Luz de mi luz, el sol, la vida. La brisa de los árboles: ese susurro. Son como palabras de Dios, palabras que envuelven y que acarician. Los colores que cambian, los contrastes. El frescor tras la lluvia. Y de nuevo el sol, pleno, en un cielo azul. Son regalos. Tantos al año. Todo cambia con el sol. Y entonces se sueña con el cielo en la tierra, recordando aquella frase de Borges: “el presente era casi intolerable de tan rico y de tan nítido”. Si, es como dice Rafael Conca desde su atalaya de Elche: tenemos el Paraíso aquí y no nos damos cuenta. Y uno comprende lo que significa la palabra gozo, y la palabra comunión, y en la posición de loto en la madrugada se siente uno con el mundo y con el Uno, con todo y con todos, en el refugio del Divino. Gracias siempre.{jcomments on}