El ex director general de la UNESCO cree que ha llegado el momento de la acción
3-Sep-2007. Tenemos, todos juntos, que inventar nuestro futuro; tenemos, todos juntos, que hacer posible la paz… Son palabras de John F. Kennedy que en Federico Mayor Zaragoza hacen eco. Porque cree en la humanidad, cree en “Nosotros, los pueblos” a los que alude la Carta de las Naciones Unidas.
En una entrevista con Fundación Ananta, el ex director general de la UNESCO y máximo responsable de la Fundación Cultura de Paz se muestra convencido de que las posibilidades que abren los nuevos medios de comunicación, a través de Internet o de la telefonía móvil, van a dar un vuelco a lo que hoy se interpreta como democracia, y pueden contribuir por ejemplo a una mejor representatividad social en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Persuadido de que todos los hombres somos iguales en dignidad, cree que todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad en imprimir al mundo el cambio que necesita; destaca el papel al respecto que tienen los empresarios, y reclama un mayor protagonismo de la mujer en las grandes decisiones porque entiende que su respeto inherente por la vida es una garantía para la cultura de paz.
Se declara creyente pero rechaza que lo que defiende esté ligado a ninguna religión ni ideología, insiste en la necesidad de asumir la ciudadanía plena que nos hace seres proactivos, sin miedo y con autoestima, en lugar de súbditos silenciados, y reclama prestar atención a “los invisibles” para seguir avanzando en alcanzar “los imposibles”.
Fundación Ananta: ¿Cómo hacer ver que otro mundo es posible?
Federico Mayor Zaragoza: Lo que conviene hacer ver es que ha terminado la época de súbditos resignados; que tener ciudadanía plena implica llevar las riendas del propio destino, no seguir siendo espectadores, indiferentes, inactivos, esperando que alguna instancia local, nacional o internacional resuelva. La Carta de las Naciones Unidas, surgida en el crítico año de 1945, después de una guerra atroz, de un holocausto, de un genocidio, del uso de las más abominables prácticas de exterminio, empieza diciendo “Nosotros, los pueblos”. El presidente norteamericano Roosevelt, que fue el que diseñó en buena medida el sistema de las Naciones Unidas, pensaba que era la gente la que tenía que resolver determinados problemas.
FA: ¿Qué pueden hacer los pueblos?
FMZ: Evitar la guerra a nuestros hijos. Miremos a las generaciones venideras; del pasado sólo hay que extraer las lecciones, y el presente es tal como es porque no adoptamos precisamente medidas correctoras en su tiempo. El compromiso supremo es el futuro y tenemos que cambiarlo, ha llegado el momento de la acción. Antes no podíamos, porque la posibilidad de participar era muy limitada: Democracia no es ser contado, sino ser tenido en cuenta, que es muy diferente.
FA: ¿Qué falta para ese ser “tenido en cuenta”?
FMZ: La participación de los ciudadanos cuando nos convocan a elecciones en medio de una publicidad y de un sistema absolutamente desquiciado, está muy bien, yo no voy a ir nunca contra las urnas, pero para ser verdaderamente tenido en cuenta es necesario tener una actitud proactiva, -no esperar a ver cuándo nos movilizan por una catástrofe- es precisa una actitud a favor de aquello que pensamos que es nuestro gran deber: nuestros hijos y nuestros descendientes. Hasta ahora, tanta gente no ha hecho nada por pensar que podía hacer muy poco…
FA: Parece imposible hacer algo eficaz, con todo lo que hay que cambiar…
FMZ: Se lo oí a Madre Teresa directamente, cuando Dominique Lapierre le dijo que lo que hacía por su institución apenas era una gota de agua. Ella respondió rápidamente: “si esta gota no existiera, el océano entero la echaría de menos”. Tenemos que darnos cuenta de que toda acción, aunque sea muy poca, es válida, y que hoy ya la podemos hacer.
FA: ¿En qué medida tenemos ahora más capacidad?
FMZ: Hoy disponemos de unos medios de comunicación que nos permiten una participación no presencial. Éste es un tema que tenemos todos que intentar explotar; ya no es necesario que nos hallemos en una ciudad, un día concreto, detrás de una pancarta determinada. Ahora podemos, a través de mensajes de móvil o Internet tener una participación oficial precisa acreditada. Esto en quince años va a dar un vuelco a lo que hoy se interpreta como democracia, incluidas las Naciones Unidas. Los “pueblos” ahora no son pueblos sino Estados y a veces representan al pueblo pero otras veces no, o lo representan mal. Ahora vamos a poder decir: “¿por qué no votamos a los representantes del pueblo en la Asamblea General?”. Podría haber una participación mundial de gente que presta su apoyo a uno u otro candidato a través de estos medios. Puede convertirse realmente en una nueva era de las instituciones democráticas.
FA: Nos sentiríamos útiles, recuperaríamos la autoestima…
FMZ: No se puede vivir sin autoestima. Por eso es tan importante que abandonemos esta abdicación de los valores a favor de leyes de mercado. ¿Cómo puede ser que la economía se rija por unas leyes de mercado que están guiadas por intereses a corto plazo? La economía, como todo, debe guiarse por los valores: justicia, libertad, igualdad y solidaridad. Una vez son estos los principios universales que mueven la inmensa diversidad de seres humanos, viene la autoestima, porque uno se reconoce igual al otro. Cuando nos dicen: sea usted mujer u hombre, blanco o negro, de una religión o de otra, usted tiene reconocida la misma dignidad exactamente que cualquier otra persona, en ese momento no hay discriminación, y no hay exclusión, y no hay frustración, y no hay radicalización, y no hay estas asimetrías y estas disparidades en el acceso a bienes materiales, a medicamentos, a alimentos…
FA: Eso resolvería conflictos principales en el mundo
FMZ: Es tremendo pensar que se mueren de hambre todos los días 60.000 personas y que al final todos consideramos que esto es una especie de “producto residual normal” de este sistema, y que todavía hay quien lo defiende. ¿Cómo se puede defender un sistema que ha hecho que la brecha, en lugar de reducirse, se haya ampliado?
Yo mismo, durante algún tiempo, pensé que quizá había alguna solución que yo no veía, en esta movilización del mundo a través de las grandes empresas, de la privatización, porque había gente aparentemente bienintencionada ahí… Pero no ha sido así. La prueba es la miseria, la indigencia, las condiciones en que tantas gentes viven, el incumplimiento reiterado de promesas… A África le hemos dicho veinte veces que ha llegado su momento y nos miran cada vez con esos ojos de esperanza… Y otra vez bluf, y vuelta,… y la frustración puede llevar a la radicalización, al uso de la fuerza. No lo justifica pero lo puede explicar.
FA: ¿Qué importancia tiene la mujer en todo esto?
FMZ: Yo la sitúo en primer lugar. Durante siglos, la mujer ha estado supeditada, y la sociedad de hoy, esta sociedad globalizada que algunos pretenden todavía justificar, está consolidando este mando supremo por parte de los hombres. El 95 por ciento de las decisiones hoy las toman los hombres. En el momento en que vea cambiar eso, diré que la cultura de paz empieza a ser posible; en el momento en que vea que los presidentes de las grandes compañías, los directores de los grandes bancos, los presidentes de las naciones son mujeres… que empieza a haber mujeres a este nivel de toma de decisiones, la autoestima que esto va a generar, esta nueva dimensión de la mujer, esto será fundamental.
FA: Ha habido algún intento, y se ha dado el concepto de “mujer cuota”
FMZ: Evidentemente, no estoy hablando de aquello, para cumplir. Necesitamos esta visión femenina, de tantos matices, para este cambio radical que queremos. Para pasar de una cultura de violencia, de fuerza, de imposición, de extremismo, de dogmatismo, de fanatismo, a una cultura de conciliación, de conversación, de diálogo, de entendimiento, hay que tener ese respeto inherente a la vida que tiene la mujer. (Esto no todas lo tienen y hay algunos ejemplos preclaros de mujeres que han ocupado posiciones de relieve político y sin embargo no han tenido el menor rasgo de esta naturaleza). Ha llegado el momento, en este siglo, en este milenio, de cambio de surco, y se van a llevar sorpresas los que no lo quieran ver.
FA: ¿Cuánto pueden hacer los empresarios a favor del cambio que parece deseable?
FMZ: Admiro a los empresarios. Como científico, entiendo que para transformar la realidad, esta realidad que no nos gusta, hay que conocerla; si sólo la conocemos de manera epidérmica, sólo la podemos transformar de manera epidérmica. Y admiro a los empresarios porque, además de atreverse a saber, saben atreverse, cosa que muchos no sabemos. Nosotros aportamos conocimiento pero no sabemos a veces aplicarlo. El riesgo sin conocimiento es peligroso, pero el conocimiento sin riesgo es inútil. Y los empresarios son los que dan al conocimiento esta capacidad, los que buscan su aplicación en el momento oportuno, y que esto genere riqueza y puestos de trabajo.
Siendo director general de la UNESCO, le pedí a Jacques Delors un informe sobre la educación en el siglo XXI, en el que apeló a aprender a conocer, a aprender a hacer en virtud del conocimiento y a aprender a ser, a ser uno mismo, uno mismo con autoestima, sabiendo que cada uno debe actuar; Delors añadió aprender a vivir juntos, y yo he añadido otro: aprender a emprender. Y para eso, necesitamos la proximidad de los empresarios. Las universidades deben estar con los empresarios, y no en asociación esporádica o eventual. Porque de ellos es de los que podemos aprender a emprender.
FA: Vuelve a aparecer la autoestima…
FMZ: Algunos se oponen a la enseñanza de la ciudadanía, y argumentan que es para formar en determinadas ideologías. No es cierto. Es para decir, exactamente, a los ciudadanos, a ellos y a ellas: miren, todos somos iguales en dignidad, todos tenemos que tener acceso, sin prioridades, todos tenemos que jugar los mismos papeles y tenemos que ser capaces de cambiar de una economía de guerra a una economía de paz.
FA: ¿Estamos en condiciones de dar ese giro?
FMZ: Sí, lo vamos a lograr. Ahora, los pueblos ya no aceptan supuestos que antes parecían inevitables desde las instancias de poder. Los súbditos pensaban que había cosas irremediables y que a veces no había otra salida que entregar la propia vida. ¡Nuestra propia vida, nada menos! Todo esto ha concluido.
Yo soy un hombre creyente, pero lo que no puedo aceptar es ni posiciones dogmáticas, ni posiciones fanáticas, ni posiciones extremistas de nadie, incluido, desde luego de mi propia religión. Forma parte de la autoestima, ¿Cómo voy yo a aceptar que alguien me pida obediencia ciega a algo? Se ha terminado. A partir de ahora, estos ciudadanos adormecidos, uniformizados, receptores, espectadores… se movilizarán.
FA: El siguiente paso parece natural…
FMZ: Progresivamente habrá un montón de gente que estará activa, que estará proactiva, que se movilizará, que dirá que “no” cuando no esté de acuerdo, que aplaudirá cuando apoye; que dirá que no quiere la violencia porque piensa que los conflictos -que siempre existirán- se pueden solucionar a través del diálogo y del entendimiento, que no hay ninguna creencia que deba ser impuesta a ninguna otra, que no hay ningún tipo de raza que deba imponerse a otra, que no hay ningún tipo de género que deba imponerse a otro…Todo esto está llegando a la madurez.
FA: ¿Como una revolución silenciosa?
FMZ: Mejor que lo reconozcan, y que piensen que a veces la diferencia entre evolución y revolución, es sólo una “r”, la “r” de “responsabilidad”. Los que no quieren la evolución a veces se merecen la revolución, y la revolución no es buena para nadie; yo no la aconsejo a nadie.
Precisamente lo que creo es que hemos estado durante siglos en una cultura masculina de imposición, de fuerza, de músculo, de que “si quieres la paz prepara la guerra”. Y que ahora ha llegado el momento de decir: “si quieres la paz, ayuda a construirla con tu comportamiento cotidiano”. Tú, tú también; no estés de espectador, mirando, porque de momento te pedirán que tu hijo dé su vida por causas que no conoces o no compartes.
FA: Es esperanzador ver evidencias de ese cambio
FMZ: Hay síntomas, muchísimos, de que están cambiando mucho las cosas, y en todo el mundo, si bien hay países donde la gente todavía piensa que todo tiene que seguir como hasta ahora.
Mire América Latina, el cambio tremendo que ha dado: ya no se dan en América Latina las situaciones que facilitaron una Operación Cóndor indigna, en la cual fueron determinantes los Estados Unidos. Yo admiro a los Estados Unidos; son los de la Sociedad de Naciones, los de Roosevelt con las Naciones Unidas, los de Kennedy y de mucha gente que ha tenido una visión de futuro extraordinaria, pero también son los que en determinado momento han impuesto la Operación Cóndor, y han cambiado presidentes por militares. Pero ¿cómo se puede imaginar que en la persecución de lo que ellos llamaban “comunismo” -por cierto, se les ha olvidado China- cómo es posible que hayan hecho todo eso? Pues “todo eso” ya no existe ahora. Esta posibilidad de decir aquí fuera el señor éste, y ponemos aquí al otro, y aquí este país lo explotamos…! 27 compañías internacionales estaban explotando las fuentes de energía de Bolivia cuando allí no tenían casi nada que ponerse en los platos. Y cuando uno mira Sudáfrica puede ver que, gracias a la genialidad de Mandela y de Le Clerk, ha superado el “apartheid” racial, pero ¿y el apartheid social? ¿Lo ha superado? Todo eso es lo que tenemos que saber ver.
FA: ¿Es necesario tener convicciones espirituales para compartir estas reflexiones?
FMZ: Soy un científico que no ha encontrado respuesta a las preguntas esenciales, y pienso que la mayor parte de la gente tiene unos principios en los que cree, ya sea por necesidad de trascendencia o por inquietud de búsqueda. Hay mucha gente agnóstica y en permanente búsqueda, que se da cuenta que no hay argumentos ni para demostrar que sí ni para demostrar que no.
Yo no puedo establecer ningún paralelismo entre las propuestas de futuro y de dignificación general de la humanidad y de toma de conciencia a escala global, con ninguna falta de fe o con ninguna fe determinada. Esto es inherente a cada uno de los seres humanos, a cada ser humano único, cada ser humano capaz de crear; ésta es nuestra esperanza, es nuestra maravilla. Por tanto, cada uno debe crearse su propia personalidad y su propio semblante. Las preguntas están ahí, y las respuestas pueden ser de espera, de inhibición o de adhesión a determinadas culturas religiosas. Lo que es seguro es que la existencia es un misterio, que a algunos nos parece un milagro… Desde luego, lo que no se puede hacer es la técnica del avestruz, no tenemos que esperar a los tsunamis, no tenemos que esperar a las catástrofes,… ahí todos nos mostramos solidarios ¿por qué? Ojos que ven corazón que siente… Tenemos que ver más allá de lo que nos muestran los medios de comunicación.
FA: ¿Qué responsabilidad tienen los medios de comunicación?
FMZ: Los medios de comunicación hacen bien; la información se refiere a lo extraordinario, a lo atípico, al tsunami. Nadie nos dice permanentemente: “los mares han estado hoy estupendamente en todo el Planeta, la gente ha disfrutado del mar”… Nos dicen cuando hay un tsunami, cuando hay un terremoto, cuando hay un señor que ha pegado un navajazo, pero no nos dicen todos los días que 44 millones de personas han sido capaces de vivir normal y apaciblemente, y que “6.300 millones de personas que pueblan la Tierra, en general, se han comportado dignamente, apaciblemente”. Esto no nos lo dicen las noticias, pero lo tenemos que ver, porque así podremos hacer lo que ayer era imposible y hoy es posible.
FA: Conviene recordar esos “imposibles”, que han dejado de serlo
FMZ: ¿Quién nos iba a decir que hoy en Sudáfrica habría un presidente negro? ¿Quién nos iba a decir que hoy toda la Unión Soviética, gracias a la genialidad de Gorbachov, iba a ser un espacio que busca la democracia, que está incorporado plenamente a un gran proceso de libertad? Estos eran los imposibles …es que la paz es imposible Guatemala… ¡Posible!; …Es que la paz es imposible en El Salvador… ¡Posible!; …es que la paz es imposible en el Ulster… ¡Posible!: es que la paz es imposible en Mozambique… ¡Posible! Tantos imposibles ayer, hoy posibles; tanta discriminación ayer en relación a la naturaleza y a los aspectos sentimentales de la gente… Imposibles ayer, posibles hoy.
FA: ¿Cómo ha llegado a ser posible tanto?
FMZ: Porque cada ser humano es capaz de crear. Y lo que no tenemos que hacer es esperar a que sólo nos despierten de nuestra distracción y postración los grandes acontecimientos y las grandes catástrofes. Que nos despierten también los invisibles. Estos invisibles que se mueren cada día invisiblemente; que seamos capaces de ver el conjunto de la humanidad. Como dijo el Premio Nobel de la Paz de 1985, tenemos que ser capaces de ver no sólo lo que nos muestran, sino el conjunto, lo que queda invisible; porque sólo viendo los invisibles seremos capaces de hacer los imposibles.
FA: Sobran argumentos para defender el reparto de la riqueza
FMZ: En la aldea global, el 20 por ciento de la humanidad tiene el 80 por ciento de todo. ¿Con qué argumentos y con qué moral puede defenderse ese desequilibrio? La igualdad de oportunidades, la justicia, es un principio general. Al no haber unas Naciones Unidas eficaces y que tengan una capacidad adecuada… tenemos tráfico de drogas, tráfico de patentes, tráfico de capitales, tráfico de personas, tráfico de armas. ¿Qué es eso? ¡3.000 millones de dólares al día en armas mientras la gente se muere de hambre! Uno de los grandes temas es dar de comer a todo el mundo, repartir mejor. Hay mucho que hacer y nada se soluciona si tratamos de que todo siga igual, que siga habiendo guerras…
FA: Hay quien cree que ese reparto arriesgaría nuestro bienestar
FMZ: Le voy a hacer una pregunta que les interesará seguramente a los empresarios: ¿a quién pertenece África? Ya no le digo América Latina ni le digo la mayor parte de los países, le hablo sólo de África, que lo piensen, que lo digan, quizá por eso algunos dirían que no sería bueno que todos tuvieran lo mismo. Yo defiendo firmemente que todos tengan acceso a las mismas oportunidades, que todos sean iguales en dignidad. O partimos de la base de que todos sean iguales en dignidad, sin exclusiones ni discriminaciones, o seguirá siendo un mundo asimétrico, con enormes desgarros sociales, a escala local e internacional, donde sólo por el músculo se seguirán manteniendo situaciones de paz entre guerras. Si preparas la guerra para tener paz, lo único que tienes es guerra, porque es lo único que sabes hacer.
FA: ¿Bastaría con acabar con el miedo?
FMZ: El miedo está ligado a todas las situaciones de la cultura de guerra. La seguridad total basada en libertad nula, miedo total, silencio total, no la queremos; queremos la seguridad de la paz y de la justicia, y esto es precisamente lo que hace que los ciudadanos hablen, participen, cuenten, porque ya no son silenciados, ni por miedo ni por irresponsabilidad.
Es tan importante la influencia del miedo, que el preámbulo de la Declaración de los Derechos Humanos dice “para liberar a la Humanidad del miedo y de la miseria”. Los empresarios son los que más pueden ayudar a esto. El empresario importante, en colaboración con el que ahora empieza; esto es lo que tenemos que promover. Y tenemos que promover la creatividad y la capacidad de invención…. Pero guiados por los valores universales y no por los intereses a corto plazo.
FA: Unas palabras que completen su mensaje…
FMZ: Quiero terminar esta entrevista recomendando a los empresarios que lean algunos párrafos de un discurso genial que el presidente John Fidgerald Kennedy pronunció en junio de 1963, muy poco antes de ser asesinado. Fue en Washington DC, en la Universidad Interamericana. Y dijo: “No hay ningún problema cuya solución esté fuera de la capacidad del hombre, porque el hombre es capaz de crear. Tenemos, todos juntos, que inventar nuestro futuro, tenemos todos juntos que hacer posible la paz; no hay nada que esté más allá de la mano del hombre y de las riendas de su destino”.
Que sigamos la recomendación del presidente Kennedy y seamos capaces todos juntos de inventar un destino distinto para la humanidad.
Lola Bastos www.fundacionananta.org