural en los niños. Desgraciadamente, lo normal suele ser que los niños aprendan a silenciar la voz de la consciencia a medida que crecen. Esto suele ocurrir como resultado directo de los modelos de rol –padres y adultos– y la creciente inmersión del niño en los valores de la sociedad. Tan pronto como un niño se sube al autobús del colegio, empieza a recoger lo que otros niños han aprendido de sus familias y va dejando de usar su “brújula moral“ innata. Bajo la presión por alcanzar el éxito, el ideal de ‘hacer lo correcto’ es reemplazado por ‘hacer lo que es correcto para ’. Frecuentemente la sociedad anima y fomenta un estado mental de auto-interés, reemplazando la voz de la consciencia con la que nace el niño.

El conocido trabajo de Mary Pipher, Ph.D. indica que los adolescentes están bajo una presión tremenda para ‘encajar’. Esto a veces requiere niveles de auto contorsión angustiosos, peligrosos e incluso auto destructivos, que pueden acabar dañando la percepción del niño de su verdadero ser.

La investigación de Cole muestra que los niños se sienten con frecuencia abandonados moralmente por un mundo adulto que está en bancarrota espiritual, y del que esperan orientación. Los niños están hambrientos de una vida espiritual abrazada, vivida y modelada por los padres y la sociedad. Los adultos tienen que nutrir y alentar las inclinaciones morales y espirituales de los niños y erigirse en modelos de moralidad, buena consciencia y buena voluntad por ellos. Los adultos tienden a subestimar la necesidad de aceptar la responsabilidad de las voces de la sociedad a las que ellos responden, aceptan y copian como parte de su vida comunitaria, ya que los niños son muy hábiles absorbiendo los mensajes, estímulos y limitaciones del mundo adulto.

En sus pequeños mundos en los que los niños tienen su … existencia, no hay nada que se perciba o se sienta tan finamente como la injusticia.–Charles Dickens

Como ya se ha dicho, los niños tienen a perder su moral instintiva y su sensibilidad espiritual a medida que se van haciendo mayores. Estos descubrimientos podrían corresponderse con la evidencia científica de que la glándula pineal –que está notablemente activa durante la infancia– se atrofia misteriosamente a medida que los niños se hacen mayores. Alice Bailey señala (El alma y su mecanismo, pp. 43-4) que la mayoría de los libros de filosofía antiguos  afirman que la glándula pineal es también el asiento del alma y observa que Descartes ha sido citado frecuentemente diciendo, “En el hombre, alma y cuerpo sólo contactan entre sí en un único punto, la glándula pineal en la cabeza.” Bailey sugiere que es muy probable que exista una conexión real entre la antigua creencia de que la glándula pineal es el asiento del alma y el hecho de que la glándula pineal se atrofia a medida que los niños crecen.  La actividad de la glándula pineal en la infancia y la conexión con el alma que sugiere podría explicar esa cualidad de algo extra­ordinario que tantos perciben en el niño.

Aunque la glándula pineal se atrofia con la edad, las filosofías antiguas enseñan que cuando un hombre se inicia en la vida espiritual, y emprende ciertas prácticas espirituales, la glándula pineal vuelve a activarse, devolviendo el hombre a la plena gloria de Dios. Bailey escribe en Espejismo, un problema mundial (p. 11), “Los científicos y los médicos dicen que existen miles de células aletargadas en el cerebro humano y, por lo tanto, el hombre común emplea una pequeña parte de su equipo. La zona del cerebro que se encuentra alrededor de la glándula pineal está conectada con la intuición; estas células deben ser puestas en actividad … [y] una vez lograda, pondrá de manifiesto el control que ejerce el alma, la iluminación espiritual, la verdadera comprensión psicológica hacia nuestros semejantes…”

En la literatura de las tradiciones espirituales del mundo, existen varias referencias a la pureza espiritual de la infancia. En la tradición budista, la idea e ideal de la infantil “mente principiante” es muy conocida. Mme. Blavatsky escribió, “El alumno debe recuperar el estado infantil que ha perdido, antes de que el primer sonido pueda llegar a su oído” (La voz del silencio, p. 31). En la tradición cristiana, la Biblia dice, “Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”. Alice Bailey escribió que la referencia bíblica “El reino de los cielos está dentro de vosotros” se refiere a la disposición a creer en Dios que poseen los niños.

En ciertas tradiciones de la sabiduría, la Consciencia se identifica como el “hijo” del Espíritu y la Materia. Igualmente, podría decirse que los niños realizan un trabajo mediador en la sociedad, ligando todo lo que ha venido antes con todo lo que alberga el futuro. Son el producto de la totalidad del logro humano y producirán todo el logro humano futuro. Es posible que el niño desempeñe un papel más vital en la vida de la humanidad de lo que comprendemos, y en particular, puede que la singular conexión del niño con el alma ayude a la humanidad a vincularse con su propia alma. Se entiende por qué algunos consideren que el niño evoca lo mejor de cada corazón humano y constituye una prioridad para todos los hombres.

Alice Bailey sugirió que todo lo relativo a la infancia es el problema más importante al que se enfrenta la humanidad. Es una sugerencia llamativa, pero si se sigue hasta su conclusión lógica, se entiende el efecto inevitable en la sociedad cuando la luz que está en el niño no se nutre o alimenta para convertirla en una llama ardiente en la edad adulta. En este fracaso, la sociedad se envenena a sí misma y pierde un gran y potencial recurso para su futuro.

La razón apoya la proposición de que los niños son la mejor esperanza de la humanidad y el camino más directo a la transformación del mundo. ¿Hay realmente algún otro camino tan poderoso para producir un cambio real y duradero en el mundo? Esta es, esencialmente, la tarea de reconocer el valor de cada niño. Un niño que ha sido valorado aceptará como algo natural la sociedad que le ha valorado. Valorando a cada niño se desarrollan naturalmente vías de interrelaciones humanas positivas, de cooperación y de buena voluntad, que desplazan a las fuerzas atrincheradas de la competición y la lucha globales, y sientan el trabajo preparatorio necesario para el reconocimiento del hecho de la humanidad una. Indudablemente, si enseñamos a los niños a trabajar juntos en una atmósfera de buena voluntad, no habrá problemas que la humanidad no pueda resolver.

Es mi convicción, después de haber observado crecer a muchos bebés, que toda la humanidad nace genio y después es desprovista rápidamente de ese genio por circunstancias desfavorables y por la frustración de todas sus capacidades extraordinarias inherentes.–Buckminster Fuller

Aunque el niño pueda tener una conexión especial con el alma, ello no implica necesariamente que el niño deba idealizarse como algo completamente puro. Todo niño tiene que aprender a superar las debilidades de su carácter. En el budismo, el hinduismo, y muchas enseñanzas de la Antigua Sabiduría, la doctrina de la reencarnación incluye la noción de que las vidas pasadas contribuyen al karma de cada individuo, que es el resultado de sus actos y relaciones previos. Así, cada nueva encarnación se considera una oportunidad nueva de redimir fracasos pasados y de fortalecer la conexión con el alma. Estas oportunidades repetidas de adquirir experiencia vital pueden ser las responsables de las diferencias en habilidades que encontramos en los niños. Así, por ejemplo, mientras que algunos niños están enfocados en sus emociones y trabajando para lograr un equilibrio y control emocional, otros han alcanzado ya el equilibrio emocional y están centrados en lograr el dominio de la mente. Tanto si uno prefiere aceptar estas hipótesis como si prefiere atribuir los fallos de carácter exclusivamente a la interacción entre la herencia genética y el entorno, el hecho es que los padres y tutores tienen la solemne, incluso sagrada tarea, de ayudar al niño a superar esos fallos.

El futuro de la raza se encuentra en manos de los jóvenes de todas partes. Son los padres de las generaciones venideras y los ingenieros que deben implementar la nueva civilización. Lo que hagamos por y para ellos tiene implicaciones de una importancia crítica; nuestra responsabilidad es grande y nuestra oportunidad única.–Alice Bailey

 DOS: El desarrollo del Plan –Evolución de las actitudes hacia la infancia

El niño está sometido a la voluntad de sus padres y, generalmente, la impronta de las relaciones familiares resuena hasta la edad adulta. El papel de la familia es significativo y, de hecho, la evolución de la civilización queda reflejada en las pautas de crianza que el hombre ha ido empleando a lo largo de los tiempos. La autora Susan Shore escribe que la historia de la crianza de los niños en la humanidad es un modelo de “la evolución de la consciencia y por lo tanto del despertar del alma, en y a través de prácticas de crianza más lúcidas” (The New Age ParentA History of Parent-Child Relations, The Beacon, Jul/Aug 1998).

La familia moderna y los puntos de vista contemporáneos sobre la educación de los niños son, de hecho desarrollos relativamente recientes. A veces olvidamos que estos avances tremendos en el campo de las relaciones humanas han sido tan innovadores e importantes como los avances tecnológicos de nuestros tiempos. Una breve mirada aquí a la evolución de las prácticas de crianza de los hijos servirá para poner en perspectiva la cuestión de la infancia.

Al principio de los tiempos, no existía una sensación real de cohesión familiar, de manera que los primeros tenues tentáculos de los vínculos familiares fueron considerados una avance extraordinario. Durante largas épocas la naturaleza de la relación paterno-filial podía caracterizarse por la práctica del infanticidio, y ello debido a la lucha por la supervivencia. El infanticidio no empezó a menguar hasta la Edad Media. Aún así, la brutalización de los niños siguió siendo normal y, curiosamente, reflejaba la misma falta de consideración y actitud de dominación que el estado tenía respecto a sus súbditos, según Shore.

Shore señala la Europa del siglo XVIII, en la que los niños eran abandonados de forma rutinaria. Los registros de Paris en 1780 muestran que de los 21.000 niños nacidos ese año, 17.000 niños de edades comprendidas entre dos y cinco años fueron enviados a ser criados con nodrizas, y las tasas de mortalidad eran elevadas. Ese mismo año, de 2.000 a 3.000 niños fueron abandonados en orfanatos. Hasta aproximadamente la mitad del siglo XIX, en Europa y Norteamérica era normal enviar a niños de siete años y más a servir o trabajar en otras familias.

Como gradualmente se fue volviendo moralmente inaceptable abandonar a los vástagos, padres e hijos se vieron arrojados a una interacción creciente. La brutalidad con los niños fue también dejando de estar de moda y lo tendencia era encerrar o presionar psicológicamente a los niños para que se plegasen a la voluntad de los padres. Los padres que habían sufrido malos tratos en su infancia tenían más posibilidades de proyectar su conflicto interior personal sobre su descendencia, en un complicado laberinto de emoción y enredo.

El movimiento femenino del sufragismo, seguido por la Guerra Mundial, aportó lo que ahora conocemos como la maternidad moderna. Con los cambios en la economía, la ayuda doméstica se convirtió en algo menos asequible y así las mujeres se implicaron mucho más activamente en el cuidado y crianza de sus hijos. En esta época el modelo de  crianza consistía en guiar al niño a la conformidad con las normas sociales. Los primeros intentos por comprender las necesidades –físicas, emocionales, psicológicas y médicas– del niño no surgieron hasta cerca de 1950 y, por primera vez, se puso el énfasis en ayudar al niño a estar a la altura de todo su potencial.

Aquí es donde estamos hoy, habiendo pasado del infanticidio y la brutalidad, a enfocarnos en ayudar al niño, y a menudo en un espíritu de abnegación. Sin embargo, debido a que este desarrollo es relativamente nuevo, en algunas familias persiste el ciclo de abuso del niño, con padres que tienden a educar a sus hijos según los patrones con los que ellos fueron educados –sea esta una elección consciente o no. Cada generación tiende a transmitir a la siguiente lo que ellos mismos han aprendido sobre la crianza de los hijos.

Aunque siga habiendo cambios necesarios, generalmente en el mundo moderno ya no se acepta como norma la brutalidad con los niños. Podemos ver la firme evolución de un patrón de relaciones familiares sanas y una expresión creciente de buena voluntad hacia el niño. Antaño una cuestión de acuerdos políticos y económicos, y frecuentemente una fuente de conflictos, la familia moderna forma ahora el núcleo de la estructura social. La intimidad de la vida familiar está considerada ahora como idónea, y como el centro potencial para la realización y el respaldo de la persona.

La estabilidad económica y la resolución de cuestiones de supervivencia han hecho posible la familia moderna. Sin embargo, sólo las sociedades ricas y complejas pueden permitirse el lujo de un período extenso de dependencia infantil para formar a sus ciudadanos. Gran parte del mundo sigue enfrentado a la necesidad económica y la pobreza y esto tiene un efecto directo y normalmente negativo sobre las prácticas de crianza de los niños.

Aunque las familias siempre hayan querido genuinamente a sus niños, la vulgar brutalización de niños, de la que la sociedad está emergiendo ahora, ha dejado su impronta en el tejido de la civilización y todavía no se ha resuelto del todo. Esto es significativo dado que las prácticas de crianza de una sociedad determinan los estándares por los que se relacionan los individuos –persona con persona, grupo con grupo, y nación con nación. Afortunadamente, en el mundo actual, las relaciones sanas están volviéndose la norma, y una mayor sensación de buena voluntad está emergiendo por todas partes como la nueva herencia para las generaciones venideras. En todas partes se encuentran individuos decididos a romper el ciclo generacional de una crianza abusiva en el cual ellos mismo fueron criados, que en su lugar están trabajando para criar a sus hijos con compasión y buena voluntad.

Legislación significativa para la infancia y el papel protagonista de Naciones Unidas

Pasando del entorno familiar al terreno mayor de la sociedad, ha hecho falta mucho tiempo para que la sociedad adoptase un enfoque más sabio de la infancia a través de salvaguardas legales específicas. Las primeras leyes laborales para la protección de la infancia fueron aprobadas en Gran Bretaña en las décadas de 1830 y 1840. En los Estados Unidos no se aprobó legislación contra el abuso y abandono de los niños hasta 1875, nueve años después de aprobarse la primera ley sobre la crueldad con los animales. Pronto siguieron legislaciones parecidas por toda Europa, aunque estas primeras leyes sólo eran aplicables a casos de heridas graves y de muerte.

El año 2009 se cumplía el vigésimo aniversario de la Convención sobre los derechos del niño. Ratificada inicialmente en 1989 por la Asamblea General de la ONU, e indicando una importante expansión en la consciencia humana, la Convención afirmó los derechos humanos básicos de todos los niños y es el primer tratado jurídicamente vinculante de legislación internacional que define los principios que los estados miembros de la ONU  han acordado que deberían ser universales para todos los niños. El tratado define el derecho de cada niño a la supervivencia; el derecho a desarrollarse plenamente; el derecho a ser protegido de malas influencias, el abuso y la explotación; y el derecho a participar plenamente en la vida familiar, cultural y social. Esto ha contribuido a producir cambios en la legislación de los países de manera que los niños estén más protegidos.

La Convención también ha servido para orientar el papel de las organizaciones internacionales en su trabajo por la infancia, y ha promovido la protección de niños en situaciones de conflicto armado. En los últimos 20 años se han logrado grandes avances y, aunque todavía no esté totalmente implementada, la idea de que los niños tienen derechos está adquiriendo reconocimiento universal. Demasiado a menudo los niños siguen siendo considerados propiedad de los adultos y sometidos al abuso y la explotación, y la Convención sobre los derechos del niño sigue trabajando activamente por los derechos del niño (www2.ohchr.org/english/law/crc.htm).

Naturalmente, ningún debate sobre la defensa de los derechos de la infancia estaría completo sin citar el importante trabajo de UNICEF. Creada en 1946 para proporcionar alimentos y atención médica de emergencia a los niños tras la devastación de la segunda guerra mundial,  UNICEF se convirtió en un elemento permanente del sistema de Naciones Unidas en 1953, cuando su nombre fue oficialmente acortado de Fondo Internacional de la ONU para Emergencias de la Infancia a simplemente Fondo de Naciones Unidas para la Infancia. Sin embargo, sigue conociéndose por el acrónimo de su antiguo nombre, UNICEF. UNICEF es inflexible en cuanto a que la supervivencia, protección y desarrollo de la infancia es consustancial al progreso humano y en 1965 UNICEF fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz.

UNICEF, bajo el mandato de la asamblea general de la ONU, aboga por la protección de los derechos de la infancia, para ayudar a satisfacer sus necesidades básicas y para aumentar las oportunidades de los niños de desarrollar todo su potencial. UNICEF se guía por la Convención sobre los Derechos del Niño y lucha por establecer los derechos de los niños como principios éticos duraderos y estándares internacionales de comportamiento con los niños. Entre sus objetivos, UNICEF trabaja para movilizar la voluntad política y los recursos materiales necesarios para asistir a los países en la creación de políticas y el desarrollo de servicios para los niños y sus familias. UNICEF tiene el compromiso de asegurar protección especial a las víctimas infantiles de la guerra, los desastres naturales, la pobreza extrema, la violencia y la explotación, y de aquellos con discapacidades. UNICEF responde en emergencias para proteger los derechos de los niños y se coordina con socios de la ONU y las agencias humanitarias para poner sus recursos disponibles a una respuesta rápida para ayudar a los niños afectados y a sus cuidadores. En todo lo que hace, los niños menos favorecidos tienen prioridad. UNICEF también promueve la igualdad de derechos para las mujeres y las niñas y apoya su plena participación en el desarrollo político, social y económico de sus comunidades (www.unicef.org).

TRES: El cuidado y la crianza de nuestros niños –el cuidado y la crianza de nuestro mundo

El cuidado y crianza de nuestros niños es el cuidado y crianza de nuestro mundo. A fin de cuentas, la cualidad de nuestro mundo está formada por la suma total de actitudes y valores individuales –y estos se forman en su mayor parte durante la infancia. Lo que enseñamos a nuestros niños sobre la buena voluntad y las correctas relaciones acaba trasladándose inevitablemente a las relaciones individuales, comunitarias y globales. El mero hecho de inculcar en nuestros niños la noción de interrelación y el respeto por el bien común puede ser la vía más directa para construir un nuevo orden mundial.

Alice Bailey escribió, “El daño causado a los niños en esa edad plástica y dócil, es a menudo irremediable y responsable de gran parte del dolor y sufrimiento de su vida futura”. Hay estudios científicos que señalan la validez de esta afirmación. De hecho, las rutas cerebrales se van fijando y se vuelven significativamente menos adaptables a los cambios a medida que los niños crecen, especialmente pasados los cinco años.

La investigación también muestra que el desarrollo cerebral del niño está influido sobre todo por la calidad de la relación paterno-filial. En una situación óptima, cada niño experimentará una relación fiable y consistente con una figura adulta afectuosa. Un vínculo fuerte y sustancioso entre los padres y el hijo está asociado con buenos resultados escolares, comportamientos positivos, interacciones más sanas con los compañeros, y la capacidad de hacer frente al estrés.

Cuando una figura adulta estable y amorosa satisface las necesidades del niño, el niño se siente seguro, lo que permite que el cerebro del niño forme caminos a lo largo de líneas ordenadas y óptimas, creando una base segura desde la cual el niño puede acercarse a la vida y desarrollar capacidades para resolver problemas. Entre los especialistas en desarrollo infantil, se piensa generalmente que la impresión inicial creada por la figura de los padres forma la base para la empatía posterior con los demás.

Hay quien piensa que el amor incondicional de la familia es un símbolo del amor incondicional de Dios. La autora Susan Shore (citada anteriormente) hace la provocadora sugerencia de que sin la relación paterno-filial, la humanidad no habría aprendido a amar, o por lo menos no sin que transcurriesen varios eones. Los padres ideales de hoy buscan observar el comportamiento irracional del niño y responder con razón y calma. Cuando la reacción del padre no es emocional ni se basa en el autointerés o en sus propias necesidades, puede argumentarse que el papel del padre refleja el papel del alma, el yo superior, cuando supervisa y orienta al individuo en su encarnación.

A pesar de lo mucho que se está profundizando en la percepción de las necesidades del niño, todavía hay mucho abuso infantil en el mundo, a menudo resultando en daños graves y permanentes. La sociedad paga también un alto precio –quizás más de lo que se piensa. Los estudios científicos muestran evidencia clara de que el cerebro se altera significativamente cuando se ha producido abusos durante la infancia. Los efectos del abuso físico, sexual y emocional, del abandono e incluso el estar expuesto a la violencia doméstica, constituyen todos “un insulto traumático extremo” al cerebro en desarrollo del niño (Hagele, Impact of Maltreatment on the Developing Child, North Carolina Medical Journal).

La experiencia de agresión y trauma perturba la sensación de seguridad del niño y  desencadena respuestas biológicas que producen disfunciones a largo plazo de tipo físico, emocional, de comportamiento, de desarrollo, sociales y cognitivas –y esto en la edad adulta. La exposición crónica a factores de estrés resulta en daños permanentes a la química, estructura y funciones cerebrales, conduciendo al Trastorno de Estrés Postraumático (TEP); la imposibilidad de dominar el estrés, o una respuesta excesivamente exagerada a un estrés pequeño. Los niños con TEP tienen un cerebro de tamaño significativamente menor, pérdida de neuronas, y una disminución de la capacidad para el aprendizaje y la memoria. Los adultos con un historial de abuso infantil tienen casi el doble de problemas serios de salud y tasas más elevadas de utilización de cuidados médicos y psiquiátricos. Al final, las disfunciones infantiles y familiares tienen un efecto directo sobre el bienestar de la comunidad y de la sociedad. La Texas Association for the Protection of Children nos recuerda que los niños que han sufrido abusos tienen 74 veces más probabilidades de cometer crímenes contra los demás y seis veces más probabilidades de dañar a sus propios hijos.

Como ya se ha dicho, el maltrato del niño suele estar exacerbado por la pobreza. Vivimos en un mundo en el que millones de niños que crecen en países en desarrollo por todo el mundo están expuestos a la guerra, a la pobreza extrema, a la violencia, la explotación y a veces incluso a hambrunas. Muchos niños tienen escasa o ninguna oportunidad de educarse y en Europa Central y Oriental, en Oriente Medio y en África, cerca de 1,3 millones de niños viven en orfanatos (Unicef.org/protection).

El trabajo infantil está considerado como la actividad económica que daña el desarrollo físico y mental del niño, que interfiere con su educación y su futuro medio de vida. Es una preocupación seria y no es el mismo concepto que el de un niño económicamente activo. Se estima que 150 millones de niños de edades comprendidas entre los 5 y los 14 años, en países en desarrollo, están implicados en trabajo infantil, con 59 millones de niños adicionales, con edades de 15 a 17 años, también considerados como trabajadores infantiles. Se considera que el trabajo infantil refuerza los ciclos intergeneracionales de pobreza, socava las economías nacionales e impide el progreso. Casi dos tercios del total de trabajadores infantiles están empleados en condiciones de trabajo peligrosas.

Cerca de 8,4 millones de niños participan en las peores formas de trabajo infantil, que consisten en: tráfico de niños (1,2 millones); trabajos forzados y servidumbre por deudas (5,7 millones); niños-soldado (300.000); prostitución y pornografía (1,8 millones); y actividades ilegales (600.000). La cifra total de 8,4 no incluye los niños objeto de tráfico (Every Child Counts, ilo.org/ipecinfo).

Se estima que unos 300.000 niños está siendo utilizados como niños-soldado en conflictos armados. La mayoría de los niños-soldado se encuentra en las regiones de África y el Pacífico asiático, con unos 30.000 en América Latina. War Child (WarChild.nl, una agencia sin ánimo de lucro que trabaja para rehabilitar y reinsertar a los niños-soldado en la sociedad) informa que un 80% de todos los niños-soldado son menores de 15 años. Los niños no sólo luchan como soldados, sino que también sirven de porteadores, cocineros, espías, guardias y esclavos sexuales, siendo un 40% de los soldados niñas. War Child escribe que cuando los niños son forzados a presenciar y a participar en las atrocidades de la guerra, “pierden la fe en su propia humanidad”.

También es preocupante los tres millones de niñas en situación de riesgo, cada año, por la mutilación y amputación de genitales femeninos (MAGF), por razones no médicas. Esto tiene lugar en el continente africano y entre las poblaciones inmigrantes por todo el mundo. Aunque se trata de una costumbre social y no va dirigida a dañar a las niñas, la MAGF es, por su naturaleza, un acto violento, y constituye una experiencia brutal y ostensiblemente traumática para las niñas (Unicef.org/protection).

Especialmente preocupante es la práctica del matrimonio infantil. A pesar de haber sido ilegalizado, continúa practicándose en las comunidades rurales de India, Yemen y Afganistán, entre otros. Considerado como el abuso a los derechos humanos más común y socialmente aprobado del mundo, el matrimonio infantil es una unión formal o informal previa a los 18 años, que afecta más a las niñas que a los niños. En la actualidad, cerca de un 35% de mujeres (de entre 20 y 24 años) dicen que fueron casadas antes de los 18 años. Por lo general, el matrimonio infantil implica trauma y estrés para las niñas, que son enviadas a vivir con la familia del novio. La separación de familia, amigos y comunidad puede ejercer un efecto significativamente adverso sobre el bienestar físico y mental de una niña y también expone a la joven novia  al riesgo de violencia, abusos y explotación.

El matrimonio de niñas menores de 18 años es una discriminación sexual ya que conduce a embarazos prematuros y constantes, truncando la educación de las niñas. Cada año se producen en el mundo 70.000 fallecimientos maternos, en niñas de edades entre los 15 y los 19 años, relacionados con el embarazo y el parto. La mortandad infantil es un 60% mayor entre las madres de 19 años o menos, y el bajo peso al nacer –relacionado con un desarrollo cognitivo y físico pobre– es también común en madres menores de edad. Además, se piensa que el matrimonio infantil perpetúa los ciclos de pobreza intergeneracional (UNICEF, State of the World’s Children, 2009) (UNICEF, Progress for Children, 2010).

El efecto del abuso infantil en la sociedad

Las perturbadoras prácticas descritas anteriormente son preocupantes porque constituyen un asalto y trauma a los cerebros en desarrollo de millones de niños de todo el mundo, fijando un escenario de por vida, y resultando en la transmisión de patrones de abuso a las generaciones posteriores.

Como se mencionó anteriormente, en los países industrializados las tasas de actividad criminal son más elevadas entre individuos que han sufrido abusos infantiles. En los países en desarrollo, el abuso infantil va frecuentemente acompañado de la pobreza, la explotación infantil y un acceso limitado a la educación. Numerosos expertos han sugerido que estas condiciones han exacerbado el crecimiento del terrorismo mundial.

Puede que merezca la pena examinar aquí la labor de Lloyd de Mause. Su trabajo pionero en psicohistoria ha recibido el reconocimiento de muchos nombres prominentes, aunque algunos consideran su trabajo como polémico. De Mause concluye que las instituciones sociales surgen inevitablemente de las experiencias colectivas que tiene la sociedad de la infancia. Escribe: “cada generación de padres e hijos crea esos problemas que más adelante se escenifican en el escenario de la vida pública” (The Evolution of Child Rearing, Ch. 1).

De Mause señala que, aunque el vínculo entre el homicidio y el tipo de crianza abusiva que el asesino haya podido recibir se examina con frecuencia, la investigación todavía no ha estudiado la relación entre la agresión nacional y los estándares prevalecientes de crianza en épocas de conflicto armado. Tradicionalmente se ha considerado que las motivaciones para las guerras estaban en los beneficios económicos y en cuestiones geopolíticas, aunque de hecho los países adquieren ganancias mayores mediante el comercio y la cooperación.

Una explicación más plausible para la agresión nacional podría encontrarse en la opinión ampliamente compartida entre psicoterapeutas de que los niños interiorizan la voz de sus padres. “Eres un niño bueno/malo” se convierte en “Soy una persona buena/mala”. Si la crianza ha sido negativa, también lo será la voz interior que el niño desarrolla. Una voz interior de auto-recriminación roerá al individuo y, cuando la agitación interna se vuelva excesiva, el individuo encontrará alguien en quién proyectar su malestar –quizás una minoría étnica, como tantas veces sucede. Los psicólogos reconocen este proceso de encontrar una cabeza de turco como un proceso humano universal y a veces se produce a nivel de sociedad, bajo formas que están socialmente sancionadas, como la guerra. De Mause sugiere que el grado hasta el cual se haya brutalizado a los niños en una sociedad está relacionado con la probabilidad de que esa sociedad encuentre un pretexto para abordar una guerra.

En los conflictos armados que están produciéndose actualmente en los países en desarrollo, de Mause observa que los enemigos son frecuentemente castrados, violados y mutilados. Dado que esta brutalidad no sirve a ningún propósito real, sugiere que estos conflictos están relacionados con algo más que los beneficios económicos y políticos; puede que en realidad consistan en la oportunidad de recrear la brutalidad y el trauma de la infancia. Quizá esto no sea tan radicalmente diferente del fenómeno que se observa a menudo en el que los jóvenes, y a veces los adultos, “actúan” cuando están agitados. Existen numerosas causas nobles por las que merece la pena luchar, pero puede que exista un elemento de verdad en las teorías de Mause.

Ciertamente, sus teorías concuerdan con estudios que revelan que las áreas del cerebro dañadas por los abusos y traumas de la infancia –la amígdala y el córtex pre-frontal– son las áreas que controlan el miedo y la violencia y que resultan en un control de impulsos pobre. Al faltar inhibidores internos, el individuo tiene más probabilidades de actuar agresivamente. El trauma infantil también desconecta las neuronas que hacen posible la empatía y la consciencia. Hay pocas probabilidades de que el tipo de empatía necesario para un mundo más pacífico vaya a encontrarse en quienes hayan sido brutalizados como niños. Esto podría ser un elemento clave en la evolución hacia la armonía mundial que la humanidad ha buscado a lo largo de los tiempos (ver psychohistory.com).

Alice Bailey escribió que lo que es cierto para el individuo, es eternamente cierto de las naciones. Si aceptamos la premisa de que la parte refleja la totalidad y de que la totalidad refleja las partes, entonces vemos que las sociedades están hechas de individuos cuyas perspectivas se forman, en su mayor parte, durante la infancia. Puede que por esta razón Alice Bailey observase que el problema de la infancia es el problema más importante al que se enfrenta la humanidad.

Mohandas Gandhi dijo: “Para que seamos capaces de enseñar una paz real en este mundo, y para que emprendamos una guerra real contra la guerra, tendremos que empezar por los niños.” Muchos de los grandes pensadores del mundo han dicho lo mismo, como Montessori, que observó:

El niño es el ciudadano olvidado y, sin embargo, si los gobernantes y los pedagogos llegasen a comprender la terrible fuerza que reside en la infancia para bien o para mal, creo que le darían prioridad por encima de todo lo demás.

Todos los problemas de la humanidad dependen del hombre en sí; si el hombre no es contemplado en su construcción, los problemas nunca se resolverán. Ningún niño es un bolchevique o un fascista o un demócrata; todos se convertirán en lo que las circunstancias o el entorno les vuelvan.

En nuestros días, cuando a pesar de las terribles lecciones de dos guerras mundiales el futuro se cierne tan oscuro como siempre, creo firmemente que debemos explorar otro campo, aparte de los de la economía y la ideología. Es el estudio del hombre –no del hombre adulto, en quien toda apelación está desperdiciada. Él, económicamente inseguro, se mantiene  desconcertado en el torbellino de ideas contradictorias y se arroja ahora a un lado, ahora al otro. El hombre debe ser cultivado desde el inicio de la vida, cuando los grandes poderes de la naturaleza están activos. Es entonces cuando uno puede albergar la esperanza de planificar un entendimiento internacional mejor.

Letter to Governments; Holistic Education Review, Vol. 4, No. 2, Summer, 1991, p. 28

 Es indudable que la asignación de recursos para ayudar a aliviar la pobreza extrema, el analfabetismo y el sufrimiento en los países en desarrollo disminuiría la explotación infantil y el consiguiente trauma para los niños. Este tipo de “intervención temprana” sería más económica que tener que resolver después las hostilidades globales que inevitablemente se larvan y estallan allí donde los niños sufren, y con toda probabilidad producirían una mayor paz, estabilidad y seguridad para el mundo entero.

CUATRO: Nuevas perspectivas en educación

La educación es una actividad profundamente espiritual. Concierne a todo el hombre y eso incluye su espíritu divino.-Alice Bailey

Cualquiera que sea la forma que tome la educación de un niño, la educación y el aprendizaje siempre han estado asociados con la luz del intelecto y de la mente. La palabra educación viene de la raíz ‘educere’, que significa extraer. La educación extrae la luz del intelecto del niño. El proceso educativo, por lo tanto, tiene una relación directa con la vida del alma, que es el cuerpo de luz y consciencia inherente a cada niño. A través de la educación y la experiencia, el niño cambia gradualmente su foco de la naturaleza animal, al mundo de las ideas, y a su debido tiempo adquiere inteligencia abstracta, que es el medio por el cual se alcanza, eventualmente, el contacto consciente con el alma. Desde una perspectiva más amplia, la educación ayuda al niño a desarrollar el intelecto de manera que el cerebro, la mente y el alma se alineen y funcionen en una interrelación adecuada.

Alice Bailey sugirió que padres y educadores empezasen con el reconocimiento del alma y se centrasen en el aspecto mental del niño. La mejor ayuda para despertar la consciencia y la emergente inteligencia del niño es preguntarle continuamente, ¿Por qué? ¿Por qué esto es así? De esta manera la responsabilidad de responder a las preguntas recae sobre el niño pero, a la vez, la respuesta puede dejarse caer con sutileza en su mente. Iniciando esta práctica a la edad de cinco años, la inteligencia en desarrollo del niño aprende a buscar respuestas, más que a memorizar información cuya validez depende de la autoridad de un adulto.

Alice Bailey también recomendó que padres y educadores proporcionasen al niño un ambiente de amor, paciencia, actividad ordenada, y comprensión. Estos son los cimientos desde los cuales pueden adquirirse conocimientos, se forman relaciones sanas, y se desarrolla una actitud de valentía. Esto a su vez conduce a una voluntad de explorar el mundo, lo que lleva a la voluntad de explorar y comprender los puntos de vista de los demás. El amor, la paciencia, la actividad ordenada y la comprensión son las bases de la empatía, el respeto y la reverencia hacia los demás (La educación en la nueva era, pp. 89-90, Ed. Sirio).

María Montessori tenía ideas similares sobre la infancia. Pensaba que los niños no eran una pizarra en blanco esperando a ser escrita, sino que cada niño nace con un potencial único que está esperando a ser revelado. El objetivo de Montessori era “liberar el alma del niño, la semilla del futuro”. Creía en la no-intervención, y pensaba que lo único que hacía falta era dirigir la ilimitada energía creativa del niño en direcciones positivas estructurando el entorno y proporcionando materiales que ayudasen a enfocar la energía desorganizada del niño. Observó que los niños tienen una tremenda capacidad de concentración, prefieren trabajar a jugar, les encanta el orden y el silencio, poseen una auto-disciplina espontánea, y tienen una noción de dignidad personal. Descubrió que los sistemas de recompensa y castigo no eran necesarios; su enfoque consistió simplemente en liberar la simiente espiritual en el niño (www.montessori.edu/maria.html).

Montessori logró resultados notables e inesperados con estudiantes de familias pobres y menos favorecidas. Una y otra vez sus estudiantes se desarrollaban, inesperadamente, mucho más allá de su supuesta mentalidad inferior. Estos resultados destacados le valieron a Montessori su notoriedad y su reconocimiento.

En el siglo XXI, el trabajo de la neurocientífica Adele Diamond, Ph.D. continúa a lo largo de esta misma línea. Como profesora en el nuevo campo de la Neurociencia del Desarrollo Cognitivo en la Universidad de Columbia Británica, la investigación de Diamond se centra en cómo aprenden los niños a prestar atención, a resolver problemas y a trabajar creativamente con lo que tienen (http://being.publicradio.org/programs/2010/learning-doing-being/).

La investigación de Diamond apunta al trabajo esencial del córtex pre-frontal en el proceso educativo. Es la última área del cerebro que se desarrolla en el hombre, y lleva a cabo las llamadas funciones ejecutivas, tales como la habilidad de predecir las consecuencias de las acciones personales, trabajar hacia objetivos y regular el comportamiento. Como ya se comentó anteriormente, los daños en el córtex pre-frontal resultan en un mal control de impulsos y déficits de consciencia.

El córtex pre-frontal es lo que ayuda a los niños a aprender, y a desarrollar actividades como la música, la danza, la narración de historias, el arte, los deportes y el juego imaginativo –todos fundamentales para su desarrollo. Los estudios muestran que cuanto más tiempo tengan los niños para jugar, mejores son sus resultados académicos. El juego desarrolla habilidades cognitivas porque mantiene la atención del niño e implica al niño entero –cuerpo, emociones, mente y habilidades sociales. De esta manera, el juego estimula el córtex pre-frontal y la actividad física del juego también le da un impulso al cerebro.

El juego incorpora y coordina los procesos cognitivos del niño (las funciones ejecutivas) de una forma orgánica que les ayuda a aprender autocontrol y a “ser responsables de sí mismos”. Al tener que recordar las reglas de una diversión bajo la presión social del juego, la mente del niño aprende a centrarse y controlar. Al tener en mente cierta información y jugar con ella –como por ejemplo el rol que se asume durante un juego imaginativo– el niño está desarrollando la esencia de la creatividad, que es la flexibilidad cognitiva, o la habilidad de pensar fuera de la caja. A través del juego se desarrollan las capacidades del niño de planificar y de resolver problemas.

Diamond considera que las habilidades sociales –la capacidad de jugar con otros niños– son habilidades cognitivas importantes. Observa que las habilidades sociales son mejores indicadores de éxito en la vida que el test estándar del IQ y añade que es frecuente observar una función ejecutiva pobre en enfermedades mentales como TDAH, depresión, esquizofrenia y autismo. Aprender a prestar atención y a concentrarse desempeña un papel crucial en las habilidades sociales y es lo que permite al niño parar a reflexionar antes de actuar, para no dañarse a sí mismo o a otros.

Resumiendo, el juego es educativo, los niños aprenden más si hay alegría, y aprenden más haciendo, que limitándose a sentarse y escuchar. Las técnicas de Diamond se utilizan en el sistema educativo de Columbia Británica (CB), donde el desarrollo social y emocional del niño está considerado un importante objetivo educativo. En CB, la finalidad es desarrollar buenos ciudadanos que sean amables, compasivos y estén en contra del acoso. Este enfoque ha disminuido la distancia académica entre niños de diferentes trasfondos socioeconómicos en CB. Montessori obtuvo resultados similares con sus métodos.

Al final, la función ejecutiva del cerebro está relacionada con la cualidad espiritual de la atención o la reflexión, valorada por todas las tradiciones espirituales del mundo. Según Diamond, la mejor forma de que un niño aprenda a reflexionar es practicando a través del juego. Diamond tiene la esperanza de que los educadores acabarán por comprender que lo que nutre el espíritu de un niño, también nutre su mente.

Podría decirse mucho más sobre la educación, pero en el ámbito de este breve comentario no es posible explorar más el tema. Sin embargo, hay que mencionar el apasionante nuevo “descubrimiento” del tremendo potencial para el cambio positivo social y económico que surge de educar a las niñas. Cada vez se destinan más recursos para la educación de las niñas en el mundo en desarrollo, donde se está descubriendo que las mujeres instruidas son el agente para el cambio social más poderoso del mundo.

Educar a las niñas tiene multitud de efectos positivos sobre la comunidad mayor. Los estudios demuestran que las niñas instruidas tienen una habilidad única para traer un cambio social y económico sin precedentes a sus familias y comunidades, y esto incluye la disminución de las tasas de natalidad, la disminución de la mortandad infantil, la disminución del extremismo político, la disminución de la violencia contra las mujeres, la mejora de la salud familiar, y un aumento en los ingresos familiares y nacionales. Además, los hallazgos indican que educar a las niñas acelera el alfabetismo en familias enteras y comunidades, y las madres con una educación escolar primaria tienen cinco veces más probabilidades de enviar a sus hijos al colegio. Educando a las niñas, el mundo se convierte en un lugar más seguro, sano y justo.

Idealmente, la educación es el medio por el cual se ayuda al niño a extraer su pleno y singular potencial y se le ayuda a convertirse en un ciudadano global consciente, tan necesario en nuestro agitado mundo actual. Hasta ahora, los sistemas educativos del mundo han tendido a equipar al niño con un espíritu competitivo y con valores materialistas y egoístas, y han transmitido una historia del mundo sesgada a favor de los intereses nacionales, más que enfatizando la necesidad de cooperación internacional y el hecho de la interdependencia global. Sin embargo, se ven señales por todas partes de que los sistemas educativos del mundo están empezando a avanzar en direcciones más inspiradas y holísticas.

CINCO: El desarrollo de la consciencia del niño –el camino a la transformación del mundo

Tras la devastación de la segunda guerra mundial y volviendo la mirada hacia las tareas de reconstrucción, Alice Bailey escribió que el problema más importante a tratar era el de los niños, muchos de los cuales estaban en la indigencia y habían presenciado actos de un horror indescriptible. Bailey pensaba que la ayuda a la infancia era la base sobre la que podría construirse un mundo nuevo y mejor. La humanidad ha avanzado mucho desde las guerras mundiales y, sin embargo, la razón sigue dictaminando que para traer más inteligencia, amor y cooperación al mundo, la clave –y posiblemente la de menores costes– de producir un cambio real y duradero, sea ayudar a los niños.

La investigación científica nos demuestra que la forma en la que el cerebro del niño se desarrolla queda marcada por las experiencias de la infancia; de esto depende que los resultados sean buenos o malos, y en la mayoría de los casos sienta las bases para la vida adulta. Lo ideal sería que el niño mantuviese una relación estable con la figura de los progenitores, imprimiendo y modelando en él empatía y relaciones sanas. Un lazo amoroso y firme con la figura de los progenitores es también el factor más importante en el desarrollo del cerebro del niño, dotándolo de capacidades para resolver problemas con confianza y atención. Cuando una figura paterna/materna tranquila y racional moldea e interviene en la voz de la razón, el niño aprende a detenerse y pensar entre estímulo y respuesta. Cuando además el niño tiene oportunidades adecuadas para jugar, explorar y crear, aprende a concentrarse, a tomar control de sí mismo, y desarrolla la capacidad de reflexión. Concentración, autocontrol y razón –para no herirse a sí mismo ni a los demás– sientan las bases para la consciencia, que es la naturaleza fundamental del Alma. La consciencia y la vida del alma son las que encuentran alegría en la interconexión y en la relación adecuada de la parte con la totalidad.

Gracias a los estudios científicos sabemos que el estrés y el trauma son absolutamente perjudiciales para el cerebro del niño en su desarrollo, resultando en una reducción significativa del tamaño del cerebro. Además, la exposición repetida al estrés y al trauma genera dificultades para hacer frente al estrés, así como déficits en capacidades para resolver problemas, de consciencia y de empatía con los demás. Los malos tratos durante la infancia también tienen como consecuencia malos resultados en control de impulsos, concentración y capacidad de planificar, y suelen aumentar la agresión, la violencia y el miedo. Con frecuencia estos problemas proseguirán en la edad adulta.

En el mundo occidental tendemos a pensar que los abusos a la infancia consisten en brutales medidas disciplinarias por parte de los padres, abandono, abuso sexual y exposición a la violencia doméstica. Puede que olvidemos que millones de niños de todo el mundo están expuestos al estrés y trauma de los conflictos armados, la pobreza extrema y las múltiples formas de explotación, como el trabajo infantil, los niños soldados, el tráfico de niños y el matrimonio infantil. Además, las mentes en desarrollo de millones de niños tienen poco o ningún acceso a la educación. esto ejerce un impacto tremendo sobre el desarrollo de los cerebros de muchos de nuestros ciudadanos mundiales.

Podría ser de utilidad recordar que cuando la pobreza es extrema y el acceso a la educación limitado, la juventud está en riesgo de ser explotada, lo que incluye la radicalización y la tentación de unirse a organizaciones terroristas. En los países industrializados, los niños necesitados están en riesgo de acabar en el crimen, el abuso de sustancias, los embarazos adolescentes y otros resultados por los que la sociedad paga un precio. Ni siquiera las comunidades económicamente solventes están inmunes; el exceso de riqueza puede llevar a la pobreza de espíritu, haciendo que la familia peligre por disfunción y corrupción moral, lo que puede tener como consecuencias el crimen de guante blanco o la corrupción política. Quizá sean estos crímenes invisibles los que más daño hagan a la sociedad, bloqueando cambios sociales que nunca parecen poder despegar. Al final, la sociedad se daña a sí misma cuando daña y corrompe a sus jóvenes. Incluso si no son brutalizados, abandonados o explotados, hoy en día es frecuente enseñar a los niños a valorar el materialismo, a ser competitivos, a identificar el éxito en la vida con el consumismo, y se fomenta que entren en una cultura de autointerés.

A medida que intentamos resolver los problemas de la humanidad, deberíamos recordar que las experiencias de la infancia se graban en el adulto en el que se convierte el niño. Cuando se daña a un niño, el impacto nos alcanza a todos. Los niños se convierten en los adultos que manejan el poder y crean el bien en la sociedad, así como los males a los que nos enfrentamos todos. Si la luz innata y el potencial único de cada niño pudiera extraerse y vivificarse, la estructura de nuestro mundo sería muy distinta de lo que es hoy. El reconocimiento del valor de cada niño conduciría al reconocimiento del hecho de la humanidad una y, en realidad, sólo desde este reconocimiento de interconexión pueden enfrentarse y resolverse efectivamente los problemas de la humanidad.

Cuando los niños son criados con amor, comprensión y respeto, aprenden a amar, comprender y respetar a los demás. Cuando los niños son valorados por la familia, la comunidad y la sociedad, valorarán y buscarán, como adultos, el bienestar del grupo del que forman parte integral.

Muchos tienen una sensibilidad y un respeto especial para con los niños, y los consideran el centro de sus vidas. Por extensión, muchos podrían considerar a los niños como el corazón de la humanidad misma. Como un eje vibrante de actividad que absorbe y distribuye energía, los niños forman un centro vivo que sintetiza el pasado y el futuro de la humanidad. Las vidas de nuestros niños laten colectivamente con energía creativa, vitalidad, y la fuerza de la vida en evolución. La chispa alegre y auténtica que se encuentra en los niños se repite, en una vuelta más alta de la espiral, en las vidas de los genios y los santos. Los niños son un recurso enormemente rejuvenecedor para nuestro mundo. Qué impacto tendría si todos los niños pudieran desarrollar todo su potencial en cuanto a intelecto y a una relación empática con los demás y con la totalidad mayor. Como ya se ha comentado, el inicio de la razón es el inicio de la consciencia y el inicio de la participación en la cultura del alma. Ayudar a los niños a aprender autocontrol es el primer paso en este viaje y no sucederá si sus comienzos en la vida se fundan en las condiciones peores, más estresantes y perjudiciales.

Evidentemente, la raza humana no sobreviviría sin sus niños –una fuerza vital que sustenta la vida de la humanidad. Lo que ya no es tan evidente son los resultados que la humanidad puede, lógicamente, esperar si continua con su tratamiento colectivo y lejos de óptimo de los niños. Cuando una parte cualquiera de un organismo resulta afectada, el organismo entero resulta afectado. ¿Seguirá la humanidad renqueando sin prestar los cuidados y atención adecuados a las necesidades de sus niños, tan cruciales para la supervivencia y el bienestar de la raza? Considerando el papel tan significativo que los niños desempeñan en el mundo, parecería que estamos lejos de asignarles los recursos y atención que la razón sugiere.

Reunir los recursos del mundo para ayudar a aliviar el sufrimiento de los niños daría lugar a que los adultos exhibieran un espíritu de buena voluntad y una perspectiva holística en las relaciones individuales, comunitarias e internacionales. Estos son los ciudadanos globales que el mundo necesita para arreglar las cosas. Cuando cuidamos de nuestros niños, cuidamos de nosotros. Los niños presentan un potencial único para la transformación del mundo y cuando las necesidades de los niños se incorporen más enérgicamente en los planes de la humanidad, el resultado será un mundo con más buena voluntad, interrelaciones más sanas y cuerdas, y el reconocimiento ampliamente difundido del hecho de la humanidad una. En semejante atmósfera y espíritu de cooperación, no hay problema al que la humanidad no pueda enfrentarse y superar.


LOS OBJETIVOS DE BUENA VOLUNTAD MUNDIAL

Estimular y alentar a los hombres y mujeres de buena voluntad de todas partes, para que, unidos y por propio esfuerzo, establezcan relaciones humanas correctas entre razas, naciones y clases sociales, mediante una inteligente comprensión, una adecuada comunicación e interrelaciones apropiadas.

 Ayudar a los hombres y mujeres de buena voluntad de todas partes a analizar los problemas mundiales y a aplicar efectivamente a estos problemas la buena voluntad, la colaboración y la participación para el bien común.

Cooperar con otras organizaciones en actividades constructivas que contribuyan a la unidad mundial, a la estabilidad y al establecimiento de relaciones humanas correctas.

Proporcionar informaciones actualizadas constructivas que tengan lugar en el área de la actividad humana, a través de la publicación de un boletín trimestral y comentarios ocasionales con noticias de interés mundial sobre la buena voluntad.

Ayudar a establecer la buena voluntad como tónica de la nueva civilización.

Compaginar una lista mundial de direcciones de los hombres y mujeres de buena voluntad.

Favorecer la acción de las Naciones Unidas y sus Agencias Especializadas, como síntesis de la mayor esperanza de un mundo unido y en paz.

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WORLD GOODWILL es una actividad de LUCIS TRUST, una organización educativa, sin ánimo de lucro, constituida en los Estados Unidos en 1922.

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