La guardia real detuvo a un hombre con aspecto de pordiosero y le condujo hasta el monarca, que, extrañado, preguntó: ¿Por qué me traéis a este hombre?

El jefe de la guardia repuso: Majestad, no sabemos si se trata de un loco o quiere intencionadamente ofenderos, pero dice que desea dormir en esta posada y no está dispuesto a irse.

El monarca, fuera de sí, le gritó al hombre: ¿Cómo osas, maldito individuo, a llamar posada a mi fabuloso palacio?

El hombre con aspecto de mendigo preguntó: ¿De quién era este lugar antes?

De mi padre –declaró el monarca.

¿Y antes?

De mi abuelo.

¿Y antes aún?

De mi bisabuelo.

¿Dónde están ellos ahora?

Murieron –aseveró el monarca.

Y el mendigo dijo: ¿Y cómo no llamáis posada a un lugar por donde las gentes vienen y van de paso?

Del libro “Los mejores cuentos espirituales para la vida diaria”, de Ramiro Calle, Editorial Kailas, 2010